EDIFICIOS QUE SON EMBLEMA DE LA CIUDAD

El edificio de La Vasco Navarra, uno de los emblemas de la ciudad (Archivo Histórico Provincial)

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Hace ya algunos años fue sometido a un importante lavado de cara uno de los edificios que, pese al tiempo transcurrido desde su construcción en el ecuador de los cincuenta, sigue llamando poderosamente la atención hasta constituir una ineludible referencia de nuestra arquitectura urbana. Es el comúnmente conocido como de La Vasco Navarra en razón de una importante compañía de seguros  de la que tomó el nombre. También a finales de aquel verano, más bien en el albor del otoño, el Colegio de Arquitectos colocaba una placa en la casa de la calle de San Benito señalada con el número 20, llamada por los sorianos de Casto Hernández. Un bloque de viviendas levantado en el año 1935 en la entonces Travesía de las Concepciones que según apunta la profesora Monserrat Carrasco García su construcción respondía a la necesidad de construir casas baratas modernas.

Son solo un par de ejemplos de un nutrido catálogo de inmuebles encuadrados en lo que se ha dado en llamar patrimonio arquitectónico del Movimiento Moderno. Los sorianos siempre han –hemos- sentido especial veneración por ellos y por algunos otros como la casa de Antonio Jodra, la de los miradores, en el rincón de la Plaza de Abastos. O muy cerca de esta, en la calle Estudios, el inmueble en el que estuvo la tienda de ultramarinos “La Oriental”, y el de enfrente, el que hace esquina, con fachada a la propia calle Estudios y al pasaje de Teatinos, en cuyos bajos funcionó antaño el bar Capitol, en la actualidad una tienda dedicada a la venta de productos cárnicos.

Ya en el Collado, en el llamado ensanche, la casa de Molinero, en un lugar particularmente estratégico en la Soria de la época pues era donde se bifurcaban las carreteras que atravesaban la población.

En este breve y apresurado recorrido por los que hemos dado en llamar edificios singulares de nuestra geografía urbana, no estará de más detenerse en la plaza de San Clemente –siempre la de la Telefónica- ya que en el número 2 de la Aduana Vieja se encuentra otra casa, conocida como de Román Herrero, en el conjunto de un entorno que no deja de llamar poderosamente la atención.

Otras construcciones significativas nos conducen a la avenida de Navarra a la que imprimen carácter la casa de Juan Díaz, de afamado y vigente alias por el que se sigue identificando a sus sucesores, con fachada también al norte, o lo que es lo mismo, a la ahora denominada plaza de los Jurados de Cuadrilla, inmueble con portal de acceso desde la avenida de Navarra. Y, sobre todo, la que los sorianos menos jóvenes conocen –conocemos- como “casa del ascensor” cuando hay necesidad de referirse al primer bloque que contó en Soria con semejante artilugio que en aquellos años, y a falta de otros atractivos, llegó a ser motivo de distracción de los chicos por el solo hecho de poder contemplar embobados el desplazamiento cadencioso del contrapeso visible desde la parte posterior del inmueble. Y al otro lado de la plaza, enfrente, aunque con entrada por Marqués del Vadillo, queda el edificio de Ángel del Amo Ropero en cuyos bajos estuvo establecido el bar Talibesay, más tarde la sucursal del Banco Español de Crédito y en estos momentos una de la Caja Rural.

El listado podría ampliarse, que no concluir, con la casa de Ángel y Adolfo Jiménez, en el primer tramo de Nicolás Rabal, colindante por un lado con el edificio del Gobierno Civil (ahora Subdelegación del Gobierno) y por otro con el edificio de Sanidad y a sus espaldas, en la calle Medinaceli, con una construcción muy notable, que suele pasar desapercibida.