SOBRE EL CALLEJERO DE LA CIUDAD

El soriano paseo del Espolón en una imagen de los años cincuenta (Archivo Histórico Provincial)

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En el transcurso del tiempo el callejero urbano ha sido objeto de un sinfín de modificaciones. Porque mientras sin necesidad de ser erudito es de sobra sabido que por ejemplo el Collado fue oficialmente en la etapa precedente la calle del General Mola y con anterioridad la de Canalejas, y que la plaza Mayor era la del Generalísimo Franco, resulta más difícil llegar al conocimiento de que, por tomar dos de ellas al azar, la calle Sanz del Río, que une la del Camino de los Toros con San Martín de Finojosa, fue en tiempos la actual calle Instituto, y la de Bravo de Sarabia (en el barrio de Los Pajaritos)  estaba trazada entre la avenida de Valladolid y Mosquera de Barnuevo. O que el tan soriano paseo del Espolón –el coloquial paseo de invierno- fue durante bastante tiempo oficialmente paseo del General Yagüe desde su arranque en la puerta de la Dehesa hasta la desaparecida y emblemática Escuela Normal, y calle Burgo de Osma –ahora en los bloques conocidos como grupo CINCA, junto a la Barriada- desde Magisterio hasta la confluencia con la avenida de Valladolid.

Algo semejante ocurría con la calle Nicolás Rabal, que en su primer tramo acababa poco antes de llegar al edificio de la Biblioteca Pública, porque desde aquí y hasta la plaza de José Antonio (rebautizada como de Odón Alonso), delante de la que fue fachada principal del campo de deportes de San Andrés, era el paseo de San Francisco (en la actualidad la calle trasera del Polideportivo de la Juventud), y más tarde del doctor Fleming, hasta que alguien con buen criterio tomó el acuerdo de unificar los dos tramos para dejarlos con un único nombre, el originario de Nicolás Rabal, uno de los primeros grandes divulgadores de la historia de Soria.

En otros casos se ha producido un simple cambio de denominación bien para dejar constancia pública de hechos, gestas, nombres y, en general, de diversas circunstancias acontecidas en la historia de la ciudad, si es que no porque la denominación originaria carecía de la sonoridad adecuada o simplemente podía inducir a equívocos, alguno puede que hasta de mal gusto cuando no de dudosa reputación para los residentes en ellas. De ahí que la actual calle Linajes, la de la fachada norte de la nueva colmena, se conociera inicialmente como del Embarcadero pues no en balde era en esa zona donde se encontraba el muelle de embarque y desembarque del ganado de la desaparecida estación Soria-San Francisco, la Estación Vieja, para que todos lo entiendan. Del mismo modo que la hoy San Juan de Rabanera, resultó de la fusión de las que por separado eran San Juan y Rabanera, con connotación poco edificante esta última teniendo en cuenta la ubicación en ella del convento de las Siervas. Y la durante algunos años calle Alférez Provisional, la de la fachada norte del cuartel de Santa Clara, fue con anterioridad de Puerta Nueva y desde abril de 2010 de Bienvenido Calvo.

Porque en otros casos no sólo no ha desaparecido el nombre de la calle sino ésta como tal. Uno de los últimos ejemplos que le viene a uno a la memoria es el de la típica calle Teatro con motivo de las obras de ampliación de la casa consistorial abordadas por el equipo de gobierno liderado por Encarna Redondo (PP) que, según la Guía de la Ciudad editada por el ayuntamiento en 1946, empezaba en la Plaza Mayor y terminaba en la calle Caballeros. Pero ha habido bastantes más cualquiera que haya sido la época que se tenga la curiosidad de consultar. Ahí van dos elegidos al azar. Uno, en el mismo centro de la ciudad, es el de calle de la Estación Vieja con trazado desde la de Alfonso VIII hasta la desaparecida estación de tren; y otro, en el llamado alto de San Francisco, en las inmediaciones del Instituto Castilla, el conocido y denominado como Paseo del Hambre, que estuvo localizado exactamente entre Alonso de Velázquez y Eduardo Saavedra. El listado es amplio y da para bastante más.