Entorno de la prisión en la calle Las Casas con la Residencia de la Seguridad Social al fondo (foto: Casimiro Rodrigo)
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Antaño había una costumbre arraigada en la prensa oficialista –también en la soriana- que debía funcionar razonablemente bien a juzgar por la puntualidad con que se producía (por lo general en el último número del año o en el primero del siguiente), como era la de presentar el balance de lo acontecido en el transcurso del ejercicio que terminaba. Visto desde la perspectiva actual qué duda cabe que suponía una aportación importante que permite aproximarnos ahora, bien es verdad que con bastantes sesgos, a algunos aspectos de la sociedad de la época, que en el mejor de los casos resultaría difícil conocer hoy.
Por eso, si echa uno la vista atrás y se toma como referencia por ejemplo el año 1961 se encontrará como hecho más destacado con que hace casi sesenta años las autoridades sorianas presentaron al Caudillo el llamado Plan Especial –se ha perdido la cuenta de los que se han redactado desde entonces y han quedado en nada- que recogía un conjunto de previsiones para el desarrollo de la provincia, o que el ayuntamiento de la ciudad había aprobado el Plan General de Urbanismo, que sustituía al de 1948 –el primero que tuvo la capital- lo que, en síntesis, iba a posibilitar construir calles más anchas, ordenar las alineaciones y unificar las alturas de los edificios de aquella Soria que, si bien tímidamente, comenzaba a ensancharse, experimentaría a partir de entonces un crecimiento tan desmedido como incontrolado.
Pero por lo que se refiere al día a día, dejó una profunda huella en la sociedad soriana el incendio –uno de los más grandes y espectaculares que se recuerdan- ocurrido la madrugada de uno de los primeros días del mes de julio en un dos de serrerías y otros tantos inmuebles de las calles San Benito y Santo Ángel de la Guarda que dejó a doce familias sin hogar a las que hubo que realojar en viviendas de la Barriada Juan Yagüe, del Palacio de los Condes de Gómara y de la Diputación en la calle Santo Tomé así como en la flamante Casa Diocesana, inaugurada aún no hacía un año. Asimismo, constituyó un verdadero acontecimiento la organización del tren especial dispuesto por la RENFE, con salida y llegada a la entrañable Estación Vieja, para que los aficionados al fútbol, y, en general, quienes lo desearan –se desplazaron mil cien-, pudieran viajar el día de San José (19 de marzo) a Zaragoza por la irrisoria cantidad de cien pesetas, que fue el importe del billete de ida y vuelta, y tuvieran ocasión de presenciar el partido de Tercera División Amistad-Numancia en una época de bonanza, por cierto, del equipo soriano. Novedad, y grande, fue la apertura de un supermercado -el primero que funcionó en Soria- en la plaza del Vergel promovido por el Gobierno de la Nación a través del organismo oficial llamado Comisaría General de Abastecimientos y Trasportes, Abastos para abreviar, que revolucionó los circuitos de consumo de la ciudad. En el ámbito de la vida social se produjo la integración del Casino de Numancia en el Círculo de la Amistad y tuvo especial relevancia el desfile de modelos en el Palacio de los Condes de Gómara a beneficio de la Campaña Pro-Navidad. Una efeméride importante más la constituyó la inauguración de la nueva Prisión, entonces en las afueras de la ciudad, entre el camino ancho de Las Casas y el de la Fuente del Rey.