El Polígono de la Estación Vieja recién urbanizado (Archivo Histórico Provincial)
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Para situarnos, aunque quizá no haga falta, no estará demás señalar de entrada que el conocido como Rincón de Bécquer no es otro sino las traseras de la iglesia del antiguo Hospital Provincial.
El Rincón de Bécquer tomó carta de naturaleza, o más bien surgió, a partir de la demolición de la estación vieja, pero no por ello menos querida, estación de Soria-San Francisco en la jerga ferroviaria, en la segunda mitad de los años sesenta, y sin solución de continuidad el polígono resultante, por cierto, temporalmente utilizado para ubicar en parte de él las atracciones de feria durante las fiestas locales, a falta de otros espacios idóneos que quedaran a mano susceptibles de ser usados para este fin, hasta que la Administración Central del Estado levantó en la parcela el edificio que hoy ocupa la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León. Fue entonces cuando pudieron rehabilitarse para ser contempladas las ruinas -desconocidas para la mayoría de los sorianos- del antiguo convento de San Francisco hasta ese momento en alarmante estado de deterioro, semienterradas y llenas de escombros y de basuras por más de su proximidad al centro urbano. Y eso que en las inmediaciones estaba construida ya la manzana de Pablo del Barrio, aunque con configuración diferente de la que ofrece en la actualidad, y que en la parte más próxima a la Dehesa ya hacía años que se había construido y funcionaba el Hotel Florida (el edificio que ocupa en la actualidad la Comisaría de Policía) y sus aledaños servían de improvisado muelle para los viajeros de los coches que cubrían la línea de El Burgo de Osma y San Esteban de Gormaz –más tarde también la de Madrid- porque la estación de autobuses era todavía una entelequia por más que se llevara décadas hablando de ella y hasta se hubiera presentado la maqueta de la inicialmente diseñada que luego resultó ser otra y en lugar diferente.
Pero sin apartarnos del hilo argumental, el hecho cierto es que el paraje era hasta entonces una zona degradada ocupada por algunos de los servicios de la estación del ferrocarril como pudieran ser el embarcadero del ganado en la fachada norte del actual edificio de la Junta, depositario de tantos y tantos entrañables e imborrables recuerdos relacionados especialmente con el transporte de las merinas trashumantes y de los toros de lidia en cajones tirados por mulas hasta el coso de San Benito, además de otras instalaciones auxiliares de las dependencias ferroviarias. Pero, por encima de todo, se trataba de una barrera física en toda regla que separaba de hecho el barrio de la estación vieja del alto de San Francisco, donde por aquel entonces también –año más o menos- se construyó la Escuela de Magisterio y muy cerca otros edificios dotacionales como el Polideportivo de la Juventud y los colegios menores, de manera que en la práctica se trataba, como así era, de dos zonas colindantes sin conexión alguna. Luego, sí, una vez desaparecida la estación, el cambio fue radical y a velocidad de vértigo, pues sucesivamente surgió la avenida de la Victoria (ahora Duques de Soria) –por donde antaño iba el tren desde la estación de San Francisco a la del Cañuelo-; se construyó el scalextric (el que conocemos como Ronda de Eloy Sanz Villa), de tal manera que al facilitarse el acceso a la parte de arriba comenzaron a proliferar las nuevas construcciones y, en definitiva, a ensancharse el núcleo urbano que con el paso del tiempo han configurado uno de los más modernos y poblados barrios y vertebrado una de las zonas prósperas de la ciudad.