EL DÍA DE LA PROVINCIA

La Banda de Música de Covaleda en uno de los actos del Día de la Provincia celebrado en la capital (Archivo Histórico Provincial)

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Hubo un tiempo, mediados los años sesenta del siglo pasado, en que se pretendió inculcar entre las gentes de esta tierra una especie de sentimiento de lo soriano auspiciado por el oficialismo que estuvo plasmándose durante casi una década en una serie de actos que tenían lugar en el verano englobados en lo que se dio en llamar Día de la Provincia. Era, por decirlo de algún modo, una manera de vender Soria.

Cierto que la iniciativa, acaso por lo novedoso, encontró respuesta en una sociedad que comenzaba a desperezarse. Aunque la realidad es que a medida que iban sucediéndose las convocatorias fue perdiendo caché a pasos agigantados y tras nueve celebraciones, curiosamente el año de la muerte de Franco se rompió la cadena, no se volvieron a tener noticias del acontecimiento.

Alguien escribió entonces que fue el periódico oficialista Campo Soriano el que “hace muchos tiempos” sugirió la idea de celebrarlo. Dejaba constancia de ello al dar cumplida referencia de lo que había acontecido en la edición inicial que había tenido lugar en San Leonardo de Yagüe. El domingo 28 de agosto de 1966 se celebraron en la localidad pinariega los actos centrales del primer Día de la Provincia como colofón de una serie de actividades deportivas, culturales y de índole social que estuvieron desarrollándose a lo largo de todo el mes.

Al año siguiente, es decir, en 1967, la elección recayó en El Burgo de Osma, y sucesivamente en Almazán, Medinaceli y Ágreda, con un ceremonial muy semejante, si es que no idéntico, en todos los casos, hasta que en el año 1971 le llegó el turno a la capital en medio de las turbulencias municipales.

La fecha elegida para el VI Día de la Provincia fue el 11 de julio, es decir, recién terminadas las fiestas de San Juan, aunque bien es cierto que las actividades comenzaron algunos días antes, por lo que en la práctica fue una continuación de los sanjuanes, e incluso previamente se llevaron a cabo otro tipo de actos de índole cultural, deportiva, recreativa y taurina.

Las celebraciones arrancaron el día 8 en que se inauguró la exposición de fotografías en el Salón de Exposiciones de la Caja de Ahorros y Préstamos de la Provincia. Pero con anterioridad había sido elegida la Reina y designadas las Damas de Honor, una por cada uno de los partidos judiciales.

El plato fuerte de la programación iba a estar, no obstante, a partir de la noche del sábado 10 con la lectura del pregón a cargo de Jaime de Foxá desde el estrado levantado delante del Palacio de la Audiencia en un ambiente de solemnidad y glamour. Esa misma noche actuaron los coros y danzas de Valtajeros y Arcos de Jalón.

Y llegó el día grande en el que “las bombas y los morteros anunciaron a los sorianos que había llegado el momento de conmemorar una fecha, la del 11 de julio de 1976”.  La banda de música “recorrió las calles de la ciudad tocando alegres pasacalles, mientras por las carreteras que dan acceso a la capital llegaban forasteros que fueron obsequiados con productos típicos de la tierra por jóvenes ataviadas con el traje regional”. Salió la comparsa de gigantes y cabezudos acompañada por los dulzaineros de Fuencaliente del Burgo. Y en tan solemne día no podía faltar el homenaje a la Patrona de la Ciudad, la Virgen del Espino. El templo se llenó. Más tarde, las bandas de música de Almazán, El Burgo de Osma, Covaleda y Soria ofrecieron un concierto en la Dehesa. Hubo carrera ciclista en el circuito urbano de siempre y fiesta campera en el monte Valonsadero. Al mediodía el Ayuntamiento de la ciudad reunió a las autoridades e invitados en el Pabellón Polideportivo de la Juventud donde les obsequió con un almuerzo.

Por la tarde, se celebró una novillada que servía de presentación del torero soriano José Luis (Pepe Luis en los carteles) Palomar, hubo más competiciones deportivas y ballet acuático. Una velada literaria y una verbena en la Alameda en la que se eligió Miss Turista a la joven alemana Hldegaud Schops pusieron fin a los actos programados.