MARTES A ESCUELA

Procesión Lunes de Bailas

Procesión del Lunes de Bailas de la cuadrilla de La Blanca en la calle Campo (Colección Joaquín Alcalde)

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Las Fiestas de San Juan de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Soria, según reza el lema de la Ciudad, han sufrido, como hemos visto recientemente, modificaciones sustanciales que las hacen irreconocibles.

Todo el mundo se refugia en los tan manidos usos y costumbres, término que no falta en el léxico de lo soriano pero que por sorprendente que pueda parecer, nadie ha sido capaz de acertar con su verdadero sentido; es más, ni tan siquiera distinguir lo que es una cosa y la otra, y no porque no se hayan ofrecido, a veces sin el menor recato y carentes de rigor, ni se sabe cuántas interpretaciones cual si se tratara de una lección magistral sanjuanera.

Pues bien. La evolución de la sociedad, la inhibición de los propios sorianos y desde luego y en buena medida el escaso cuando no nulo interés de los tantos y tantos políticos que en el transcurso de los años han desfilado por la Casa Consistorial de los Doce Linajes por abordar el problema de fondo y dar la solución adecuada a un problema de por sí complejo que hace años se escapó a todos de las manos, ha derivado en la situación actual, es decir, en precisamente todo lo contrario de lo que supone evolución y adaptación a la realidad del momento.

Y la mal llamada evolución ha terminado por salpicar con estrépito, hasta prostituirlos, conceptos básicos que en muchos casos se aprendieron antes o al tiempo que las primeras letras, gracias al cancionero del que dotaron a unas fiestas hasta entonces huérfanas de folklore propio, el Inspector de Trabajo Jesús Hernández de la Iglesia y el músico Francisco García Muñoz.

Es el caso del Martes a escuela, que se traduce hoy como la vuelta a la realidad de lo cotidiano tras cinco días de juerga, diversión, jolgorio y en muchos casos desenfreno, y el añadido de la tarde/noche del miércoles con el postizo del Pregón y la Cena de Gala que ofrece el ayuntamiento a los jurados, que por cierto no llega a encontrar acomodo definitivo tras los sucesivos y reiterados intentos de dar contenido a algo totalmente artificial que nació en la etapa más dura del Régimen de Franco por iniciativa de quien le representaba en la provincia, el infausto Gobernador Civil Luís López Pando, un militar –coronel- de profesión, duro donde los hubiera, y el asesoramiento de los caciques próximos a él.

En efecto, en el año 1946, Jesús Hernández de la Iglesia, el autor de la letra de las canciones compuso la titulada ¡Adiós San Juan!, a la que Francisco García Muñoz le puso música de pasodoble. Canción que concluía con el tan famoso ¡Martes a escuela!, con los signos de admiración.

Por aquel entonces ninguno de los días era festivo. Abrían las fábricas, los talleres, los bancos y las oficinas, y desde luego el comercio. Mejor dicho, únicamente se cerraba el Domingo de Calderas por razones obvias, y el día 29, San Pedro Apóstol, fiesta religiosa de carácter oficial, cuando coincidía con el Viernes de Toros, Sábado Agés o Lunes de Bailas; incluso el Jueves La Saca se celebraba el tradicional mercado semanal, primero en el Ferial y más tarde a medida que las exigencias urbanísticas lo fueron imponiendo, en el alto de Las Pedrizas, en las inmediaciones de las eras de Santa Bárbara, donde necesariamente coincidían los vendedores y compradores de los cochinos y los que acudían allí para ver la traída de los toros y su llegada a la plaza con todo tipo de anécdotas fácilmente imaginables. Los chicos, eso sí, no iban, no íbamos, a la escuela, pero tenían, teníamos, que volver al día siguiente de terminar las fiestas, es decir, el martes, porque las vacaciones las comenzaban, comenzábamos, unas fechas más tarde, bien entrado ya el mes de julio. Puede que a partir del día quince, y cierto que durante estos últimos días las clases eran únicamente por la mañana. En cualquier caso, de ahí viene lo de Martes a escuela aunque sin los signos de admiración con que aparece en el original de Jesús Hernández de la Iglesia cuando escribió la canción.

En este marco discurrieron las fiestas de San Juan durante bastantes años hasta que tímidamente algunas empresas quizá con mayor visión de futuro y puede que por la presión de los trabajadores comenzaron a cerrar la tarde del Viernes de Toros, lo que garantizaba que en el festejo vespertino el coso registrase todavía una mayor entrada que en la novillada matinal. Algunos años después, puede que ya en la década de los sesenta, el Gobierno declaró el jueves La Saca fiesta local, y claro no ya solo fue festivo este día sino que con la historia de los puentes y las nuevas costumbres de la sociedad acabó siéndolo de hecho también el viernes; lo de ampliarlo al Lunes de Bailas vino añadido.

De esta forma y no de otra, como alegre y equivocadamente se maneja hoy, ha evolucionado el término Martes a escuela.

(Del libro “De la Saca a las Bailas. Ni usos ni costumbres”. Primera edición junio 2007. Autor: Joaquín Alcalde)