Fachada principal del Instituto, a secas, como se le sigue conociendo en Soria, en una imagen de los años cincuenta del siglo pasado (Archivo Histórico Provincial)
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Tuvieron que transcurrir varias décadas desde que falleciera el poeta para que el centro que hoy lleva su nombre pasara a llamarse Antonio Machado. Ocurrió en el mes de octubre de 1967, pero tuvieron que transcurrir bastantes años más para que el viejo Instituto fuera conocido únicamente por el nombre del poeta.
En el año 1967 comenzó una nueva etapa del centro acaso como resultado de una realidad evidente que no tenía vuelta atrás no sin una larga gestación que tuvo su manifestación externa en el acto celebrado en el cementerio de la ciudad ante la tumba de Leonor, en la que por primera vez se colocaron flores el 22 de febrero de ese mismo año 1967. De todos modos, antes ya se habían desarrollado otras iniciativas hasta entonces impensables como pudo ser el acto cultural que tuvo lugar en el Instituto el 22 de febrero de 1964 coincidiendo con el XXV aniversario del fallecimiento del poeta, y la constitución de la Asociación de Antiguos Alumnos al año siguiente. Y fuera del ámbito del centro docente es especialmente recordado el empeño personal de algún responsable e influyente político de la época como el presidente de la Diputación Provincial, Juan Sala de Pablo, de trasladar a Soria los restos de Antonio Machado. La iniciativa no salió adelante pero quedó claro que algo se estaba moviendo.
En Soria durante muchos años no hubo más centro estatal en la capital que impartiera enseñanzas de bachillerato que el oficialmente denominado Instituto Nacional de Enseñanza Media, el hoy Instituto Antonio Machado. De ahí que en la calle con decir sencillamente el Instituto fuera suficiente para saber de qué se estaba hablando y todos lo entendieran.
En el transcurso de los años el edificio ha sido sometido a sucesivas y profundas obras de reforma para acomodarlo a las necesidades de cada momento, que en cualquier caso no han supuesto modificaciones sustanciales que hayan cambiado su aspecto exterior, al contrario que las dependencias interiores, de las que acaso se conserve únicamente como antaño el claustro de la planta baja. Porque incluso el aula que recuerda el paso por el centro de Antonio Machado, es decir, en la que el poeta impartía clases de francés, la estuvo ocupando mientras estuvo destinado en el Instituto de Soria, el hermano mayor de Juan Antonio Gaya Nuño, Benito, para dar la clase de griego, de cuya asignatura era catedrático, lógicamente con una disposición bien diferente respecto de la que presenta en la actualidad. La misma aula en que hace cuarenta años todavía se enseñaba inglés.
Al no existir en Soria más centro público de enseñanza media –durante unos años, no muchos, funcionó otro, aunque privado, sin mucho éxito, conviene señalarlo-, era mixto, si bien con alguna que otra particularidad, propia del estilo de la época, que merece la pena recordar.
En efecto, chicos y chicas compartían una misma clase, aunque ciertamente en zonas bien diferenciadas. Vamos que estaban juntos pero no revueltos. El grado de separación de unos y otras llegaba a tal extremo que por ejemplo a la hora del recreo salían a patios distintos. Mientras los muchachos, que eran mayoría, disfrutaban del tiempo de ocio en el posterior, lógicamente más grande, colindante con el de las Anejas, ellas, las chicas, utilizaban un recinto igualmente abierto pero bastante más pequeño en el interior del inmueble, configurado por el claustro, aunque independiente de él, en el que la singularidad la ponía el reloj de sol que había instalado en la parte más alta.
Las necesidades del centro, fundamentalmente por el incremento del número de alumnos matriculados, obligó a la reordenación de los espacios interiores, habilitando nuevas aulas y otras dependencias a costa de ocupar parte del patio de los chicos o de suprimir el salón de actos que había en la primera planta con las butacas dispuestas en rampa, al que los alumnos solían asistir los sábados por la tarde al cine. El Salón Rojo, en el mismo lugar, tal cual como está ahora, quedaba reservado para los momentos más solemnes, que solían limitarse al acto académico de inauguración del curso escolar una vez pasadas las fiestas de San Saturio. Hasta que mediados los años sesenta, el director general de Enseñanza Media de visita a Soria, anunciaba la “próxima construcción de un nuevo Instituto de Enseñanza Media, que sería el segundo de la ciudad”. De todos modos pasaron dos años hasta que el 14 de abril de 1967 el Consejo de Ministros acordó la construcción del nuevo centro, que resultó ser el actual Instituto de Educación Secundaria Castilla, al final de las barriadas de viviendas sociales conocidas como las Casas del Ayuntamiento y las Casas de Falange, en las proximidades del campo de de deportes de San Andrés, llamado popularmente entonces Instituto Femenino porque obviamente era únicamente para chicas.