El reloj de Montreal es desde hace décadas la referencia horaria de los sorianos (Irene Arribas Hernández)
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Para la mayoría pasan en general desapercibidos o cuando menos no se les dispensa una especial consideración aunque cuando alguno está parado por no decir averiado e incluso marcando una hora que no es la que en ese momento se corresponde con la real pocos se muestran indiferentes ante el importante papel que prestan y lo que suponen para el desarrollo de la vida ciudadana. Sin ellos no se entendería la rutina del día a día. Nos estamos refiriendo, como no será difícil suponer, a los relojes que se encuentran ubicados tanto en algunas calles céntricas de la ciudad como en otros edificios y entornos.
Hace ya algunos años, los tiempos modernos trajeron también no sólo más relojes a las calles de Soria sino al mismo tiempo de tecnología más vanguardista. Pudiera ser el caso de los digitales que forman parte desde hace tiempo del mobiliario urbano. Ubicados en zonas estratégicas del centro de la ciudad, se toman todos ellos como un elemento de referencia sin más, habida cuenta los desajustes, a veces disparatados que suelen registrar. Porque, en efecto, no resulta para nada extraño estar paseando por el Espolón a la una de la tarde y marcar el reloj digital las nueve de la noche, como a veces ha ocurrido. No suele ser el caso de los relojes, también digitales, que se colocan, por ejemplo, en la parte superior de la fachada de las farmacias de los que no se recuerdan especiales desconciertos.
Pero además de estos relojes públicos, pudiera decirse modernos, existen otros asimismo a la vista de todos, o cuando menos no reservados para uso particular, que hoy están resignados a ser objetos de adorno y de conservación de una cultura de la que no queda poco más que el recuerdo de su utilidad práctica. Es más, la mayoría pasan desapercibidos si es que no se desconoce su situación. Estamos hablando de los relojes de sol que aún quedan, la verdad que no muchos, en la ciudad. Es el caso, por ejemplo, del que había –no sé si continuará- en el patio interior del hoy Instituto Antonio Machado y el de la calle A del Polígono de Las Casas (la central, la que une la Barriada con la Variante), instalado en la glorieta central. Relojes de sol también existen –algunos pueden verse sin mayor dificultad- en algunas de las iglesias de la ciudad como pueden ser la Concatedral, El Salvador y San Juan de Rabanera, y en monumentos como San Juan de Duero.
Sin embargo, los relojes por excelencia de la capital, es decir, con los que han crecido varias generaciones de sorianos, siempre han sido los instalados en el centro urbano, porque los de las estaciones del ferrocarril –el del Cañuelo, sigue- y autobuses dada su ubicación particular y específica está reservada especialmente a los usuarios de las instalaciones. Uno de los más modernos de cuantos están a la vista de todos, y de ello hace ya bastantes años, es el de la que fue oficina central de la Caja de Ahorros (Caja Duero), en la plaza de Mariano Granados
Pero por encima de todos han sido tradicionalmente tres los más queridos pues no en balde en torno a ellos se ha creado y fomentado una especie de mitos inseparablemente unidos a la historia contemporánea de la ciudad. A nadie se le escapará que son el de Correos, el de la antigua Audiencia Provincial y, naturalmente, el de Monreal.
Fue a finales del mes de julio del año 1931 cuando, sin entrar en más detalles, se instaló el de Correos y Telégrafos al construirse el edificio del Espolón sobre el que desde siempre ha estado en duda su precisión.
Más fiable, por el contrario, ha sido tradicionalmente el reloj de la Audiencia, en lo que quizá haya tenido que ver la especial atención en su mantenimiento derivada de la leyenda que lo rodea pero, sobre todo, por la vinculación que tiene con la obra del poeta Antonio Machado y lo que representa para los sorianos en determinadas celebraciones festivas. El reloj de la vieja Audiencia está tan impregnado de un lirismo y de una belleza poética que le han otorgado el privilegio de constituir una de las referencias si es que no seña de identidad de la ciudad.
No obstante, el verdadero reloj de Soria, el que desde finales de los años veinte del siglo pasado está marcando la vida de los sorianos, qué duda cabe que es el de Monreal, en pleno Collado. El reloj, por cierto, no ha tenido siempre la factura del que conocemos ni ha estado colgado en el lugar que ocupa ahora. Porque si bien su primera ubicación fue bajo los portales que dan acceso a la óptica más tarde fue sacado al exterior, justo enfrente de donde está en la actualidad, lugar éste en el que, como se recordará, ya permaneció durante una buena etapa en los años setenta. Y por qué no decirlo, en alguna que otra ocasión aunque muy contada para no ser menos que los demás, el reloj de Monreal también ha ocasionado algún que otro despiste como consecuencia no tanto de la falta de celo en la conservación como por alguna inclemencia meteorológica importante.