La iglesia de San Clemente poco antes de su demolición (Archivo Histórico Provincial. Fondo Carrascosa)
_____
El 28 de julio de 1956 se inauguraba, con la pompa habitual de la época, el sistema automático de teléfonos de Soria.
La puesta en funcionamiento del sistema automático de teléfonos llevó consigo la construcción de un nuevo edificio para albergar la central y sus correspondientes instalaciones técnicas en la céntrica plaza de San Clemente.
Para que el proyecto fuera realidad hubo que demoler previamente la iglesia que dio nombre a la plaza. En el solar, la Telefónica levantó en un tiempo récord un edificio de nueva planta, que todavía se mantiene en pie, aunque hace tiempo enajenado y posteriormente rehabilitado y obviamente dedicado a otros usos, en la plazoleta del Tubo.
La información de que se dispone sobre la desaparecida iglesia de San Clemente no es precisamente abundante. Existen algunos trabajos y estudios de diversa índole en modo alguno exhaustivos, aunque sin duda acordes con la importancia del templo, y material fotográfico procedente del Archivo Carrascosa que se encuentra depositado en el Archivo Histórico Provincial.
Entre ellos el del ilustre soriano Juan Antonio Gaya Nuño, quien en su obra “El románico en la provincia de Soria” describe la iglesia de San Clemente como de tipo rural, de una sola nave, presbiterio y ábside, pero todo muy deformado por adiciones sucesivas. San Clemente –según Gaya- debió ser un buen edificio del tercer cuarto del siglo doce.
A mediados del siglo diecisiete el templo acogió temporalmente a la comunidad de monjas concepcionistas con motivo del incendio acaecido en el Convento e iglesia de la Concepción abriendo comunicación con la casa-palacio contigua (actual sede del Archivo Histórico Provincial), que les fue cedida como provisional refugio. Ciento cincuenta años después volverían de nuevo a esta iglesia y casa cuando a causa de la guerra de la Independencia fue por segunda vez pasto de las llamas su primitivo cenobio.
La iglesia de San Clemente llegó a formar, hasta su derribo, una unidad con el Palacio de los Ríos y Salcedo. Quedó el muro norte, que se mantiene en pie y hoy puede verse en el patio central del edificio que alberga las dependencias del Archivo Histórico.
Según los libros sacramentales de la desaparecida iglesia, las últimas inscripciones anotadas son las siguientes: defunciones, el 27 de diciembre de 1948; matrimonios, el 19 de septiembre de 1949; bautismos, el 27 de agosto de 1950. Apenas unos días después de esta última, el arquitecto municipal [Guillermo Cabrerizo Botija] informaba de que con el objeto de evitar el hundimiento de la parte de la iglesia que se encontraba en estado de ruina inminente aconsejaba su apeo, el vallado de la zona con carteles anunciadores del peligro y la supresión del culto por el riesgo de derrumbamiento que ofrecía.
De poco sirvieron los intentos del párroco [Manuel Ciriano] de recabar ayudas para restaurar el templo porque el destino parece que estaba claro. Así pudiera entenderse, al menos, de la respuesta que le dieron el Ayuntamiento de Soria y la Diputación Provincial. Mientras esta última lamentaba simplemente no poder contribuir con cantidad alguna, el ayuntamiento “dejaba pendiente la petición después de estudiarla”.
En cualquier caso, las excusas parecieron tan rutinarias y banales como escasamente creíbles porque, en efecto, no mucho después el ayuntamiento de la ciudad conocía oficialmente en sesión plenaria el interés de la Compañía Telefónica de dotar a Soria de teléfono automático junto al deseo de que le fuera vendido un edificio o un solar en un lugar estratégico de la ciudad y las gestiones que había realizado el alcalde acerca de diversos dueños de edificios, de los que por lo visto pedían cifras elevadas. En el propósito de que la capital no perdiera la oportunidad de contar con tan importante mejora –siempre según la referencia de la prensa de la época-, el alcalde [Eusebio Fernández de Velasco] se entrevistó con el obispo [Saturnino Rubio Montiel] a quien manifestó que no contando con lugar adecuado para la construcción del edificio de teléfonos le solicitaba la venta de la iglesia de San Clemente.
La visita debió surtir efecto porque no mucho después se firmaba la escritura de compra-venta, lo que suponía el cierre con acuerdo de la negociación y, en definitiva, un paso más hacia la desaparición del templo.
Del derribo de la iglesia de San Clemente apenas quedan testimonios. El dato más aproximado se ha podido encontrar en el acta de la sesión de la Comisión Provincial de Monumentos del 4 de marzo de 1953 cuando se informa a los componentes de que “había comenzado a ser derribada en enero de ese año”.
Consumada la demolición, se procedió a levantar en un abrir y cerrar de ojos el edificio para las nuevas instalaciones de la Telefónica con un presupuesto que no llegó a los tres millones y medio de pesetas (alrededor de veintiún mil euros de hoy). Pero esta es otra historia.