Residencia de las Siervas de Jesús (Joaquín Alcalde)
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Era una de las noticias que más bien temprano que tarde se esperaba. Era simplemente cuestión de tiempo, y ese tiempo ha llegado. Las Siervas de Jesús se marchan de Soria.
Nos hemos enterado gracias a la colaboración en uno de los periódicos digitales de Soria del sacerdote Martín Zamora -luego se han hecho eco de la noticia otros medios locales-, que al informar de la marcha este verano de las últimas religiosas que continúan viviendo en el convento de la calle San Juan de Rabanera y agradecer el trabajo y, sobre todo, el apoyo a la sociedad soriana en general a lo largo de un siglo y cuarto, hace un llamamiento público a las instituciones para que se les dedique una calle en la ciudad.
Es lo menos que se puede hacer por estas abnegadas mujeres con las que han convivido las sucesivas generaciones de familias sorianas desde que se establecieran la ciudad. En estos tiempos que corren en que los reconocimientos, distinciones y condecoraciones municipales surgen de la noche a la mañana por la ocurrencia de quien gobierna, sin más criterio que el del oportunismo, más bien populismo, político, uno modestamente no puede por menos que sumarse a la iniciativa del presbítero Martín Zamora.
Las Siervas, como siempre se las ha conocido en la ciudad, llegaron a Soria en el mes de noviembre de 1897 poniendo a disposición de los sorianos los servicios de asistencia a los enfermos. En principio fueron dos religiosas del Instituto de Siervas de Jesús de la Caridad, establecidas en Bilbao, las que se instalaron en la casa señalada con el número 10 de la calle Caballeros. En ella vivieron hasta que en 1901 don Vicente de Benito y su esposa doña Luisa les donaron la casa que han venido ocupando desde entonces. En 1905 se inauguró la nueva iglesia construida a expensas de D. Eusebio García, en memoria de su esposa, ya fallecida, Cándida Verde, aneja a la nueva residencia a que se acaba de hacer referencia. Y más tarde, en 1921, se acometieron obras construyéndose “una soberbia galería acristalada en la fachada del mediodía, la enfermería pintada al óleo junto al cuarto de baño, unas celdas para el caso de un mayor contingente de Siervas en la residencia actual y un gran pasillo acristalado en la fachada del Este y que corre alrededor de las celdas y de la enfermería. Al Oeste de la capilla y sobre el tejado se ha construido también una soberbia terraza. En la galería podrán tomar el sol, trabajar y aun pasear los días fríos pero soleados del invierno y en la terraza tomar el aire y el sol los días mejores. Es complemento de esta obra sanitaria e higiénica de la parte superior del edificio, el gran lavadero que en la planta baja se ha instalado, con dos grandes depósitos para lavar y para aclarar la ropa con agua fría y caliente, y una hermosa caldera para colar”, refirió con detalle el periódico Noticiero de Soria al dar cuenta de la inauguración de las obras.
Con la partida de las últimas hermanas de las Siervas de Jesús se cierra un capítulo más de la historia de Soria.