LA HUERTA DE SAN FRANCISCO

La casa del Conde de la Puebla de Valverde, último vestigio de la antigua huerta de San Francisco (Archivo Histórico Provincial)

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Junto al antiguo Hospital Provincial, luego Colegio Universitario, se encontraba la Huerta de San Francisco y la frondosa chopera que la ocupaba, que terminó comprando por algo más de ochocientas mil pesetas (unos cuatro mil ochocientos euros de hoy) el ayuntamiento de la ciudad con la idea de construir en el solar resultante, o al menos en parte, el Parador de Turismo antes de que los técnicos se decidieran por el Parque del Castillo. De todos modos, con anterioridad a que fuera efectiva su desaparición y se abordara la urbanización de la zona, el paraje se estuvo acondicionando convenientemente cada mes de julio, con muy buen gusto por cierto, para que pudiera acoger algunas ediciones de los entonces nacientes Festivales de España.

Un hecho trascendental, sin duda, se va a producir en el albor de los años sesenta, cuando el ayuntamiento de la ciudad, siguiendo las directrices de la norma aprobada por el Gobierno de la Nación, aprueba un nuevo Plan General de Urbanismo. Porque de hecho, nada más entrar en vigor se traza la calle Santa Luisa de Marillac, la que va desde la Biblioteca Pública hasta la antigua Escuela de Magisterio -que partió casi por mitad la ya citada chopera-, como por supuesto las adyacentes, para terminar configurándola con la fisonomía que sigue teniendo hoy. Como barrio emergente que era no tardó en ponerse de moda este nuevo espacio urbano de la ciudad.

La década de los sesenta va a ser clave en el desarrollo del barrio. La demolición de la Estación de San Francisco va a llevar consigo la transformación de una de las zonas más céntricas de la ciudad pues en ella se van a concentrar una serie de edificios que se construyen para albergar un conjunto de centros docentes y los servicios inducidos que terminaron por convertir la zona en lo más parecido a un campus.

La entrada en funcionamiento de los dos colegios menores fueron una novedad en el panorama estudiantil soriano, hasta entonces carente de este tipo de instalaciones, y fueron el complemento perfecto de la incipiente oferta educativa que iba a recibir el espaldarazo definitivo con la creación del Colegio Universitario, el entrañable CUS y su ubicación en lo que había sido Hospital Provincial. Antes se había construido el nuevo edificio de la Casa de Cultura y el Pabellón Polideportivo de la Juventud, una actuación novedosa en su momento.