EL BARCO DE RECREO O TURÍSTICO EN EL DUERO

El río Duero en el Soto Playa con el puente de hierro al fondo (Joaquín Alcalde)

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Lo del barco turístico en el Duero empieza a ser una tomadura de pelo, dicho sea con el mayor de los respetos, para una iniciativa que lleva tiempo manejando el ayuntamiento de la ciudad, sin que después –se ha perdido la cuenta- de un periodo más que razonable haya comenzado a funcionar semejante atractivo turístico.

No es, sin embargo, hacer leña del árbol caído acerca de la dejadez con la que se está llevando, como otros muchos,  este asunto sino más bien –no es la primera vez que lo contamos aquí- dejar constancia de que el proyecto, iniciativa o lo que se quiera, lejos de ser novedoso, tiene por lo menos cincuenta años –sí, cincuenta- desde que un Delegado Provincial del Ministerio de Información y Turismo que hubo en Soria, por cierto, un alto funcionario no político llamado José Rus Guirado, lanzó la idea –yo tuve la oportunidad de escucharla y posteriormente oírsela comentar a él en un círculo más restringido, en el que me encontraba- en una asamblea de los Centros de Iniciativas Turísticas que funcionaban entonces y tenían actividad.

En todo caso, no estará demás volver a decir que la historia esta del barco de recreo o como se le quiera llamar, tampoco es del gobierno municipal que de manera ininterrumpida viene ostentando el socialista Carlos Martínez desde el año 2007, porque ya en la legislatura de Javier Jiménez Vivar “Jajivi” (PP) de mediados de la década de los noventa y en la de Encarna Redondo, de su mismo partido, entre 2003 y 2007, ya se le estaba dando vueltas puede que no tanto como ahora a este asunto del barco en concreto como a algún otro de corte muy parecido. De tal manera, que durante el mandato de Jajivi (1995-1999), en un momento determinado llegó a dejarse seco el cauce del río, en las proximidades de la ermita de San Saturio, para proceder a su limpieza, hasta que inopinadamente  una mañana llamó a los periodistas, se montó en una lancha neumática e hizo el recorrido con técnicos de la administración competente y luego se le pudo ver en los periódicos y en la televisión.

Más tarde, doña Encarna [Encarnación Redondo], correligionaria del susodicho, el domingo 6 de agosto de 2006 se subió a una lancha parecida aprovechando la celebración de una prueba deportiva en el río, y aunque hay constancia de que esto fue así, no pudo vérsela, por el contrario,  abordo como a su antecesor en la alcaldía. Fue a raíz de este paseo por el Duero cuando de repente irrumpió la iniciativa esta del barco, aunque ya habían transcurrido diez años desde la ocurrencia de Javier Jiménez Vivar, sin otro objeto que el de llamar la atención, que todavía son (somos) muchos los que lo recuerdan (recordamos) como si acabara de suceder