PARAJES Y LUGARES DE LA SORIA DE ANTAÑO Y DE AHORA (I)

Caseta del ferrocarril Soria-Torralba en Maltoso (Joaquín Alcalde)

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En los últimos ochenta años la ciudad ha experimentado un cambio tan notable que la hace irreconocible. De los pocos más de dieciocho mil habitantes se ha pasado a los casi cuarenta mil. La ciudad se ha ensanchado pero sobre todo se ha desplazado hacia el oeste al tiempo que han surgido nuevos barrios en Santa Bárbara, Los Royales y Los Pajaritos, sin olvidarnos tampoco de La Florida, que se pobló años antes, y por descontado la Barriada, cuyo nacimiento queda todavía bastante más lejos en el tiempo.

Todo ello ha traído consigo un nuevo decorado urbano que ha llevado a la desaparición de parajes y lugares entrañables que dieron a la Soria capitalina de antaño una personalidad definida que las generaciones de antaño que lo conocieron añoran a poco que hurguen en el “disco duro” del recuerdo porque no solo crecieron con ellos sino que los disfrutaron y llegaron a formar parte de su rutina diaria y, aún más, a considerarlos como algo suyo.

Si comenzamos por el extrarradio resulta que de La Rumba y La Canaleja queda poco más que el topónimo. Porque, en efecto, La Rumba fue en tiempos un lugar muy poblado hasta que el embalse de Los Rábanos le dio el empujón definitivo que le condujo a la despoblación y en la actualidad son contadas las huertas que siguen cultivando. La cercana Canaleja, junto al viaducto del ferrocarril, aunque sin población asentada, no corrió mejor destino, Y otro tanto cabe decir de la Maltoso, algo más arriba de La Canaleja. Maltoso fue durante años un paraje habitado y muy frecuentado por los sorianos sobre todo durante el verano pues era uno de los lugares elegidos para pasar el día festivo en el campo. En Maltoso todavía queda testimonio del ferrocarril [Soria-Torralba] que pasaba por allí, como es el caso de la inconfundible casilla ferroviaria, que al menos exteriormente presenta un estado de conservación hasta cierto punto decoroso, que permite hacerse una idea aproximada de lo que fue.

Y situados en Maltoso resulta obligado citar otro paraje muy cercano: la antigua finca particular de Valhondo, hace décadas abandonada, de la que todavía pueden verse los restos de las edificaciones, y lugar de paso obligado hacia La Sequilla, que merece un recuerdo especial. Porque, en efecto, en este paraje muy cerca de la ciudad sobre todo cuando todavía se podía cruzar el puente de hierro de La Rumba, se construyó el edificio que albergó una hidroeléctrica, edificio que quedó bajo las aguas cuando en los años sesenta comenzó a embalsar la presa de Los Rábanos. Hasta entonces, La Sequilla había sido uno de los lugares elegidos por familias y grupos de amigos para pasar el día en sus excursiones domingueras del verano.