La Plaza de Abastos antes de la ultima remodelación.
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A la Plaza de Abastos los sorianos la llamamos así por más que una mayoría significativa desconozca su verdadero nombre, que no es otro que Bernardo Robles.
A la Plaza de Abastos se le estuvo dando vueltas mucho tiempo hasta terminar en la actual que, seamos sinceros, no es precisamente del gusto de la mayoría, para qué vamos a engañarnos. Otra cosa es las voces discrepantes que hayan producido escucharse, lo que ocurrió al principio pues al final, y aunque a regañadientes, no haya quedado más remedio que asumir. En todo caso, sobre la Plaza de Abastos se sigue hablando porque la importante actuación desarrollada sigue sin responder, ni de largo, a las expectativas que nos vendieron cuando se lleva bastante más de un año de su regreso a la actividad.
Eso sí, La Plaza de Abastos, especialmente los jueves, por seguir manteniendo la consideración de día de mercado, sigue siendo uno de los núcleos comerciales de referencia de la ciudad, aunque venido a menos de manera muy notable porque al margen de la actividad propia del mercado de abastos como tal el entorno lejos de haberse reactivado, se ha percibido por el contrario una regresión o cuando menos no se ha detectado el avance significativo que se presumía.
Como ha ocurrido en otros puntos de la ciudad –y venimos dejando constancia de ello cuando se presenta la ocasión- puede que el entorno no haya sufrido una modificación, al menos aparente, en su estructura, con muy ligeras variantes, eso sí, como el nuevo hotel en el rincón y la remodelación de la Casa de los Jodra. Pero, vamos, a los ojos del visitante, sobre todo del que no lo frecuenta a menudo, puede que todo siga más o menos igual.
No obstante, no ocurre lo mismo con la realidad. Porque, en efecto, aunque el edificio sea el mismo y se levantara hace ya años una planta sobre la primitiva edificación, las antiguas escuelas anejas, conocidas como las públicas, hace ya tiempo que albergan a la Escuela Oficial de Idiomas, y en la acera de enfrente, al otro lado del edificio del mercado, junto al Convento de los Franciscanos, el antiguo colegio conocido popularmente como de doña Carmen –hoy sede las Aulas de la Tercera Edad- no tiene nada que ver con el uso que tuvo durante varias generaciones.
Por no hablar de la profunda reestructuración en que se ha visto inmersa el tejido comercial. Pues, en efecto, hace años que desaparecieron carnicerías, tiendas de ultramarinos de toda la vida como la Bola de Nieve, las pescaderías de León y de Severino Lafuente, el almacén de leñas que existía en lo local de la esquina anejo al aludido Colegio de doña Carmen, la artesanal imprenta Jodra, la emblemática taberna Casa Félix, el almacén de frutas del «tío moro» y, en general, muchos otros establecimientos que venían a otorgar a la zona una personalidad propia que fue perdiendo progresivamente en el transcurso de los años y la Plaza de Abastos en sí, y por qué no la sociedad soriana, iba sufriendo una transformación lenta pero progresiva y, desde luego, irreversible, hasta derivar en la que conocemos hoy, por cierto notablemente devaluada y lo es peor, sin alma. De manera que la actividad que registra ahora a diario está a años luz de la que tuvo en los tiempos pretéritos de la escasez y del racionamiento; claro que entonces las costumbres eran otras y la oferta comercial no era tan diversa y amplia como ahora.