LA CIUDAD (VI) – UN ALCALDE DE TRANSICIÓN

La plaza de Mariano Granados y la avenida de Navarra, con el teatro-cine Avenida a la izquierda de la imagen (Archivo Histórico Provincial)

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A mediados del mes de febrero de 1975 el alcalde Raúl Ladera Vivas había presentado la dimisión al Gobernador Civil, el malagueño Francisco Hidalgo Ramos. Las causas habría que situarlas en el accidente sufrido durante un viaje oficial a Madrid que condicionó su mandato pues en efecto, aunque continuó durante algún tiempo al frente de la alcaldía, la realidad es que el primer teniente alcalde de la corporación, el conocido y joven abogado soriano José Manuel Sánchez Gil, estuvo ejerciendo el cargo en funciones durante una buena temporada. Sánchez, se había incorporado como concejal por el tercio familiar en los primeros días del mes de febrero de 1971. Cuatro años después, el 19 febrero de 1975, llegaba a la alcaldía luego del periodo de interinidad a que se ha hecho referencia. Su  breve paso por la presidencia del consistorio no fue precisamente un camino de rosas pues a la de por sí agitada vida municipal que se vivía focalizada por el asimismo concejal de la corporación y a su vez Procurador Familiar en Cortes Fidel Carazo en la figura de quien le había precedido en el primer sillón de la casa consistorial, es decir, Raúl Ladera, se unió en el mes de noviembre el fallecimiento del Caudillo.

De todos modos, José Manuel Sánchez, pese a su fugaz mandato, al margen de la interinidad previa, aún tuvo tiempo para dejar su impronta. Pues, en efecto, a los pocos meses de pasar a ser el primer edil con todas sus consecuencias se adjudicaba la ejecución de las obras de ordenación del entorno de la concatedral de san Pedro y de la antigua iglesia de san Nicolás. Aquel mismo verano de 1975 se adoptó una medida pudiera decirse agresiva como sin duda lo era la limitación del tiempo de aparcamiento de vehículos en el centro de la ciudad mediante la implantación del novedoso –al menos aquí- sistema de pago conocido como Zona Azul. Por otra parte, en vísperas de las fiestas de san Juan, el ayuntamiento comunicaba la ampliación hasta el cuarto curso de Medicina en el Colegio Universitario al tiempo que el Hospital General de Soria iniciaba las conversaciones para la adscripción del centro médico a ella, y se conocía la futura ubicación en la capital de un Instituto Politécnico Nacional; además, el Instituto Nacional de Previsión acordaba la cesión de terrenos para la construcción de una residencia para pensionistas en el Alto de la Dehesa. En lo urbanístico no debe pasarse por alto la demolición del emblemático teatro Avenida –una de las señas de identidad de la ciudad- y, como consecuencia directa, el notable cambio de imagen que en muy poco espacio de tiempo iba a sufrir el centro urbano tras la construcción unos años antes de la nueva sede de la Caja General de Ahorros y Préstamos de la Provincia de Soria, la Caja de toda la vida, en la plaza de Mariano Granados.

Sin embargo, si hay una noticia que causó verdadero impacto coincidiendo con el final del mandato de José Manuel Sánchez, y no porque tuviera absolutamente nada que ver con la actividad municipal, fue el acuerdo del Consejo de Ministros del 9 de enero de 1976 que aprobaba la construcción de un Centro de Investigación Nuclear en la provincia de Soria y activó todas las alarmas de la contestación popular contribuyendo, y de qué manera, a elevar el tono de  la irritación ante la gestión del día a día del consistorio cuando todavía no se habían cumplido dos meses de la muerte del Generalísimo por más que si bien en la lejanía del horizonte comenzaban a divisarse síntomas de cambio. Pues, en efecto, después de cuarenta años se habían convocado elecciones municipales para el 25 de enero del naciente 1976, a las que un par de semanas antes José Manuel Sánchez anunció que no se presentaría. De manera que fueron proclamados candidatos el médico José Luis Calvo Morales, el industrial Domingo Hergueta Modrego y el periodista y dueño del periódico Soria-Hogar y Pueblo Fidel Carazo Hernández, que fue el que resultó elegido. El 1 de febrero finalizaba el tiempo de Sánchez Gil después de un año menos unos días como alcalde y cinco años después de que hubiera tomado posesión como concejal. Un alcalde, pudiera decirse, de transición en una etapa particularmente complicada y difícil.