La Plaza de Herradores con el carrito de reparto de la fábrica de gaseosas, a la izquierda (Archivo Histórico Provincial)
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Parece que fue ayer, y han pasado más de sesenta años, cuando todavía el tráfico rodado (turismos, autobuses, camiones y lo que fuera) por el Collado a cualquier hora del día respondía a la más absoluta normalidad, vamos que formaba parte de lo cotidiano. En medio de todo ello, formando parte del mismo decorado, podían verse circulando cada mañana por el centro de la ciudad, en funciones de reparto, unos carros pequeños tirados por un borriquillo cargados hasta arriba de bebidas refrescantes y de aquellas grandes barras de hielo envueltas en sacos bien mojados para su mejor protección y evitar la licuación antes de que llegaran a su destino; cubrían, como no podía ser de otra forma, la misma ruta y a hora semejante con el fin de abastecer de las populares y apetecidas bebidas a los establecimientos de hostelería que decimos hoy, entonces con denominaciones tan prosaicas como cafés, bares, tabernas y similares.
Tan elementales pero no por ello menos funcionales carruajes eran de las fábricas de gaseosas establecidas en la capital cuyo censo a estas alturas no resulta difícil enumerar porque, a pesar de los muchos años transcurridos, continúa vivo en la memoria de los sorianos que las conocieron. Pues, en efecto, en la calle Mosquera de Barnuevo, algo más arriba de la clínica de Sala de Pablo, se encontraba la que comercializaba la marca Ayllón. Prácticamente detrás, en el número 15 de la avenida de Valladolid, en la acera de la izquierda subiendo desde el centro de la ciudad, funcionaba la fábrica de gaseosas y agua de seltz de Ricardo Blasco, conocida esta última, el agua de seltz, también como de sifón en razón del envase con el que se presentaba para el consumo.
En la calle de Nicolás Rabal número 15, en el edificio situado entre el hotel Florida (hoy Comisaría de Policía) y la iglesia de San Francisco, o sea la capilla del antiguo Hospital Provincial, con las cocheras de Gabriel Liso –lugar de partida y llegada de los coches de viajeros a los pueblos de Pinares- y el obrador de la heladería de la familia Fuentes por medio, estaba la “fábrica de hielo, gaseosas y seltz” de José Lenguas bajo la marca registrada (sic) de La Polar; “pida siempre productos La Polar, son los mejores”, era el promocional que aparecía periódicamente en los programas de fiestas de la ciudad. Y, en fin, la “fábrica de gaseosas, agua de seltz y naranjada” de Manuel Pérez López, en la avenida de Mariano Vicén 11, frente a la estación del Torralba-Soria (la Soria-San Francisco, en la jerga ferroviaria, o la Vieja, que es la denominación que ha pervivido), que “por su esmerada elaboración es la más acreditada”, se podía leer en la publicidad de la época.