Edificio de la Plaza de El Salvador donde estuvo el mítico Parador del Ferial (Archivo Histórico Provincial)
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Una de las actuaciones urbanísticas más criticadas en su momento fue, sin duda, la de la ampliación de la Casa Consistorial, no tanto por la obra como tal, sobre la que había coincidencias general en su necesidad, como por los daños colaterales que llevaba consigo, pues no hay que olvidar que la ejecución del proyecto terminaría afectando de manera importante a parte del entorno, como así ocurrió.
En los primeros días del mes de agosto de 2005 el Ayuntamiento de la capital, a cuyo frente estaba la alcaldesa Encarnación Redondo, presentaba la maqueta del nuevo edificio. Las reacciones contrarias a la iniciativa que se pretendía desarrollar no se hicieron esperar centradas fundamentalmente en el atropello que suponía, y finalmente supuso, tener que cargarse a toda costa la casi totalidad de la típica y soriana calle del Teatro.
La historia reciente de la ciudad está lamentablemente salpicada, si es que no repleta, de otras muchas intervenciones de este tipo, o similares, difíciles de entender si se toma como referencia la secuencia con que se desarrollaron los acontecimientos.
Quizá la más reciente que se tenga en el tiempo sea la de la remodelación y ampliación de la Residencia de la Seguridad Social (el actual Hospital Santa Bárbara), que lleva tiempo acometiéndose con una lentitud pasmosa y no llega a completarse, si es que no el mamotreto levantado en la plaza de El Salvador, en el solar que ocupó casi en su totalidad el antiguo Parador del Ferial, contraviniendo frontalmente con la idea y el acuerdo de una de las corporaciones de hará casi setenta años -cuando comenzó a urbanizarse la zona de calle del Campo y aledaños- que pretendía precisamente lo contrario de lo que ha terminado haciéndose, es decir, convertir en una amplia avenida el tramo comprendido entre la plaza de Mariano Granados y el cruce con la calle Tejera a través de la del Ferial y de la citada calle del Campo con salida a la de Rota de Calatañazor -todavía sin configurar, al menos de la forma que está hoy- para lo que se hacía preciso derribar algunos inmuebles, en la fachada de uno de los cuales estuvo colgado, por cierto, durante bastantes años, un enorme cartelón informativo con los detalles de la importante actuación que se pretendía llevar a cabo.