Iglesia de La Mayor, de donde comenzó a salir el «rosario de la aurora» (Archivo Histórico Provincial)
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El rosario de la aurora es una práctica de piedad popular en que, en el amanecer de algunos días señalados, se recorren en procesión las calles del pueblo rezando o cantando el rosario. Esta práctica fue tomando forma a partir de los últimos años del siglo XVII en muchas zonas de España,
Hablar aquí, en Soria, en la ciudad, del rosario de la aurora nos traslada de inmediato a la celebración que tiene lugar al amanecer cada 16 de julio, festividad de la virgen del Carmen, el Carmen, a secas, para entendernos, fuertemente arraigada y seguida de manera importante no solo por los devotos del Carmelo sino por los creyentes en general. Y poco más.
Sin embargo, si se tiene la curiosidad de bucear en la prensa histórica puede encontrarse uno con el testimonio/recuerdo que dejó escrito Lorenzo Aguirre en la revista Recuerda de Soria a finales del siglo XIX, que resulta lo suficientemente ilustrativo. Según él, “los días festivos, antes de amanecer, era agradable el despertar al cadencioso cantar del rosario por las calles. Gran número de voces, armonizando de modo sorprendente, a pesar de la árida monotonía con que tenían que luchar, daban al acto aquel algo solemne, que atrae deleitando, aun en los entonces por fortuna pocos increyentes. Salía de la iglesia de Nuestra Señora La Mayor, y sin que la historia registre caso alguno de la proverbial conclusión a farolazos, tan frecuente en otras poblaciones, regresaba a la parroquia donde a continuación se celebraba la misa de alba”.
En todo caso, algún autor refiere que el rezo de un rosario de madrugada acabó en tal trifulca en el siglo XVIII y que desde entonces parece ser que corre el dicho popular de que «esto va a acabar como el Rosario de la Aurora». El hecho, según fuentes consultadas, pasó en varios pueblos, pero el sitio donde primero ocurrió fue en la localidad gaditana de Espera». Los espereños, gentilicio de las gentes de Espera, ironías de la historia, no esperaron a resolver pacíficamente sus diferencias y aquella sonada madrugada perdieron la paciencia y los estribos.
La bronca, según las mismas fuentes consultadas, surgió por la fuerte rivalidad que existía entre las dos hermandades importantes del pueblo de Espera, la de la Vera Cruz y la de las Ánimas. «Espera era un pueblo muy religioso y había mucha competencia entre las dos hermandades. La localidad, que tendría entonces entre 1.500 y 2.000 habitantes, estaba dividida», señala un cronista experto en historia local que añade cómo «ya había antecedentes de broncas entre hermandades desde antes de 1773».