La farmacia Carrascosa es una de las firmas más antiguas y acreditadas de la ciudad (Archivo Histórico Provincial)
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Con tal de vender, y más en tiempos de crisis, se hace lo que sea. Una buena prueba de ello es que hay ciudades españolas que han creado la que han dado en llamar Ruta de los Establecimientos Emblemáticos. Suele estar en la zona más poblada, donde lógicamente el consumo potencialmente mayor y los negocios cuentan con una solera avalada por la trayectoria de un montón de años que los hace únicos al margen de cualquier celebridad del momento. Una manera, en todo caso, de conocer mejor la ciudad. Es una especie de Centro Comercial Abierto si lo extrapolamos a Soria capital.
Aquí, en la ciudad, podría hacerse algo parecido ampliando desde luego el concepto y la filosofía de la asociación de comerciantes, que parece tener un ámbito más restringido, relacionado únicamente con el comercio tradicional y de proximidad y no con otras áreas que podrían ser de aplicación. De tal manera que a esa hipotética Ruta de los Establecimientos Emblemáticos muy bien podrían incorporarse locales de perfil distinto en los que se ejerce otro tipo de actividad: hostelera, farmacéutica, informativa, docente… por ejemplo, sin obviar que aun tratándose de firmas veteranas -algunas muy antiguas- el espacio que las acoge ha cambiado.
De modo que en la eventual Ruta de los Establecimientos Emblemáticos de Soria figurarían los bares Torcuato, Apolonia, Silencio y Queru, la taberna Vinos Lázaro, restaurantes como El Ventorro y El Mesón Castellano –todos ellos verdaderos templos cada uno en su especialidad- y hoteles como el Alfonso VIII, que hace ya tiempo pasó a formar parte de la historia de la ciudad.
O farmacias como la de Carrascosa y Martínez Borque, instituciones únicas en lo suyo, como en otro ámbito la Peletería Carrascosa, si es que no medios de comunicación como el actual Heraldo-Diario de Soria, heredero del mítico Hogar y Pueblo, y Radio Nacional, la versión actual de la emblemática Radio Soria, de la Cadena Azul del Frente de Juventudes, Y por supuesto, el Instituto Antonio Machado, el Instituto a secas de toda la vida, porque no había otro.
A todos ellos habría que añadir en un recorrido que lejos de ser exhaustivo no pretende más que recordar una serie de establecimientos con los que crecieron varias generaciones de sorianos. En este sentido cabría señalar la librería Las Heras, Monreal, el comercio de Adolfo Sainz, la peletería Carrascosa, la Ferretería 2000 (continuadora de la desaparecida La llave), el autoservicio Muñoz, la Mantequería York, los reconvertidos comercios Alcubilla y Barrón como también el de Zapata, sin olvidarnos del que responde en la actualidad a la denominación comercial de Nietos de Casto Hernández, el inventor del asperón, un producto para la limpieza, especialmente de suelos, único en la época.
El listado podría alargarse y escribir una completísima guía que posibilitara conocer lo que fueron todos ellos y representaron para la ciudad. Y no solo eso sino lo que siguen siendo y aportando,