LA MISA DE NOCHEVIEJA EN LAS CLARISAS

Vista parcial de la nave central de la iglesia de Santo Domingo, con el alatar mayor y las monjas al fondo (Alberto Arribas)

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Es una de las ceremonias más entrañables, y quizá desconocida,  de cuantas tienen lugar en la ciudad durante las celebraciones navideñas.

Por eso, a los más mayores no pueda por menos que venirles irremediablemente a la memoria el recuerdo de la Misa Pastorela que se oficiaba en la iglesia del antiguo convento de La Merced la mañana de los días de Navidad, Año Nuevo y Reyes. Esta, la de Nochevieja, a la que vamos a referimos, tiene lugar en la iglesia de Santo Domingo cada 31 de diciembre cuando hace ya un buen rato que ha anochecido.

Se trata de una celebración muy sencilla que viene a ser la mejor referencia para despedir el año y recibir el siguiente. La ceremonia es en realidad por el Año Nuevo que va a estrenarse en muy pocas horas. Todo en el marco de un ambiente sobrio pero lleno de solemnidad con las naves del templo, iluminadas y engalanadas, luciendo un esplendor, del que se disfruta. La iglesia se llena, de tal manera que conviene acudir con tiempo si se quiere tener asiento a pesar de las sillas supletorias que tienen por costumbre colocar las monjas.

Desconozco si el culto que se oficia cada tarde/noche del día de San Silvestre tiene una denominación específica pues la realidad es que las monjas lo anuncian unos días antes con un pequeño cartel que colocan a la entrada del templo diciendo que se trata de una “misa armonizada” a las ocho de la tarde. De ahí que uno tenga el buen cuidado de no atribuirle ninguna denominación en particular a no ser la de “misa el día de Nochevieja en las Clarisas”, que todo el mundo entiende y de manera especial quienes tienen por costumbre acudir. Es una misa, esta del día de Nochevieja, anticipada al Año Nuevo, que el sacerdote oficiante felicita a los asistentes al final del culto.

No es, por lo demás, una misa al uso. Más bien, al contrario, tiene bastantes singularidades, una de ellas, que canta el coro de las monjas clarisas interpretando un amplio repertorio de villancicos que combinan con los cánticos propios de la celebración. Suenan la pandereta, la zambomba y otros instrumentos musicales que convierten la cita en única. Y eso sí, la duración es algo mayor que la habitual de cualquier misa diaria que apenas se percibe porque el tiempo transcurre sin apenas darse uno cuenta. La mejor referencia la ofrece el final cuando terminada la ceremonia el público que ha asistido se resiste a abandonar las naves del templo para deleitarse con el recital que a modo de propina suele ofrecer el coro.

Asistir a la misa armonizada que tiene lugar en la iglesia de San Santo Domingo cada 31 de diciembre a las ocho de la tarde, qué duda cabe es que una buena manera de despedir el año y de prepararse en el más amplio sentido del término para recibir el que está a punto de llegar.

Una de las tradiciones sorianas, en fin, que merece la pena conocer y sobre todo disfrutar.