Autoridades sorianas y la Delegada Nacional de la Sección Femenina, Pilar Primo de Rivera, en la fachada principal del Palacio de los Condes de Gómara (Archivo Histórico Provincial)
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La iniciativa nació con el Movimiento y se acabó con su desaparición. Se habla de las Cátedras Ambulantes, un organismo dependiente de la Sección Femenina que tenía como finalidad desplazarse a los pueblos pequeños para impartir una serie de enseñanzas como por ejemplo corte y confección, labores, puericultura, formación política y otras del más variado contenido, no faltando las charlas de índole religiosa; paralelamente se realizaban tareas sanitarias y asistenciales del mismo modo que otras de cariz político. El objetivo era trasladar el mensaje de la ciudad al campo y ofrecer un conjunto integral de conocimientos a sus moradores. Las Cátedras Ambulantes estuvieron destinadas, en principio, esencialmente a las mujeres aunque bien es cierto que con el transcurrir del tiempo terminaron las enseñanzas acabaron extendiéndose a la totalidad del vecindario, incluidos los niños.
En la provincia de Soria estuvo funcionando una de estas Cátedras Ambulantes. El estreno tuvo lugar en el mes de octubre de 1955 en Arcos de Jalón. Casi una década después de que se pusiera en funcionamiento se materializó la entrega del “remolque-vivienda” que la Diputación Provincial donó a la Delegación Provincial de la Sección Femenina “como agradecimiento a la eficaz labor cultural que la misma desarrolla en los pueblos sorianos por medio de sus Cátedras Ambulantes”, señaló el trisemanario local Campo Soriano en la información acerca del desarrollo del acto que ofreció en primera página. La celebración que estuvo revestida de la pompa propia del momento pues no en balde iba a suponer además una de las primeras apariciones públicas del nuevo Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, Antonio Fernández-Pacheco, que acababa de tomar posesión del cargo. Pues, efectivamente, la entrega del vehículo tenía lugar el miércoles 18 de septiembre de 1963 y el poncio se había incorporado al despacho en los primeros días del mes de marzo. Por ello, la entrega del novedoso carruaje no era cuestión de despacharla de cualquier manera. De manera que se habilitó la fachada principal del Palacio de los Condes de Gómara como escenario en el que el vicepresidente de la Diputación Provincial, Agustín Pérez Tomás, se encargó de oficializar la donación de lo que en realidad era lo más parecido a una de las actuales caravanas campistas. Con este motivo se desplazó a Soria la delegada nacional de la Sección Femenina, Pilar Primo de Rivera. En el Gobierno Civil fue cumplimentada por la primera autoridad provincial, el Gobernador Fernández-Pacheco. Poco después, la delegada nacional, acompañada de las autoridades, se trasladó al palacio de los Condes de Gómara, donde se hallaba aparcado el remolque-vivienda. Allí la esperaban el representante de la Diputación, mandos de la Sección Femenina, el abad de la concatedral y miembros del Ayuntamiento de la ciudad, de la Diputación Provincial, del Consejo Provincial de la Falange y de otras entidades y corporaciones. Tras la presentación de la delegada nacional a las autoridades, el sacerdote Miguel Abad Jorge, bendijo el “magnífico vehículo”. Finalizado el acto litúrgico llegó el turno de las intervenciones. Pérez Tomás, en nombre de la Diputación, subrayó la “excepcional labor docente y humana que realiza la Sección Femenina, labor –añadió- que como prueba de agradecimiento tiene bien merecido el obsequio de la Corporación Provincial”. Pilar Primo de Rivera “manifestó [por boca del Gobernador] la emocionada gratitud de la Sección Femenina por la delicadeza de la Diputación Provincial, destacando al propio tiempo la meritísima labor que las Cátedras Ambulantes. Una celebración breve, por más que cargada de simbolismo, que se dio por terminada con la entrega de la caravana, que, curiosamente, al cabo de los años, cuando había dejado de cumplir la función para la que había sido acondicionada y corrían otros tiempos, políticamente hablando, pudo verse abandonada, o al menos sin uso alguno que se sepa, en medio de un paraje agrícola, en las afueras de la ciudad, muy cerca de la Barriada, en la que por cierto estuvo una temporada funcionando, hasta que un buen día desapareció de allí.