La iglesia de La Mayor, ya con la portada actual
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Sí, es rigurosamente cierto y más teniendo en cuenta la fuente: el entrañable Hogar y Pueblo (antecedente, tras varios cambios de nombres y de propiedad de la cabecera del actual Heraldo-Diario de Soria), cuando el obispado tenía todavía si no la propiedad del medio sí al menos su influencia en la línea editorial de aquel periódico que vino a enriquecer la oferta informativa de la capital que llevaba años en manos del oficialista Campo (luego Campo Soriano) en solitario.
Fueron aquellos primeros años sesenta del pasado siglo XX los mejores del equipo de fútbol del Numancia, entonces en Tercera División (la estructura de las categorías no era la de ahora) tras las penurias de todo tipo, sobre todo económico, derivadas de su paso por la Segunda División, en la que jugó las temporadas 1949-1950 y 1950-1951. Era presidente el médico Juan Sala de Pablo, que lo era también de la Diputación Provincial.
En ese trienio (1961-1963) Sala de Pablo hizo lo posible y lo imposible por conseguir que el Numancia no solo jugara la fase de ascenso, que era trámite de obligado cumplimiento, sino que consiguiera regresar a la Segunda División del fútbol español para lo que sucesivamente confeccionó equipos de absoluta garantía. Pero no consiguió su propósito.
Los rivales directos del Numancia eran entonces el Arenas de Zaragoza y el Amistad, también de la capital aragonesa, los que llevaban la referencia del fútbol aragonés de Tercera División, en el que militaba el conjunto soriano. Pero hubo un momento en que de aquella posición de dominio se descolgó el Arenas, empeñado en ampliar su base social y que no quedara circunscrita solo al fútbol, de manera que la competencia quedó reducida al Amistad y al Numancia.
En estas se estaba cuando para jugar un partido de liga de la máxima rivalidad, como se dice ahora, con el Amistad en Zaragoza fue la tal la expectación suscitada que la Junta Directiva del Numancia y la RENFE acordaron poner un tren especial para facilitar el desplazamiento de los aficionados sorianos. La iniciativa fue un éxito sin precedentes, pues en seguida se agotaron los billetes –mil cien- que fueron los que se pusieron a la venta para aquel partido jugado el 19 de marzo de 1961 en el estadio municipal de La Romareda.
El caso es que el tren salió muy temprano de la desaparecida estación Soria-San Francisco, la Estación Vieja, para entendernos, y “con el fin de que puedan salir con el cumplimiento del precepto dominical cuantos así lo deseen de los expedicionarios que han de hacer uso del tren especial a Zaragoza, se celebrará una misa a las cinco de la mañana en la parroquia de Santa María la Mayor. Esto, sin embargo, queremos recordar que en Zaragoza se celebran misas vespertinas hasta las siete de la tarde”, anunció Hogar y Pueblo en una noticia breve dos días antes del viaje, el viernes 17 de marzo del citado 1961.
Yo hice aquel viaje enviado por el periódico, y escribí un reportaje que se publicó en el primer número que salió a la calle después del partido, pero no fui a la misa de las cinco de la mañana y, como consecuencia, desconozco la posible afluencia, de la que, por cierto, nunca se habló ni llegó a hacerse la menor mención en la ciudad.