LOS GUARDIAS DE CIRCULACIÓN

Un guardia de circulación en su puesto de la entrada de la Dehesa, el primer emplazamiento que tuvieron los agentes (Archivo Histórico Provincial)

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Al comienzo de los años sesenta del pasado siglo XX se instalaron en Soria los primeros semáforos. Hasta entonces la regulación del tráfico urbano corría a cargo de una sección especial de la policía municipal. Rememoraba el costumbrista Paco Terrel  que fue Aquilino Hernández, en el año 1938, el primer agente que salió a la vía pública a prestar servicio para ordenar la circulación en el centro de la ciudad. Fue concretamente en el cruce de la calle Ferial con las de Marqués del Vadillo y Alfonso VIII, o sea en la puerta de la Dehesa, el punto, sin duda, más conflictivo en aquel momento.

Pero cuando la ciudad, aunque tímidamente, comenzó a ensancharse, la plaza de Mariano Granados continuó siendo el punto de convergencia del tráfico que afluía al centro, con la particularidad de que no había ningún tipo de restricción a la circulación de vehículos. O lo que es lo mismo, el Collado hasta la plaza Mayor, por un lado, y hacia la carretera de Logroño, por delante del palacio de los Condes de Gómara, estaba abierto al tráfico y hasta en algún tramo incluso permitido aparcar. En el paseo del Espolón, otra de las arterias principales y de uso casi obligado, la circulación era de doble sentido, como, en general, en la totalidad de las calles del corazón de la capital. Así podrá entenderse mejor que cuando el tráfico de vehículos fue incrementándose, no sólo fuera el de la entrada a la Dehesa el único puesto en el que de manera regular se plantaba un agente a pie de calle para ordenar la circulación, sin ninguna protección, por más que con el paso del tiempo, y únicamente durante el verano, se le dotara de una pequeña sombrilla en la que se cobijaba para protegerse del sol. Porque, en efecto, otro se situaba otro en la actual plaza de los Jurados de Cuadrilla, en la imaginaria glorieta que se configuraba en la avenida de Navarra delante de la desaparecida Oficina de Turismo y  el desocupado edificio de la Caja de Ahorros. Y un tercero, en el ensanche del Collado, en la bautizada por la inagotable cantera del ingenio soriano como plaza de la tarta, antes naturalmente de la remodelación a que fue sometida hace ya algunas décadas y desapareciera la farola que había en el centro junto a la que, por cierto, se situaba el policía. Sin embargo, cuando circunstancias puntuales lo exigían, se habilitaba un puesto más al final del paseo del Espolón en su confluencia con la avenida de Valladolid y las calle se San Benito y Mosquera de Barnuevo, otro punto en verdad conflictivo. La aparición de los semáforos fueron un novedoso sistema de regulación del tráfico urbano en detrimento de los guardias de circulación hasta extinguirse su figura.