LA CASA DEL TALIBESAY

 

La casa de Ángel del Amo, donde estuvo el café-bar Talibesay anteriormente el del Recreo (Archivo Histórico Provincial)

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Se trata de uno de los edificios de siempre de la ciudad. Si por lo de siempre se entiende que ha sobrevivido a las últimas generaciones. Está en el centro de la capital, en un punto estratégico de paso casi obligado en la rutina del día a día. Un mirador privilegiado desde el que sin moverse es posible asistir tanto al siempre entretenido trajín de la vida diaria como a los acontecimientos que vive la ciudad. Si antaño llamaba la atención en el conjunto de la arquitectura urbana por la línea novedosa que presentaba, en la actualidad no es que pase desapercibido pero tampoco suscita un interés especial. En cualquier caso, viene a otorgar una personalidad definida a esta zona céntrica de la población, rayana con la que ahora conocemos y llamamos Casco Histórico, si es que no forma ya parte de él, siendo uno de los inmuebles emblemáticos de Soria, de los que inevitablemente se toman como referencia. Es, según la doctora Monserrat Carrasco García, uno de los ejemplos de la arquitectura doméstica del urbanista Martiarena destinada a las clases acomodadas que tuvo sus momentos de auge en el albor de los años treinta del pasado siglo. Para la estudiosa, tal vez la expresión más clara y rotunda de este movimiento sea el edificio de estilo vanguardista que en el año 1934 encarga Ángel del Amo Ropero al arquitecto municipal Ramón Martiarena en la calle Marqués del Vadillo 17 y 19, un lugar ciertamente estratégico –más o menos como ahora- pues, como subraya Carrasco, la construcción se emplazaba junto al acceso de la entonces conocida como carretera de Madrid o, si se prefiere, avenida de Ruiz Zorrilla (la actual avenida de Navarra), que era la salida hacia las estaciones de tren de San Francisco y del Cañuelo de aquella Soria de tamaño reducido que aún le costaría superar la línea que trazaban por el poniente el Paseo del Espolón y el Museo Numantino. Sea como fuere, la realidad es que para construir el inmueble, que todavía continúa en pie después de haber sido objeto de alguna que otra intervención posterior de mantenimiento más o menos importante y su correspondiente lavado de cara, el último no hace mucho, se hizo necesario derribar previamente el anterior, en el que estuvo el emblemático Café del Recreo, uno de los establecimientos de referencia de la época. En el solar resultante fue erigido, por tanto, el edifico actual de cinco plantas –en aquel momento, uno de los más altos de la ciudad- con tres fachadas, orientadas a la calle Marqués del Vadillo y a las plazas de Mariano Granados y de Ramón y Cajal, lo que no dejaba de constituir una singularidad. Destinado la mayor parte a viviendas, en los bajos abrió en 1935 el Café-Bar Talibesay, otro de los mitos de este tipo de locales, en el que se forjaba una buena parte de la historia diaria de la pequeña capital de provincia. Por cierto, en él, en el Talibesay –Isabelita al revés- tuvo su primera sede social el equipo de fútbol del Numancia tras su refundación en el año 1945. Cerró el Talibesay en los primeros días del mes de mayo de 1947 y los locales pasó a ocuparlos el Banco Español de Crédito (Banesto), que abandonaba la sede que había venido utilizando desde abril de 1928 cuando abrió sus oficinas en parte de los bajos del Palacio de los Condes de Gómara, concretamente en las dependencias existentes entre la puerta principal de acceso a la sede actual de los Juzgados y el arco del mismo nombre que comunica a través de tan transitado pasaje la calle Aguirre con la Plaza de Abastos (de Bernardo Robles en el callejero). En cualquier caso, el emblemático edificio de las tres fachadas ha pasado también a la historia de la ciudad por ser, entre otras muchas cosas, el recordado lugar del que partía los domingos del verano el microbús –por darle un nombre- a la ermita de San Saturio, que permitía sus usuarios asistir a la misa matinal, y a diario la añorada Central, que posibilitaba la comunicación del centro urbano con la Estación Nueva, la del Cañuelo. Y, en fin, como quien dice hasta ayer mismo, el autobús que subía a la Barriada, la única línea de transporte urbano de que disponíamos los sorianos para movernos por la ciudad. Desde hace unos años, la planta baja del inmueble la ocupa una oficina de la Caja Rural.