Vista del edificio Restimar desde el paseo del Mirón (Archivo Histórico Provincial. Fondo Asociación de Amigos del Museo Numantino)
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Lo de Soria y los despropósitos urbanísticos que se han cometido y se siguen cometiendo es el cuento de nunca acabar, por más que en cada caso se haya acudido al socorrido recurso de la legalidad vigente en ese momento.
En fin, también dio que hablar lo suyo, allá por los años setenta del siglo pasado, la construcción del edifico conocido como búnker, en la naciente plaza de José Antonio (hoy de Odón Alonso), que ponía la nota de contrapunto a las modestas barriadas de las inmediaciones, es decir, las Casas del Ayuntamiento (ya desaparecidas) y de Falange y el Grupo Solís, incluso el propio Campo de Deportes de San Andrés, desde hacía tiempo en avanzado e irreversible proceso de deterioro que terminaría con su cierre. Del mismo modo que tampoco pudo librarse de la crítica de un sector significativo de la sociedad soriana la torre levantada por aquel entonces en el otro extremo de la ciudad, en las traseras del antiguo Convento de la Merced, al comienzo de la carretera de Logroño, denominado Restimar, acrónimo de Restituto Martínez, familiar del promotor del edificio.
Sin el menor riesgo de agotar ni mucho menos el repertorio cabría señalar asimismo. en etapas coincidentes o no en el tiempo, desde la desaparición mediados los años cincuenta de la añorada plaza del Chupete, para levantar en su lugar el monumento al General Yagüe, hasta la chapuza que ha resultado ser la avenida de Mariano Vicén pasando por la inmejorable oportunidad que se desaprovechó en los años noventa para haber dejado al descubierto el tramo de muralla afectado por el derribo de bastantes de los edificios de la calle Puertas de Pro, que una vez reconstruidos volvió a taparse cualquiera sabe hasta cuándo.
Incluso las instalaciones deportivas se han podido librar de este tejemaneje. Baste recordar la remodelación, por llamarla de alguna manera, de que fue objeto hace años el San Andrés para dejarlo plagado de carencias y, por qué no, la construcción del destartalado estadio de Los Pajaritos (el de atletismo), justificada si se quiere por la carencia de durante más de dos décadas de un campo de fútbol en la ciudad y el complicado momento político que se vivía.
Pero hay más, bastantes casos más, de los que sin duda habrá tiempo de ocuparnos en otro momento. Y algún otro que planea desde hace tiempo en el ambiente.