LAS FIESTAS DE SAN JUAN DE UNA GENERACIÓN (I)

Fiestas de San Juan. Fotocomposición. AHPSO 6839 (2)

Fotocomposición de las celebraciones sanjuaneras en el incomparable marco de la vieja plaza de toros (Archivo Histórico Provincial).

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En las fechas en que nos encontramos resulta obligado hablar de las fiestas de San Juan.

Este próximo domingo se celebra la Compra del Toro. Entonces no se había inventado aún el Lavalenguas. Las peñas de mozos tampoco tenían la estructura actual, en tanto que el postizo de la tarde/noche del miércoles, con el añadido del Pregón, tardó en lograr acomodo.

Aquellos años, el día de La Saca no era festivo a efectos laborales. Al contrario, abría el comercio, que no cerraba al mediodía al coincidir con el tradicional mercado semanal de los jueves. De ahí que la concurrencia al Monte Valonsadero no fuera ni de lejos lo multitudinaria que es hoy por lo que el festejo La Saca tenía un desarrollo, al menos en su segunda parte, es decir, el de la traída de los toros desde la Vega de San Millán hasta la ciudad, que muy poco, por no decir nada, tiene que ver con el que se nos ofrece en la actualidad.

No había talanqueras, que comenzaron a colocarse únicamente en la parte más próxima a la plaza de toros a raíz de que un año la manada se presentase en la plaza de las Concepciones (donde está el mercado provisional) y tras lograr volverla los caballistas uno de los toros enfiló la calle de San Benito en dirección a la avenida de Valladolid para terminar cayendo a la zanja del colector que se estaba construyendo para el servicio de las conocidas desde siempre como Casas del Ayuntamiento, las existentes junto al viejo campo de San Andrés. Solía escaparse algún toro pero no era lo frecuente. Lo habitual era que entraran todos a la plaza. Una vez cerrados comenzaba el desfile de la caravana oficial y acompañantes, que aguardaban en las inmediaciones de Correos a los caballistas que habían traído los toros para que fueran ellos los encargados de abrir la comitiva por la plaza de Mariano Granados, Marqués del Vadillo y El Collado. Los jinetes a caballo corriendo Collado abajo Collado arriba durante un buen rato constituía, sin duda, una de las escenas más sorianas, típicas y plásticas de los sanjuanes.

Ya hacía años que no había ganaderías en Valonsadero pero los toros que se traían en La Saca eran los que se lidiaban al día siguiente. Toros, que al contrario que hoy, no todos eran iguales pues según la costumbre a cada cuadrilla se le adjudicaba el suyo de acuerdo con sus necesidades, es decir, el número de vecinos.

Bien entrada ya la tarde del día de La Saca era cuando los gaiteros –las orquestas que tanto se prodigan ahora, ni se conocían- se incorporaban a las cuadrillas y recorrían las respectivas demarcaciones.

El Viernes de Toros, también había que trabajar. Sólo alguna de las empresas importantes solían conceder vacación a sus trabajadores. Pero la plaza, la vieja plaza de los palcos de madera todavía sin remodelar, se llenaba hasta los topes.

Así se explica que las puertas del coso se abrieran a las seis de la mañana para el festejo matinal, y que a esa hora ya se hubiera formado una nutrida cola que llegaba desde la puerta de entrada de la derecha según se mira desde la Puerta Grande hasta el surtidor de gasolina existente entonces en la confluencia de la calle de la Tejera con la del Campo, porque por ella se accedía a los tendidos de sombra. Y una vez la plaza llena, los viejos machones de madera que soportaban la cubierta, y el propio tejado eran buenas localidades para no perder detalle del acontecimiento, que no solía durar más de lo habitual de un festejo de los que pudieran llamarse serios, para entendernos. De tal manera, que en torno a las doce y media festejo había terminado y quedaba tiempo suficiente para el desfile ordenado de las cuadrillas por el centro de la ciudad. Por la tarde, ocurría algo parecido aunque la asistencia de público era mayor porque el comercio, ahora sí, cerraba.