EL BARRIO DEL CALAVERÓN (y II)

La antigua fábrica de chocolate, edificio referencia del Calaverón (Joaquín Alcalde)

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Si bien fue en los años cincuenta del siglo pasado cuando el Calaverón comenzó a poblarse para ir configurándose progresivamente de la manera que lo conocemos hoy, el hecho cierto es que como recoge la profesora Monserrat Carrasco en su obra “Arquitectura y Urbanismo en la Ciudad de Soria 1876-1936”, ya al final de los años veinte del pasado siglo XX una de las zonas de mayor crecimiento de la ciudad fue la de la Alberca, colindante con la que entonces se conocía en sentido estricto como el Calaverón, eso sí, sin equipamiento alguno en cuanto a servicios de agua corriente, alcantarilla, alumbrado o pavimentación. De tal manera que aquel paraje pasó a convertirse en un asentamiento de obreros, modestos funcionarios o pequeños industriales con el grupo de viviendas baratas diseñado por el arquitecto Ramón Martiarena, que aún pueden verse.

Pero la verdadera seña de identidad del Calaverón la ofrecía el campo de tierra inclinado hacia el sur en terrenos de lo que es hoy lo más poblado del barrio, que servía casi en exclusiva como campo de fútbol para los chicos del barrio, que apenas había, porque aquello no dejaba de ser un descampado sin poblar en las afueras de la ciudad, y, sobre todo, en los ratos de ocio de los internados en el reformatorio o correccional, que de las dos maneras se llamaba coloquialmente a la Casa de Observación de Menores, un edificio sin uso y en ruinas desde hace décadas, tras el que por cierto sigue ocultándose un buen tramo de la muralla de la ciudad, que algún día habrá que descubrir.

De modo que con el paso del tiempo fueron surgiendo en el Calaverón nuevas edificaciones al tiempo que se asentaban industrias como la fábrica de chocolate en la calle Beato Julián de San Agustín; los cocherones de la Campsa, al lado; la fábrica de persianas en la calle Cortes; las de sopa y jabones en Venerable Carabantes, y la de velas en el vecino Barrio Iglesias, las tres en un pañuelo en la zona más baja del barrio, junto a la avenida de Mariano Vicén, muy cerca de la estación de tren Soria-San Francisco (la Estación Vieja, para que nadie se pierda). Y, por supuesto, la ya citada con anterioridad Clínica “18 de Julio”, sin olvidarnos del cuartel de Santa Clara, que merece un capítulo aparte.

Un barrio, en fin, que se fue masificando hasta derivar en la chapuza en toda regla que han heredado las generaciones jóvenes y padecemos en la actualidad los que lo hemos visto crecer.

Un comentario en “EL BARRIO DEL CALAVERÓN (y II)”

  1. Muy interesantes los dos capítulos, pero además el Calaverón ha sido prácticamente un polígono industrial (persianas, jabones, lavandería industrial, chocolates, secadero de pieles, depósitos de combustible…), ahí sigue estando la pista del Maduga, el cuartel militar y hasta fue la primera zona de discobares y discotecas de Soria. Un barrio polivalente en toda regla, vamos.

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