La actual Plaza de los Jurados congregó a los sorianos a la entrega del afamado premio radiofónico de Radio Madrid (Archivo Histórico Provincial)
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En estos tiempos que corren, no vamos a decir que a diario pero sí con relativa frecuencia, es habitual que las emisoras de radio locales y, en ocasiones y en menor medida, algunas televisiones, ocupen espacios del centro de la ciudad desde los que ofrecen programas en directo en fechas puntuales o efemérides concretas. Por los improvisados estudios suelen pasar casi siempre los mismos, o sea los prebostes de la política, que normalmente tienen poco que decir, porque lo están contando a diario, aunque también, como si formara parte de la escenificación, suele colarse algún que otro vivalavirgen que recuerda a los charlatanes que iban de feria en feria.
Estas prácticas de la radio en la calle, que ahora vemos como lo más corriente, eran impensables antaño y más en una ciudad, como la nuestra, en que la familiar, querida e inolvidable Radio Soria, la Estación Escuela número 2 del Frente de Juventudes (la actual Radio Nacional de España) que emitía desde La Torre de los Ríos, en la planta ático del Palacio de los Condes de Gómara, estaba todavía por llegar o se encontraba dando los primeros pasos tratando de buscar acomodo entre los sorianos. De ahí que no tuviera nada de extraño que, por ejemplo, a las dos de la tarde del miércoles 12 de febrero de 1958 se congregara ante el Hotel Comercio “un gran público que llenaba la avenida de Navarra y se apiñaba en los balcones y miradores” de los edificios próximos para asistir a la entrega al soriano Julián Donado López del premio “Villa Suspense” del programa radiofónico “¡Manos arriba!” de Radio Madrid, patrocinado por “una importante firma industrial” (no se citó en el texto de la información pero se trataba del Anís de la Asturiana) a cargo de su presentador, “el popular y famoso locutor de la Sociedad Española de Radiodifusión, José Luis Pecker”, según la breve crónica del acto ofrecida por el periódico Campo Soriano, desde uno de los balcones del aludido establecimiento hotelero, por otra parte, santo y seña de la hostelería soriana de la época.
Se trataba de una novedad con categoría de acontecimiento que rompía con la monotonía del día a día de la sociedad soriana. La presencia masiva de público a hora tan intempestiva qué duda cabe que estuvo alimentada por un comentario realizado en antena por el conocido radiofonista que se interpretó aquí como insatisfacción de que el premio se quedara en Soria y no fuera a parar a otra ciudad más importante donde la repercusión hubiera sido mucho mayor, lo que aconsejó a las autoridades que la Policía Armada –los grises- debía estar presente en previsión de lo que pudiera ocurrir, pues la noticia corrió por la ciudad como la pólvora. El grado de enfado de los sorianos fue de tal calado que las primeras palabras de la intervención del acreditado locutor fueron para explicar el verdadero sentido de las manifestaciones hechas en directo, “en las que nunca quiso molestar a Soria”, declaró solemnemente, con lo que el asunto se dio por zanjado. Buena prueba de ello es que “por la tarde [Pecker] visitó la ciudad, haciendo grandes elogios de sus monumentos y su carácter afable de ciudad típicamente castellana”, según el rotativo local, que se deshizo en alabanzas, y realizó una primera valoración de su presencia en Soria, a la que “José Luis ha quedado vinculado”, y dedicó “frases elogiosas, empezando por el carácter de sus habitantes, celosos de su tradición. –como debe ser- y para la monumentalidad de la misma”. Y añadió Campo en su información de urgencia: “Soria sabe corresponder a estas amables deferencias, quedando muy honrada de la visita que ayer (por el 12 de febrero de 1958) hicieron a nuestra ciudad los dos señores, don José Luis Pecker, don Antonio Serrano, y cuantos les acompañaron en su desplazamiento de Madrid a Soria”.
En cualquier caso, la presencia en Soria de un líder de la radio como era José Luis Pecker, el periódico oficialista –la única cabecera de la provincia que podía encontrarse en los kioscos- no sólo no la agotaba con las aportaciones a que se han hecho referencia sino que en el número siguiente le daba continuidad con la publicación en la contraportada, ocupando la práctica mitad de ella, de una entrevista firmada por J. [Joaquín] Alcalde Rodríguez, que no era otro sino el autor de este recuerdo retrospectivo sesenta y cinco años después, en la que el afamado presentador volvía a deshacerse en elogios de su estancia en esta tierra y especialmente de los sorianos, junto a otras vivencias de índole estrictamente profesional.