LA COSTUMBRE SORIANA DE IR AL CINE

Teatro-cine Avenida. AHPSo 7049

El teatro-cine Avenida uno de los edificios singulares de la Soria de mediados del pasado siglo (Archivo Histórico Provincial)

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Desaparecido el teatro Principal, que la generación de sorianos nacidos después de la guerra no llegó a conocer, se reabre a finales de 1940 el cine Ideal, una vez reformado. Tres años después (el 30 de septiembre de 1943) entra en funcionamiento el teatro-cine Avenida, que va a suponer el inicio de una nueva etapa que durará más de tres décadas. La inauguración “solemne”, según los propagandistas del Régimen, corrió a cargo de la Orquesta Sinfónica de Educación y Descanso de Madrid y contó con la  presencia masiva de público que acudió a escuchar un completo programa con música de Beethoven, Schubert, Carlis, Sibelius,  Falla, Albéniz y Usandizaga, oferta que se completó al día siguiente con una representación teatral.

A partir de ese momento comienzan a desarrollarse en la moderna instalación una serie de actuaciones que se inician con la compañía de comedias  de Teresa Pozón, que hizo su presentación con “Mosquita en Palacio”, para seguir con “Malvaloca”, “Dueña y Señora”, “Mancha que limpia”, y otras piezas entonces en candelero. Y enseguida –noviembre de aquel mismo año, 1943- se inicia una nueva programación continuada de cine, alternando con campañas de teatro, variedades y otros espectáculos. De aquellos años se recuerda el paso por el teatro de las compañías de Mary Delgado, Mariano Madrid,  Celia Gámez, Paco Martínez Soria, Puchol-Ozores, la de zarzuela de Pablo Sorozábal, entre otras muchas que alargarían la lista, y especialmente la actuación de cuadros de aficionados de Educación y Descanso en el espectáculo conocido en la calle como ”Fiesta en el Aire”. Del mismo modo que la Compañía Internacional de Ópera o la del ilustre compositor Joaquín Rodrigo, si es que no la del Padre Mogica junto con la rondalla de los Franciscanos.

El ejercicio de la actividad comercial de explotar las salas de cine debía ser rentable pues en la capital llegaron a funcionar además de las dos citadas -el Ideal y el Avenida-, el Proyecciones, las tres gestionadas por la misma empresa. El Ideal, al final de los soportales del Collado, en el lado de la derecha bajando hacia la Plaza Mayor, solapaba su funcionamiento con el Avenid mientras que el Proyecciones cumplía su función en los bajos del Palacio de los Condes de Gómara, en lo que fueron las caballerizas. De todos ellos, el de estreno y con actividad diaria era el Avenida, porque el Ideal además de espaciar la oferta acogía otras actividades como pudieran ser los conciertos de la Asociación Musical Olmeda-Yepes si es que no a la entrega de juguetes la mañana del día de Reyes a los niños sorianos. En el Proyecciones sólo había sesión los domingos dedicadas a los chavales.

El caso es que “ir al cine” se convirtió en Soria poco menos que en un ritual que tenía su propia hoja de ruta materializada en el reparto de los programas de mano de la película diaria que tenía lugar cada mediodía en El Collado. Del mismo modo que “ir a ver la cartelera”, otra de las costumbres del momento, sin más finalidad que la de tener información de primera mano de la película que se iba a pasar, que se podía satisfacer bien acercándose al vestíbulo exterior del propio cine Avenida o a través de aquellas grandes carteleras de hule con fondo negro que se colgaban a diario en las columnas de los soportales del Collado. Para los más exigentes quedaba la posibilidad de consultar el cartel colocado a la derecha de la entrada a los casinos, que facilitaba la calificación moral de los espectáculos.

En todo caso, la oferta cinematográfica de aquellos años la completaban entre otras, cierto que para sectores muy definidos, las proyecciones que tenían lugar en el Instituto de Enseñanza Media, para sus alumnos; en los Hogares del Frente de Juventudes, destinadas a sus afiliados, y puede que alguna más.

La década de los sesenta trajo consigo –según G. Cubero, que no es otro sino el conocido crítico y especialista Julián de la Llana- la apertura de nuevas salas. Los médicos Mazariegos y Delgado Lacal construyeron el Cine Rex, que fue inaugurado el 1 de mayo de 1960 con la película Los diez mandamientos. Por entonces abrió también sus puertas el Cine Roma, situado en la Casa Diocesana, con el estreno de Fray Escoba, y una proyección el 7 de diciembre de 1967, a beneficio de la Campaña de Navidad,  marca el inicio del itinerario del Cine Lara –algún tiempo después reconvertido en sala de bingo-, en la avenida de Valladolid. En aquel momento llegaron a funcionar simultáneamente en nuestra ciudad seis cines, a los que hay que había que añadir el de los Escolapios que, aunque reservado para sus alumnos, a efectos legales tenía la consideración de una sala comercial más.

El lento pero progresivo decaimiento de la industria de exhibición cinematográfica, que culminó con la demolición el verano de 1975 del histórico Teatro-Cine Avenida, supuso el final de una etapa entrañable de la historia de la ciudad.