El puente de Carlos IV, en la antigua carretera de Madrid, a la entrada de la ciudad (Joaquín Alcalde)
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Por el nombre de puente de Carlos IV no serán demasiados los sorianos que sepan de qué infraestructura se trata. Pero si se habla del puente que hay paralelo al viaducto del ferrocarril enseguida sabrá de lo que se está hablando.
Viene a cuento esto del puente de Carlos IV a raíz del que recientemente se ha dado en denominar proyecto de “Adecuación del puente de piedra peatonal sobre el río Golmayo” que acaba de conocerse, promovido, según se ha dicho, por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, a través de la Dirección General de Carreteras (Unidad de Carreteras de Soria) para llevar a cabo actuaciones tendentes a resolver las deficiencias que presenta la infraestructura y garantizar su estado de conservación.
No es cuestión de recordar los trabajos a acometer pero de sí hacer algo de historia de esta construcción que fue levantada entre los años 1787 y 1790 en el marco del proyecto de unión por carretera de Soria con Madrid, durante el reinado de Carlos IV, de ahí su nombre. Fue construido para salvar el río Golmayo siendo el único acceso a la ciudad por el Sur.
El puente sobre el río Golmayo, como es conocido por los sorianos, está situado en la antigua carretera de Madrid a Francia por Soria y Logroño, a la altura del punto kilométrico 222,800 de la actual N-111a, en la terminología oficial. Y muy cerca de él, a la izquierda, entrando a la ciudad, no pasaba en absoluto desapercibida la casilla de Camineros, hace años demolida, de la que no obstante todavía pueden verse restos de la construcción y los frondosos nogales que la jalonaban.
Dicho lo cual, no estará demás señalar que esta actuación que se contempla ahora no va a ser la primera porque fue en el verano de 2008 cuando verdaderamente se recuperó para los peatones después de décadas de abandono y, por tanto, sin uso. Las obras de entonces afectaron a la estructura y al pavimento, que se cambió por losas, consolidando un empedrado para facilitar el paseo de los usuarios. Hoy el puente de Carlos IV es notablemente más frecuentado y ha venido a completar las actuaciones en las márgenes del Duero, que han revitalizado la zona que da acceso al antiguo barrio de La Rumba, hoy despoblado.