Miembros de la Corporación Municipal con el alcalde, esta mañana en San Saturio (Joaquín Alcalde)
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Desde hace muchos años, cuando las fiestas de San Saturio terminaban el día cinco, sin alargue alguno que valiera, como ocurre ahora, que vale para más bien poco, una de las celebraciones clásicas era la romería a la ermita de San Saturio precisamente la mañana de ese día que de hecho venía a ser el final oficial por más que la no menos tradicional suelta de vaquillas por la tarde en la plaza de toros y la quema de la última colección de fuegos artificiales pusieran el broche definitivo.
Cierto que la romería matinal a la ermita, con la asistencia como ahora de la corporación municipal, no era de los actos más seguidos, de manera especial cuando coincidía con día laborable, a lo que contribuía la celebración de la prueba ciclista, que durante tantos años tuvo por escenario lo más céntrico de la ciudad, como sin duda era el circuito de la Alameda de Cervantes, seguida con especial expectación.
Pero queda fuera de toda duda el tipismo de una celebración que como la mayoría ha ido perdiendo seguimiento de manera evidente, bien es verdad que esta del 5 de octubre de 2024 quizá se haya podio ver alimentada por el desajuste producido en el programa que tradicionalmente buzonea el ayuntamiento pues mientras en la relación de los festejos cívicos aparece señalada para las 19 horas, en el editado ad hoc para las celebraciones religiosas figura con el horario de siempre, o sea las 11 de la mañana, lo que acaso haya podido inducir a confusión.
Sea como fuere, la realidad es que momentos antes de la hora indicada de esta apacible mañana de otoño ya aguardaba la Banda Municipal de Música la llegada del alcalde y demás miembros de la Corporación en la plazoleta de acceso al santuario. Un par de interpretaciones dieron la bienvenida a la comitiva oficial para a continuación entrar en la ermita y subir hasta la capilla, donde iba a tener lugar la misa. Una celebración sencilla y breve, con la nave aparentemente llena aunque sin agobios, en la que sin duda la discordante la puso el cura oficiante con un sermón de por sí excesivamente largo además de malamente escuchado por el auditorio a causa de una acústica deficiente en el que no se pudo por menos que echar en falta una referencia del santo anacoreta que resultara más cercana para el público y especialmente el más mínimo comentario a las recientes obras acometidas en la ermita, de manera muy particular a las pinturas, que la mayoría de los asistentes puede que fuera la primera vez que las contemplaban tras la reciente restauración, que se había dado por terminada oficialmente unos días antes, el martes 1 de octubre, víspera de la festividad de San Saturio. Concluido el oficio religioso se cantó, como es tradicional, el himno a San Saturio, con letra de Ulpiano Vera y música del recordado maestro Oreste Camarca.
De nuevo en la plazoleta de la ermita, la Banda Municipal, dirigida por el maestro José Manuel Aceña, volvió a deleitar al auditorio con un breve concierto tras el cual se dio por terminada la celebración. Una cita que como tantas otras de estos festejos saturianos, merecen una profunda reflexión.