La calle del filósofo, jurista y pedagogo Julián Sanz del Río está en el barrio de Los Pajaritos (Joaquín Alcalde)
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El asunto de los nombres de las calles de la ciudad, quién se los pone y decide la zona, con qué criterio y la necesidad más que urgente de un callejero actualizado son todos ellos temas más que recurrentes desde hace años, décadas. De todo ello nos ocupamos en este sitio de vez en cuando. Pero por lo que se ve no parece tener solución a corto y medio plazo. Echar la vista más lejos es una quimera.
Las evidencias son claras: nadie se atreve a hincarle el diente a un proyecto que requiere algo más que la buena voluntad de algún espontáneo, como ha venido ocurriendo hasta ahora, que pueda estar por la tarea de embarcarse en un trabajo de suyo laborioso y oscuro de muy amplia dimensión. Se requiere, más bien al contrario, no un ejercicio de voluntarismo sino la articulación por el Ayuntamiento de la ciudad de un grupo de trabajo formado por expertos pero sobre todo por conocedores de la ciudad y su historia que puede que sea dónde radique la mayor dificultad además de la falta de voluntad política de llevarlo a cabo. Sería la única manera de abordar el trabajo riguroso pero sobre todo fiable que una empresa de semejante envergadura requiere.
Conscientes, como se ha dicho, de las pocas o ninguna ganas que se observan de abordar una iniciativa que, conviene decirlo también, no da votos, el fin prioritario y casi único de quien gobierna, se permite uno sin embargo aportar una idea de bastante menos alcance pero que vendería a enriquecer sin duda el maltrecho callejero, mejor dicho las placas de las calles. La idea que se lanza, por resumir, consiste añadir a las placas que se vayan reponiendo por la circunstancia que sea o las de las nuevas calles que vayan surgiendo un brevísimo apunte acerca de la ocupación o mérito –médico, escritor, historiador, filósofo o lo que sea- del titular que le da nombre. Sería una buena costumbre que hace ya años se puso en práctica en algunas capitales españolas y merecería la pena imitar aquí. De esta forma no haría falta preguntar a nadie quién fue por ejemplo Mariano Granados, Ramón de la Orden, Mariano Vicén, Eloy Sanz Villa, Eduardo Saavedra y tantos y tantos de los que figuran en el callejero, algunos verdaderamente desconocidos incluso para quienes conocen al dedillo la ciudad y sus gentes que a mayor abundamiento carecen de vinculación con ella.