LA FONTANA

Cubierta del programa editado (Archivo Joaquín Alcalde)

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De Antonio Machado no solo se habla a diario en Soria sino que muy bien podría decirse que parece un convecino más.

Del poeta se ha dicho todo lo que se podía decir y más. Sin embargo, hay algunos aspectos en torno a su figura y obra en los que, uno sepa, no se han detenido los especialistas hasta el punto de que siguen resultando muy poco conocidos, si es que no inéditos, porque acaso se hayan considerado y, en consecuencia, se sigan considerando irrelevantes o más bien de escaso o nulo interés en el contexto general de todo lo que se refiere al poeta sevillano.

Aquí en Soria, la actividad que se despliega para divulgar la figura de Antonio Machado, es cíclica. Porque, si bien es cierto y como ya se ha dicho, se ha instalado la rutina, dicho sea en términos coloquiales, sin ánimo de ofender a ningún tipo de sensibilidades, es cierto también que aprovechando hitos que se consideran relevantes en la vida del poeta, sobre todo si tienen relación con Soria, se acentúa la divulgación de detalles, fechas y lo más nimio que pueda imaginarse uno mediante de programaciones extraordinarias. Es lo que ocurrió, por ejemplo, en 2007 al cumplirse el centenario de la llegada de Antonio Machado a nuestra ciudad para impartir clases en el Instituto que desde hace algunas décadas lleva su nombre. No se trata de volver ahora a lo que se hizo entonces pero sí a dejar constancia de una actividad que pasó desapercibida para el gran público y que apenas tuvo repercusión en los medios.

En efecto, recién terminadas las fiestas de San Saturio, el miércoles 10 de octubre de 2007, en sesión de las diez de la noche, el Centro Cultural Palacio de la Audiencia acogió la primera representación, en riguroso estreno, de “un espectáculo teatral sobre la vida y obra de Antonio Machado”, se dijo en el programa de mano distribuido al efecto, titulado “La Fontana”, a partir del texto del escritor, poeta y periodista vallisoletano, Ángel María de Pablos. La compañía Amigos del Teatro de Valladolid, de cuya sociedad Ángel María era en aquel momento el presidente, fue la encargada de poner la obra en escena.

La obra está centrada en los últimos días que el poeta sevillano pasó en Colliure (Francia), exiliado de España tras el triunfo del bando nacional en la Guerra Civil. Es el propio Machado quien reflexiona sobre su vida mientras se va apagando en la localidad francesa, un Machado «moribundo, cansado y vencido», aunque serán los recuerdos sobre su estancia en Soria y en París en compañía de su esposa, Leonor Izquierdo, quien falleció al poco de casarse, víctima de la tuberculosis, los que seguirá teniendo presente. De tal manera, que es el periodo soriano y la compañía de Leonor lo que monopoliza los recuerdos del poeta en la obra, en la que los diálogos se maridan con los poemas de Antonio Machado.

“La Fontana”, según contó en su día el recordado Ángel María de Pablos (falleció en su Valladolid natal el 24 de enero de 2024), está escrita «sentimentalmente», puesto que es una obra «de sensaciones y sentimientos», ya que el autor «siempre» llevó a Machado «por bandera» y. “la rematé –dijo- una tarde primaveral del mes de junio” por encargo de la Junta de Castilla y León para conmemorar el centenario de la llegada de Machado a Soria.

Por lo demás, el libreto omite «deliberadamente» la personalidad política del poeta. «Me interesaba el hombre, no su trayectoria política», recalcó su autor, al tiempo que justificó el título de ‘La Fontana’ como una metáfora de Antonio Machado, pues a pesar de estar muerto «sigue regando a miles de sedientos para calmar su espíritu con el agua pura de su poesía».

Yo estuve en aquel estreno en el Centro Cultural Palacio de la Audiencia correspondiendo a la invitación personal que me hizo el autor, compañero en las tareas informativas, además de querido amigo, al que, por cierto, no pudo asistir él por encontrarse de viaje fuera de España, en Italia, en concreto. Y conservo guardado celosamente en mi archivo un ejemplar del programa editado para la ocasión en el que escribió la siguiente dedicatoria: “Para mi amigo Joaquín Alcalde, entusiasta enamorado de Soria y sus costumbres”.

La representación de “La Fontana” volvió a ofrecerse al público soriano al día siguiente para continuar las semanas sucesivas en otras ciudades de Castilla y León como Villamuriel de Cerrato (Palencia), Toro (Zamora) y Peñaranda de Bracamonte y Ciudad Rodrigo, ambas de Salamanca.

En todo caso, la historia de “La Fontana”, no termina aquí, porque desde el primer momento fueron bastantes las voces que mostraron su descontento por el encargo de la Junta de Castilla y León a una compañía amateur y no a una profesional, lo que motivó que la obra no alcanzara la difusión que se pretendía.