Placa en recuerdo del filósofo Antonio Pérez de la Mata en la casa núm. 5 de la calle Real (Joaquín Alcalde)
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De las calles y sus nombres solemos ocuparnos de vez en cuando, porque el callejero es un verdadero galimatías, difícil –aunque no imposible- de desentrañar sobre todo cuando desde el Consistorio, que debiera ser el primer interesado de clarificarlo, no se ve un propósito decidido de afrontar la tarea, que por cierto no es de ahora sino que se viene arrastrando desde hace tiempo, diríamos que décadas.
Esta vez nos vamos a detener en el recuerdo que tiene la ciudad con sus vecinos y visitantes más ilustres y no para hablar de si sus nombres aparecen o no en el callejero –que de todo hay- sino para hacer un recorrido por el recuerdo que pudiera tenerse de ellos. Es decir, si en el lugar en que vivieron o en parajes que frecuentaron o tuvieron relación con ellos ha quedado alguna referencia de su particular vinculación a través de alguna placa, lápida o lo que sea, un recuerdo, vamos
Esta idea que acaba de esbozarse se cumple en algunos casos -bastantes menos de los que sería de desear- pero en la mayoría no precisamente por iniciativa municipal que se sepa y sería lo más propio, al menos que uno esté equivocado, y sí por otras entidades, instituciones y asociaciones que han tenido la sensibilidad de la que tradicionalmente han venido careciendo los sucesivos gobiernos municipales: los de antes y los de ahora.
De modo que aun a riesgo de incurrir en omisiones, constancia fehaciente de que haya sido a iniciativa del municipio cabe citar la placa dedicada a Pascual Pérez Rioja en la casa de la calle Aguirre, junto a la plaza del Rosel y la tienda de Los Tres Arcos, en la que vivió los últimos años de su vida el ilustre soriano, “cuyo a mor a Soria y ferviente deseo de verla próspera y grande fueron el ideal constante de su vida”, placa que fue colocada en 1925. Y en todo caso la que permanece en la plaza de Herradores, a la altura de la planta 2ª del entonces número 15, hoy sede de la entidad bancaria BBVA, en a que puede leerse: “A la memoria de Gustavo y Valeriano Bécquer consagra este recuerdo la ciudad de Soria en el solar donde moraron” que se salvó del pavoroso incendio de la mañana del día 25 de julio de 1922 en la ferretería de Claudio Alcalde, que conmovió a la población. Pues de la que se conserva en la fachada del inmueble número 5 de la calle Real, dedicada al ”filósofo insigne” Antonio Pérez de la Mata, se sabe que fue colocada en 1910 a iniciativa del polifacético Manuel Hilario Ayuso, cuando se le tributó un recuerdo póstumo.
En los demás y contados casos ha sido por iniciativas ajenas al municipio. De tal manera que la de la calle Estudios número 7 “en recuerdo de Leonor Izquierdo y Antonio Machado en el lugar que compartieron en la ciudad de Soria” se debe a la Diputación Provincial. La de José Tudela, en la casa de la calle Caballeros número 21, en que vivió, fue promovida “a la memoria del Ilustre Americanista” por la Universidad Alfonso VIII, o lo que es lo mismo, igualmente por la Diputación Provincial.
Pero en el marco de lo testimonial no estará de más, sin embargo, hacer referencia a la lápida de la fachada principal de la Casa Consistorial dedicada por “el Ayuntamiento de Soria a Miguel de Cervantes en el Tercer Centenario de la publicación del Quijote. 7 de mayo de 1905”. A la que puede verse en la parte superior de la puerta de entrada al convento de los Padres Franciscanos dejando constancia de que el Cardenal Roncalli Patriarca de Venecia S. S. El Papa Juan XXIII visitó esta ciudad el 27 de julio de 1954. Año Jubilar Compostelano”. A la que existe en la fachada del Convento de las Carmelitas Descalzas, en la plaza de Fuente Cabrejas, “fundado personalmente por Santa Teresa de Jesús el día 2 de junio de 1581 (Recuerdo del IV Centenario de la Reforma Teresiana. Colocado con motivo de la visita a Soria del Brazo de la Santa [el] 8-V-1963)”. El mosaico en el portal de la casa de los Marichalar, en la Aduana Vieja recordando que en ella pernoctó el Rey Alfonso XIII el 17 de septiembre de 1919, cuando vino a inaugurar el Museo Numantino. El recuerdo a Tirso de Molina en el convento de La Merced, donde vivió. Y, en fin, sendas placas una en lo estrecho del Collado, en la casa de la no hace mucho cerrada Ferretería La Llave, en recuerdo de Julián Marías, donde se alojaba con su familia durante sus estancias veraniegas en Soria; y otra también en el Collado, pero frente a la plaza de San Esteban, junto a la farmacia Carrascosa, donde estuvo la pensión de “Las Isidras”, o lo que es lo mismo, la primera residencia en Soria de Gerardo Diego.