EL MIRADOR-BAR Y LAS BARCAS DEL AUGUSTO

El Mirador-bar h el embarcadero del Augusto en una imagen de los años cuarenta (Archivo Histórico Provincial. Fondo Carrascosa)

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El Duero y su entorno como zona de recreo sin necesidad de salir de la ciudad continúa siendo uno de los parajes más visitados sobre todo desde que a finales de 2006 se dieran por terminadas las que oficialmente se denominaron “Actuaciones en el Entorno del Río Duero en Soria”, aunque mejor “Márgenes del Duero” para hacerlo más fácil, que venían a poner fin a una larga etapa de despreocupación y de abandono de uno de los entornos tradicionalmente más queridos y disfrutados por los sorianos, mientras les fue posible.

No han sido, sin embargo, únicamente las corporaciones de la democracia las que han mostrado su preocupación por enclave tan sensible porque a poco que se haga memoria o se acuda a la hemeroteca enseguida podrá advertirse que el interés por el río lejos de responder a una cuestión de oportunidad viene, por el contrario, de lejos. Es más, en ocasiones junto a los proyectos promovidos por los poderes públicos se han desarrollado otras actuaciones de índole privada conscientes del potencial que ofrecía, y sigue ofreciendo, por sí mismo el Duero y el complemento de la oferta turística y cultural que genera su entorno.

Ya en el año 1935, concretamente en el mes de julio, se anunciaba a los sorianos la construcción de una playa en el río Duero que llevaría el nombre de Soto Playa y se inauguraría “con todos sus servicios anejos” el 4 de agosto siguiente, con el establecimiento incluso de un servicio de autobuses “para que los sorianos puedan bajar cómodamente desde la plaza de Ramón Benito Aceña” (la plaza de Herradores), según puede leerse en los periódicos de la época. Sin embargo, tan novedosa iniciativa, por razones fácilmente comprensibles, no tuvo la continuidad que se pretendía, aunque bien es cierto que cuando tras la Guerra Civil se retomó la idea de revitalizar el paraje aún se seguía hablando del interrumpido proyecto y de la construcción de una piscina para nada convencional pues, al contrario que éstas, se alimentaría exclusivamente con agua natural, la del río, sin necesidad de tener que clorarla.

En todo caso no fue hasta mediada la década de los cincuenta cuando se volvía a actuar en el Soto Playa. Fue gracias al empeño del alcalde Eusebio Fernández de Velasco que de esta manera veía cumplido uno de sus sueños. El 17 de julio de 1954, víspera de la Fiesta Nacional, se inauguraron por todo lo alto las novedosas instalaciones, sin que faltara la quema de una colección de fuegos artificiales. Mas todo fue efímero, porque no muchos años después comenzaría a embalsar la presa de Los Rábanos con las consecuencias de todos conocidas.

No obstante, entre las dos actuaciones anotadas en el Soto Playa había surgido algo más arriba un proyecto sin duda menos ambicioso pero que a cambio iba a dejar su impronta en una etapa muy definida de la vida de Soria y de la sociedad soriana acostumbrada a otro tipo de hábitos y a los convencionalismos al uso. Porque, en efecto, junto al que en Soria conocemos como Puente de Piedra, en las traseras del antiguo convento de San Agustín y de la que fue primera central eléctrica de la capital, la Térmica, de la que por cierto ya no queda más que algún pequeño resto de las ruinas del edificio, el joven y emprendedor empresario soriano Augusto Romero inauguraba la tarde del martes 18 de julio de 1944 el Mirador-Bar “con un gran baile en las amenas orillas del río”, subrayó el diario local Duero. A partir de aquel momento la instalación  pasó a ser una de las referencias obligadas del verano pues además del servicio de bar –inicialmente no era más de lo que hoy se conoce como un chiringuito- contaba con un par de barcas de recreo, que luego amplió, y todos los domingos con la acostumbrada y concurrida sesión de baile no exenta del inevitable chismorreo propio de la pequeña capital de provincia que daba de sí lo suyo.

Fueron los años cuarenta y cincuenta los mejores de aquel entrañable Mirador-Bar porque más tarde la puesta en funcionamiento del Soto Playa le restó protagonismo y aunque en la práctica permaneció abierto hasta bien entrada la década de los noventa el hecho cierto es que su etapa de brillantez hacía ya años que había pasado con la irrupción en el mercado y en las costumbres de los sorianos de otras ofertas de ocio.

Sin actividad desde hacía décadas, lo poco que quedaba de las instalaciones del mítico Mirador-Bar acaba de desaparecer. Los trabajos de rehabilitación de la muralla que se están acometiendo se los ha llevado por delante.