La escultura de Antonio Machado durante las contadas horas que estuvo instalada frente al Parador de Turismo (Joaquín Alcalde)
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El anecdotario de la ciudad crece a diario. Como la vida misma. Son aquellas pequeñas/grandes cosas que no tienen cabida en los medios, o cuando menos no aparecen bajo los grandes titulares pero a cambio reflejan a la perfección cómo es el día a día.
Así, por ejemplo, pasó inadvertido en la última campaña de las elecciones municipales, las de la pasada primavera (mayo de 2019), la perla que con que obsequió a la audiencia en un debate en la televisión local la número uno en la candidatura del Partido Popular al Ayuntamiento de Soria y presidenta provincial de la formación conservadora Yolanda de Gregorio, con el también número uno de la candidatura del Partido Socialista, Carlos Martínez –que pretendía seguir en la alcaldía- cuando tras alardear de currículo jurídico en materia de medio ambiente por sus trabajos -dijo- como funcionaria soltó, sin pensárselo dos veces, que en el programa de su grupo figuraba la construcción de un camping en El Pereginal, junto a la antigua fábrica de harinas, lo que el contertulio le rebatió de inmediato argumentándole que le parecía mentira que una persona experta en derecho medioambiental hablara de construir un camping en una zona inundable, como bien sabemos en Soria, remachó con contundencia el bregado candidato del PSOE. El golpe directo al mentón -permítaseme el símil del boxeo- ante semejante despropósito si es que no barbaridad, no tuvo respuesta. De nota, vamos.
Tampoco tiene desperdicio el peregrinaje en una especie de ir y venir lo que ocurrió con la escultura de Antonio Machado basada en la foto de su boda cuando a finales del mes de noviembre de 2018 fue trasladada de la noche a la mañana desde su ubicación original en la Plaza del Vergel al Parque del Castillo, frente el Parador de Turismo, en medio de un hermetismo total y, sin necesidad de entrar en detalles, sin ningún tipo de argumentación sólida alguna que lo avalase. Lo verdaderamente curioso es que la viajera escultura estuvo poco más de veinticuatro horas en el nuevo emplazamiento, las que tardaron en reaccionar diferentes sectores de la sociedad soriana clamando por tan unilateral como sorprendente decisión. Tal fue la más que justificada reclamación que la escultura volvió de inmediato a su lugar de origen. Tan rápido fue el viaje de semejante peripecia, si es que no despropósito en toda regla, que fueron contados los que pudieron contemplar la escultura de Machado frente al Parador.