Mozos sanjuaneros al regreso de La Saca de 1955 (Archivo Histórico Provincial)
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En tiempos, las bengalas eran un elemento más de la fiesta. Las portaban con evidentes signos de alborozo y alegría los mozos sanjuaneros y, en general, las gentes que habían participado de la fiesta al regreso de Valonsadero a la ciudad la noche de la Compra y de la pradera de San Polo el Lunes de Bailas. Eran las dos únicas ocasiones. La costumbre se renovaba cada año de forma mecánica al margen de la raíz histórica que pudiera existir, si es que ciertamente la tenía.
Se trataba de unas antorchas confeccionadas con material pirotécnico que una vez encendidas desprendían llamas de colores. Había que andar con cuidado con ellas para que durante la incandescencia no produjeran en el mejor de los casos quemaduras si es que no algún otro accidente de peores consecuencias.
Era la Policía Municipal, es decir, el propio ayuntamiento, la que se encargaba de facilitarlas gratuitamente. El día La Compra en el Espolón, en el momento de comenzar el desfile de la caravana oficial por El Collado, y el Lunes de Bailas en la plaza Mayor al tiempo de iniciar la marcha hacia la plaza de Mariano Granados, popularmente del chupete.
Se distribuían sin más restricciones que las lógicas a menores y aportaban vistosidad y realce al momento. Así estuvo ocurriendo durante muchos años hasta que con el paso del tiempo pasaron a engrosar la larga lista de tradiciones y costumbres perdidas. El progresivo decaimiento del desplazamiento organizado a Valonsadero y mucho más acelerado, por razones obvias, el del Lunes de Bailas, que siempre tuvo un carácter más informal, pero fundamentalmente la seguridad de las personas en actos tan masificados, acabó con las bengalas.
El paso del tiempo tampoco es que haya dejado un especial poso de añoranza o de sentimiento; es más, no se recuerda haber escuchado voces de protesta por la supresión. Hoy es algo olvidado por los más viejos y desconocido por los jóvenes. Y tampoco ha habido nadie que apelando al purismo haya hecho reivindicación alguna de la práctica desaparecida.
(De mi libro de “La Saca a las Bailas. Ni usos ni costumbres”)