En el solar de los Cocherones de Obras Públicas se construyó la estación de autobuses (Colección Tomás Pérez Frías)
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La estación de autobuses fue “la obra del Pilar”, pues, en efecto, tardó más de medio siglo en construirse desde que en 1932 se abordara por primera vez el proyecto.
El edificio que alberga la terminal de autobuses, cuya remodelación acaba de hacerse pública, fue el resultado de una gestación bien larga, que se prolongó varias décadas. Había transcurrido la friolera de cincuenta años y, si se fuera riguroso, puede que alguno más.
Como refiere la doctora Carrasco en su obra Arquitectura y Urbanismo de la Ciudad de Soria 1876-1936, ya en el año 1932, el arquitecto municipal Ramón Martiarena, llegó a plantear un edificio destinado a estación de autobuses que no logró superar el nivel de proyecto. Como lugar de emplazamiento se eligió el Campo del Ferial, junto a la travesía exterior, que traducido al momento actual sería la calle Tejera o sus alrededores. El edificio, por lo que se sabe, recordaba “muy de cerca” el de la estación del Cañuelo, al menos en sus fachadas.
Pero el proyecto quedó en agua de borrajas y hubo que esperar hasta finales del año 1954 para encontrar una nueva referencia relacionada con la construcción de la tan deseada estación de autobuses. En la sesión plenaria del ayuntamiento de Soria del 27 de octubre de dicho año, que presidió el alcalde Eusebio Fernández de Velasco, la corporación tomó el acuerdo de encargar al arquitecto municipal la redacción del anteproyecto para la construcción de una estación de autobuses”. Pero, ni por esas. El proyecto seguía sin arrancar.
Aún, a finales del mes de enero de 1958, el concejal [Narciso] Fuentes López presentó una moción para la construcción en Soria de una estación de autobuses y el posible emplazamiento en terrenos situados dentro del Palacio de los Condes de Gómara y el Pradillo. Y por lo que fuera, el asunto, una vez más, quedó atascado.
Dos años después, bien entrado ya 1960, el alcalde Alberto Heras, anunciaba “el deseo de la Corporación de que se construya en Soria una estación de autobuses” ¡! y daba cuenta de lo que denominó cambio de impresiones con los concesionarios de las líneas de viajeros, a los que pidió “un detallado estudio para ver la forma práctica de llegar a su realización”. Y nada más se supo.
Fue por fin, en los años ochenta, cuando se retomó y desbloqueó el proyecto, y ahora sí, la iniciativa salió adelante. Tras pronunciarse favorablemente el pleno del ayuntamiento de la capital de agosto de 1982, al mes siguiente, en septiembre, se anunciaba el concurso de construcción de la estación de autobuses en su ubicación actual de la avenida de Valladolid, en parte del solar que habían ocupado los destartalados y obsoletos cocherones de Obras Públicas, completado con otros terrenos de propiedad municipal cedidos para este fin. Pero quedaba por delante mucha tela que cortar, y hasta mediada la década de los ochenta no se materializaba tan anhelada realidad, porque en el ínterin se había producido un hecho tan importante como la transferencia de competencias en la materia desde la Administración General del Estado a la Junta de Castilla y León. Pues no debe olvidarse que la iniciativa del proyecto correspondió al Ministerio de Transportes siendo director general de Transportes Jesús Posada Moreno, que fue el que le dio el empujón definitivo.
Y lo que son las cosas, la inauguración de uno de los proyectos de la segunda mitad del siglo XX más deseados por los sorianos, que terminó convirtiéndose en “la obra del Pilar”, pasó prácticamente inadvertida. Una circunstancia que hoy todavía resulta difícil de entender si es que no se tiene la perspectiva de que se incluyó en el apretado programa de una visita institucional –la segunda- que hizo a Soria el presidente de la Junta de Castilla y León, el socialista Demetrio Madrid, cargada de un gran contenido político. De tal manera que cuando al mediodía del 22 de octubre de 1985 acudió a inaugurar las instalaciones ya había estado en el ayuntamiento, donde la banda municipal de música le recibió al son de la “marcha de Infantes”, y le aguardaba un rosario de actividades que había iniciado la víspera y tenía previsto concluir al día siguiente, el tercero de estancia entre los sorianos.
No obstante, puede que la sobriedad en los actos de inauguración tuviera algo, o mucho, que ver con la entrada en funcionamiento de las instalaciones, que se iba a producir ¡seis meses después! Porque, no en balde, en el momento de las fotos no sólo no se sabía quién iba explotar el recinto sino que para colmo acababa de anunciarse la convocatoria del concurso y se estaba todavía en período hábil para presentar propuestas. De modo que la adjudicación se producía a mediados de enero de 1986 pero hasta la semana del 17 al 23 de marzo no comenzó a producirse, de manera escalonada, el traslado de los servicios de viajeros. Entonces sí, la realidad era cierta, por más que en la calle se dudara de si realmente era así después de tantos y tantos años esperando.
En cualquier caso, lo cierto es que una vez construida y en funcionamiento la estación de autobuses, no hubo que esperar mucho tiempo para que comenzaran a escucharse voces reclamando un nuevo edificio ante la evidente falta de idoneidad del que acababa de estrenarse. Se habló en aquellos primeros momentos de construir una nueva en las inmediaciones de la actual, pero de la iniciativa, idea, proyecto o lo que fuera nada más se supo. Ahora, la remodelación parece que va en serio.