LA TRADICIÓN DEL BELÉN DE URBIÓN

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Grupo de montañeros del Centro Excursionista Soriano en la primera subida del Belén a Urbión (Archivo Joaquín Alcalde)

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El 22 de diciembre de 1963, el domingo anterior a la Nochebuena –como mañana día 18-, un grupo de 26 montañeros (2 eran mujeres) de aquella incipiente sociedad de aficionados y practicantes de los deportes de montaña que era el Centro Excursionista Soriano abordaba el proyecto de colocar un pequeño portal de belén en la cumbre del mítico y literario Pico de Urbión para celebrar el inicio de la Navidad. Han transcurrido  cincuenta y tres años pero merece la pena recordar algunos detalles de la que sin duda es una fecha emblemática. La expedición partió de la ciudad a las ocho y media de la mañana con destino a Santa Inés, el punto desde el que alrededor de las diez se abordaría la ascensión. El viaje se efectuó en un coche Renault 4 (de la serie de los populares cuatro latas) propiedad de uno de los integrantes del grupo y directivo del Centro Excursionista Soriano, Manuel Rodríguez Arcocha, y en un Land Rover de la Diputación Provincial. De ahí que entre los expedicionarios de aquel grupo compuesto por el propio Arcocha, los hermanos Gregorio y Julián Sanz Gonzalo, Casimiro Rodrigo, Manuel García Gil, Aurelio Labanda, Ángel de la Iglesia, Santiago Caballero, Jesús de  la Merced y Javier Iglesias entre otros que se recuerdan, se encontrara el que fuera el conductor del vehículo oficial y funcionario de la institución, Carlos Miranda. Tras cuatro horas de ascensión penosa, alrededor de las dos y media de la tarde se había consumado la aventura de colocar el belén en la cima de Urbión aunque las previsiones iniciales fueran ubicarlo en el nacimiento del Duero. La nieve helada, el frío intenso, la fuerte ventisca y un cúmulo de dificultades adversas jalonaron la histórica jornada.

Sin embargo, el grupo de montañeros del Centro Excursionista Soriano no se encontró solo aquella durísima mañana del 22 de diciembre de 1963 en la sierra de Urbión, porque la Organización Juvenil Española, la OJE, había programado por su parte otra actividad con idéntico propósito. José Ignacio Latorre y Fernando Villuendas, cabezas visibles, lo contaron en su momento con detalle. De tal manera que ya la víspera, el sábado 21, a  las nueve y media de la mañana se celebraba una misa en la iglesia de San Juan de Rabanera en el transcurso de la cual el párroco don Teógenes [Beltrán]  bendecía el portal de belén construido por los alumnos del Instituto Laboral de El Burgo de Osma con figuras de fieltro hechas por mujeres de la Sección Femenina. Terminado el oficio religioso, la expedición que contó con el apoyo de afiliados de la OJE de Abejar, Covaleda y Duruelo de la Sierra partía hacia esta última localidad para al día siguiente, el domingo 22, emprender la subida a Urbión y colocar el nacimiento, lo que efectuaron colocándolo junto al otro ante la imposibilidad igualmente de hacerlo donde habían previsto. Es decir, que cuando llegó este segundo grupo ya lo había hecho el del Centro Excursionista Soriano. Reunidas allí las dos expediciones contaron las crónicas que tras cantar un villancico y rezar un Padre Nuestro, cada una se volvió por donde había llegado huyendo del intenso frío y ventisca de la cima.

La doble aventura lejos de pasar desapercibida fue muy comentada en la ciudad. Con inusual alarde informativo el periódico de referencia de la época, Campo Soriano, se ocupó especialmente de la promovida por el oficialismo. De “hazaña deportiva” calificó la empresa de los chicos de la OJE. Con una mera cita despachó, por el contrario, la del Centro Excursionista Soriano hasta que al cabo de los días apareció una pormenorizada crónica redactada sin duda por la entidad deportiva dando toda clase de detalles de la primera excursión prenavideña a Urbión que con el paso de los años se ha convertido en una tradición, en la actualidad masificada y diversificada pues son incontables los colectivos que acuden.