El Cerro de los Moros desde el Campus Universitario con la Central Lechera en primer término (Joaquín Alcalde)
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Llevábamos años sin hablar del Cerro de los Moros desde que en el ya lejano 2004 se conociera la posibilidad de desarrollar un ambicioso plan urbanístico en un paraje hasta entonces ignorado por los sorianos. El asunto parecía estar dormido, aunque por supuesto no olvidado, cuando de buenas a primeras ha vuelto a adquirir protagonismo.
El arranque de la revitalización de la polémica hay que situarlo en el pasado 20 de julio de 2020, es decir, en pleno verano, cuando el ayuntamiento de la ciudad, respondiendo a una petición promovida por la sociedad privada propietaria de los terrenos, presentó una solicitud ante las autoridades de la Junta de Castilla León, para que se autorizase una modificación puntual del Plan General de Ordenación Urbana de Soria en el sector. En su respuesta, la Administración Regional ha dicho que la modificación planteada afecta en mayor o menor medida tanto al yacimiento arqueológico del Castillo como al del Casco Urbano y por otro lado, dada su proximidad al Castillo y a la “Margen izquierda del Duero”, ambos declarados Bienes de Interés Cultural, puede existir una afección visual a los mismos. La decisión, pues, está en manos de la Comisión de Patrimonio Cultural de Castilla y León. Pero, sin entrar en más detalles, lo cierto es que estamos ante lo que supone un nuevo atropello urbanístico y de modelo de ciudad que añadir a los muchos que han (hemos) padecido los sorianos en los últimos ochenta años.
El Cerro de los Moros es uno de los parajes que aun no estando lejos de la ciudad, y por supuesto de las edificaciones más recientes construidas hasta prácticamente el mismo cementerio, no se ha distinguido precisamente por haber sido frecuentado por los sorianos, sobre todo hasta que la antigua senda que partía de las proximidades de la antigua puerta de Valobos y tras cruzar la vía del tren le dejaba a uno a una nada de la ermita de San Saturio se convirtió en el nuevo vial, que seamos sinceros tampoco es que se utilice demasiado por la dificultad que entraña especialmente si subir desde el río se trata.
En todo caso, el Cerro de los Moros estuvo relacionado tradicionalmente con el entonces despoblado barrio de Santa Clara y más tarde, y a medida que fue ocupándose, con el sinsentido que resultó ser el del Calaverón pues fue durante años el paraje preferido de los jóvenes, y no tan jóvenes, de la Soria de antaño para cultivar su afición a la caza de pajarillas, turis, verderones y otras especies, lo que cayera, que habitaban en la zona utilizando varetas –una especie de juncos delgados- embardunadas de liga, una materia pegajosa obtenida generalmente del muérdago y del acebo utilizada para cazar pájaros que se despachaba en las contadas droguerías establecidas en la ciudad.
Pero el Cerro de los Moros es especialmente recordado por tratarse de un entorno seguro al encontrarse en un lugar alejado del centro de la ciudad y despoblado en el que en los primeros años cincuenta del pasado siglo XX fue utilizado como foso de tiro y campo de maniobras de los soldados del recordado Batallón de Minadores que permaneció unos cuantos años de guarnición en la ciudad alojado en el cercano cuartel de Santa Clara, que hubo que acondicionar a toda prisa para poder acuartelar a la tropa. Aún queda y puede verse algún resto en la zona.