Un momento de la misa en honor a la Virgen de la Luz, el día de la romería (Joaquín Alcalde)
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Este último domingo, 24 de junio, La Natividad de San Juan Bautista, se celebró la tradicional y antigua romería de la Virgen de la Luz, a cuya imagen se le rinde culto en la ermita de la Venta de Piqueras.
En esta ocasión la tradición sufrió una modificación importante. No fue otra sino el cambio de fecha, pues la realidad es que debió celebrarse el domingo 17, es decir, el de la semana anterior, pues tradicionalmente la fiesta de la Virgen de la Luz tenía lugar el domingo anterior a San Juan.
Las razones del cambio, desde hacía cuando menos ochenta años, no se han sabido porque tampoco se han dado a conocer. Han circulado y siguen circulando toda clase de comentarios entre los habitantes de las Trece Villas y, en general, entre los devotos de la Virgen, sin que se haya dado la más mínima explicación como, sin duda, debió hacerse por parte del Alcalde Mayor y Presidente de la Hermandad, de manera que se hubiera evitado el desplazamiento baldío –con el consiguiente y fundado malestar, por decirlo de manera suave- de los romeros y devotos que acudieron a la Venta en un número importante y se dieron cita el día que debió celebrarse la tradición, esto es, el domingo 17, como se ha indicado y es bien sabido.
Pero en fin, en esta ocasión fueron alrededor de quinientos romeros acudieron a la convocatoria que presentó, además de la ya citadas, varias novedades que, en cualquier caso, no sirvieron para mitigar el malestar generalizado que se respiraba en el ambiente. Y de todas ellas, acaso la más significativa fuera el cambio de escenario de la misa. Hace ya décadas que dejó de oficiarse en el interior de la ermita para llevarla a cabo en el altar construido delante de la cruz. En esta ocasión, se prefirió la explanada delante del edificio de la Venta protegida por una carpa, con techo de plástico para preservar de los efectos del sol en una mañana calurosa, como no se recordaba. Ello trajo consigo que la procesión que se iniciaba en la ermita con la Virgen resultara francamente deslucida, del mismo modo que la homilía del sacerdote principal oficiante, que muy poco o casi nada tuvo que ver la celebración que se conmemoraba, aunque el hombre tratara de buscarle relación, con la problemática general de la comarca del Camero Nuevo.
Se montó, como en los últimos años, una pequeña, pero más que suficiente, feria de artesanía. Actuó un grupo de danzas de la zona, hubo charanga y no faltó tampoco un segundo conjunto de jotas, en todos los casos de La Rioja.
Y concluida la misa se procedió al reparto de la caridad entre los asistentes, concluido el cual la desbandada fue casi general, pues fueron muchos los que después de recoger la ración de caldereta y migas volvieron a su lugar de origen. Lo de comer allí mismo, consumiendo la caridad (la comida oficial de las autoridades y alcaldes es cuestión aparte), ha quedado reducido a lo meramente testimonial, de manera que no quede más que en el recuerdo de los más mayores.