Grupo actuante en el programa estrella de Radio Soria «Ondas de Medianoche» (Archivo Histórico Provincial)
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El día de Todos los Santos de 1952, es decir, el 1 de noviembre, comenzó a emitir en periodo de pruebas la emisora Radio Soria. Lo hizo “con una longitud de onda de 202 metros y 1.485 kilociclos”, que en el dial se identificaba como Estación Escuela número 2 de la Cadena Azul del Frente de Juventudes y emitía “Desde la Torre de los Ríos”. Un avance novedoso en el modesto, por limitado y controlado, panorama informativo de aquella Soria de comienzos de los cincuenta que andaba inmersa en otro tipo de preocupaciones ajenas al dirigido mundo de la información y el entretenimiento.
Acomodada en la última planta del emblemático y destartalado Palacio de los Condes de Gómara tenía el terreno abonado para calar en la sociedad soriana. La instalación de la emisora de radio se desarrolló a una velocidad inusual para lo que se llevaba entonces. Porque, en efecto, apenas un año y medio antes del inicio de la andadura, tras una reunión celebrada en el Gobierno Civil, se anunciaba el acuerdo político de una iniciativa que se llevaba tiempo esperando en la ciudad, cuyo ayuntamiento, por cierto, contribuyó con una ayuda de 50.000 pesetas (300 euros de la moneda actual), del mismo modo que lo hicieron los municipios de la provincia, con aportaciones desiguales.
En el ático de tan significativo edificio, donde se encontraban asimismo ubicados los equipos técnicos, estuvo funcionando durante bastantes años “la radio” hasta su traslado a un piso de la calle Cortes. Fue la época dorada de la emisora que transcurrió en aquellas novedosas y modernas instalaciones adaptadas en el conjunto de una fábrica enorme, cargada de historia pero escasamente funcional que se diría hoy, que, por el contrario, no carecían absolutamente de nada pues estaban dotadas desde oficinas para los servicios generales de administración y de atención al público, hasta de despachos -espacios en la terminología moderna- en los que se concentraba y decidía la actividad diaria de la emisora pasando por dependencias destinadas a locutorios y sala de control –motivo de especial atracción para los visitantes- y, por supuesto, de discoteca, que tenía algún tipo de restricción importante no tanto para acceder a ella como alguna que otra indicación muy precisa recordando al ocasional usuario la prohibición expresa de emitir determinados contenidos musicales.
Pero por encima de la singularidad de las instalaciones y de los programas de todo tipo que se emitían –muy seguidos por cierto por amplios sectores de la sociedad soriana-, entre las dependencias de aquella coqueta emisora llamaba particularmente la atención el no menos elegante y encantador salón de emisiones “Cara al público”, con alrededor de un centenar de confortables butacas habida cuenta la costumbre extendida en la época de celebrar en presencia de la concurrencia emisiones radiofónicas de todo tipo. De manera que para asistir en directo, como pudiera ser el caso, a las inolvidables Ondas de Medianoche, el programa estelar en el que la emisora echaba al resto y como respuesta ciudadana todo dios salía a la calle después de cenar, incluso las frías noches de invierno, a la busca del tesoro, que tenía la recompensa de un premio para el que lo encontrara, y, en un contexto completamente diferente, al Mago Piruetas, dirigido a los más pequeños, que definieron sin duda ninguna una etapa apasionante en la historia de la radio y de la vida de Soria, los potenciales interesados en asistir no tuvieran más remedio que hacer uso de algo tan socorrido como el recurso de la recomendación, pues el recinto se llenaba a rebosar y aun con todo no todo el que quería podía acceder al recoleto auditorio.
Su dilatada trayectoria está jalonada de infinidad de circunstancias y avatares para terminar siendo la Radio Nacional de España que conocemos.