Los Reyes a la puerta del antiguo Hospital Provincial (Archivo Histórico Provincial)
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La festividad de los Reyes Magos, que cierra el ciclo navideño, este año será diferente.
Antaño, como ahora, el final del tiempo navideño estaba jalonado por el tradicional ajetreo comercial de la víspera de Reyes, para cuya fecha el mismísimo Director General de Trabajo era el que disponía que el 5 de enero pudieran permanecer abiertos hasta las doce de la noche los establecimientos comerciales de actividades que tradicionalmente lo venían haciendo ese día, recalcando que debían abonarse «al personal como extraordinarias las horas que excedan de la jornada legal”, al tiempo que, en otro orden de cosas, advertía de que a efectos de consumo eléctrico estos establecimientos deberían atenerse estrictamente a las instrucciones de los organismos competentes del Ministerio de Industria.
La misma tarde del 5 de enero se celebraba la Cabalgata de Reyes, con muy parecido desarrollo al que se conoce, aunque no con la continuidad y niveles actuales, pues había años que, por lo que fuera no había Cabalgata. El itinerario no era el de ahora aunque sí el final en la Plaza Mayor, entonces del Generalísimo.
La comitiva partía de los antiguos Cocherones de Obras Públicas, donde se construyó más tarde la Estación de Autobuses, y enfilaba la avenida de Valladolid abajo para llegar al paseo del Espolón y continuar por la plaza de Mariano Granados, la calle Marqués del Vadillo y enfilar el Collado (entonces General Mola) para concluir en la Plaza Mayor.
Todo ello, se tenía el buen cuidado de subrayarlo, gracias a la gestión del Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, que encargaba al Frente de Juventudes tanto la organización de la Cabalgata como la distribución a la mañana siguiente de los regalos a los niños de Soria [con la tarjeta que previamente les habían entregado en los colegios y dependencias de los organizadores] que en todo caso debían hacerlo personalmente los tres Reyes Magos en el Hogar de las Falanges Juveniles de Franco situado en la planta baja del Palacio de los Condes de Gómara (en alguna ocasión en el Cine Ideal), en presencia de las autoridades. Luego solían acudir al Hospital Provincial, entonces en la calle Nicolás Rabal, y a algunos centros oficiales para entregar los juguetes a los hijos de los funcionarios.
Hubo un tiempo, en los años cincuenta del siglo pasado, mientras permaneció en la ciudad el Batallón de Minadores, que la Cabalgata revistió una especial vistosidad pues los Reyes Magos en lugar de llegar a la ciudad en los recordados vehículos Land Rover, unos todo terrenos muy de boga en la época, lo hacían a caballo con el acompañamiento de la banda de cornetas y tambores, que no solían faltar en la comitiva.