TOROS Y TREN

El torero Enrique Ponce brinda un toro a Gonzalo Santonja, director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua en la corrida del Sábado Agés de 2011

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Del tren, muy rara vez para bien, vienen hablando las sucesivas generaciones de sorianos desde hace ya décadas. La última noticia del ferrocarril, por ahora, se ha producido no hace muchos días con la publicación en los medios del anuncio de expropiación de fincas colindantes con la línea Torralba-Soria para proceder a no se sabe bien qué modernización de las muchas que más que anunciarse se han pregonado, especialmente en los últimos años, sin que ninguna –o muy pocas- se haya llegado a materializar. De promesas estamos aquí más que hartos porque son contadas las que llegan a materializarse.

Se dice bien que lo del tren en Soria lejos de ser de una cuestión de ahora viene cuando menos de hace más de cien años, sí, un siglo.

Un buen amigo que suele hurgar en las hemerotecas y no acostumbra a quedarse en lo anecdótico ha tenido la atención de enviarnos el texto –que agradecemos- de una crónica de toros fechada en Soria nada menos que el 5 de octubre de 1919 publicada en un medio nacional. En efecto, ese día el periódico Heraldo de Madrid incluía con la firma de Ángel Caamaño una reseña del festejo celebrado en el coso de San Benito o del Ferial, como se prefiera, pero, por favor, nunca “la chata”, el día 3 de ese mismo mes con motivo de las fiestas de San Saturio en el que intervinieron los hermanos Belmonte: Juan y Manolo.

De la crónica no interesa tanto el desarrollo de la corrida, que por lo que se cuenta fue una más, como de la reflexión y la crítica del revistero que tras dejar constancia de lo grata que resultó la actuación en Soria de los Belmonte, “pues volverán a Soria cómo y cuando quieran”, dejó claro que “nosotros –por él- quizá no y bien sabe Dios que lo sentiremos, porque es triste renunciar a las distinciones y agasajos de los simpáticos sorianos; pero la época de su corrida, tan fría, tan molesta, tan comprometedora para los intereses tauromáquicos… Y esa brutal, pesadísima, inaguantable parada en Torralba…” De manera, que tras abogar asimismo por el traslado de la corrida a septiembre “puesto que en ese mes es la feria” [de ganados] se preguntaba ¿por qué no solicitar también a la empresa ferroviaria la necesaria modificación de los horarios de los trenes?, para rematar así la crónica: “Joselito, el gran torero, que por primera vez fue a Soria el año pasado [1918], quedó encantado de la bondad de su gentes y quedó harto de las molestias pesadísimas del viaje. Al hacerle proposiciones este año [por 1919], contesto sin vacilar:

– ¿Yo a Soria? ¡Ni “amarrao”!

Y no le falta razón –apostillaba Antonio Caamaño-, porque es mucho Torralba, y mucha pesadez y mucha molestia”.

Cien años después –total nada-, viajar a Madrid en tren sigue siendo una aventura por mucho que los políticos de turno –tanto da el color, todos tienen su buena cuota de responsabilidad- se esfuercen en pregonar a los cuatro vientos lo mucho que trabajan y hacen ¡! por mejorar la comunicación ferroviaria, lo que no deja de ser una broma de bastante mal gusto si es que no un insulto, que sin duda lo es.