LA CASA DEL JARDINERO Y DEL SANTERO DE LA DEHESA

 

Jura de Bandera de los soldados del Batallón de Minadores con la casa del jardinero y del santero al fondo, junto a la ermita de la Soledad (Archivo Histórico Provincial)

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La Casa del Guarda, en Alto de la Dehesa, fue remodelada hace unos años. Hoy es un establecimiento de hostelería. Conviene no confundirla con otro inmueble desaparecido hace ya muchos años –bastante más de medio siglo- desaparecido. Se encontraba al principio de la Dehesa, a pocos metros de una de las puertas principales de acceso entrando por Mariano Granados. Era la casa del jardinero y del santero adosada a la ermita de la Soledad.

Fue una época en la que el jardinero mayor del ayuntamiento tenía vivienda en el parque y el oratorio contaba con una persona no solo encargada de cuidar del santuario sino que además tenía la obligación, entre otras, de salir periódicamente a la calle a pedir limosna para el culto provisto de una de aquellas huchas tan peculiares que llevaban en el frontal una reproducción de la fotografía del santo o imagen de que se tratara.

Pues bien, la aludida casa tenía doble fachada: por uno de los lados, el de entrada al pequeño y modesto edificio, daba a uno de los paseos centrales, el denominado del Cardenal Pimentel, en recuerdo del que fue obispo de Osma entre 1630 y 1633, en el reinado de Felipe IV; por el otro, con orientación al poniente, al espacio en que se encuentra el monumento a los autores de las canciones sanjuaneras. El inmueble constaba de planta baja y dos pisos y si bien podía resultar funcional no dejaba de ser un pegote que restaba vistosidad al templo y, por supuesto, al entorno.

En cualquier caso, en el mes de abril de 1930, el arquitecto municipal Ramón Martiarena redactaba un  proyecto para la reforma y elevación del inmueble con la creación de locales para Observatorio Meteorológico, con un presupuesto de 32.840,25 pesetas. No hay constancia, o al menos no se recuerda, de que el plan se realizara en sus propios términos. Lo que sí es cierto que en aquella época el parque, y en particular la zona aledaña, fue objeto de actuaciones importantes, pues, entre otras, no en balde se había procedido la sustitución de la antigua estructura de madera del árbol de la música por otra de fábrica; se construía el primer invernadero en las proximidades del hoy Centro Cultural Alameda; acababa de configurarse el Alto de la Dehesa al tiempo que nacía la Rosaleda; se trabajaba en la construcción del palomar en las inmediaciones de la fuente de los tres caños, y no mucho después se ubicaría el pequeño zoo, de vida efímera, además de llevarse a cabo una importante plantación de árboles y de que dejara de utilizarse como zona de pastoreo de ganados.

Pero la casa del jardinero y del santero tenía la suerte echada aunque hubiera que esperar a la segunda mitad de los cuarenta para que el consistorio se planteara de manera decidida terminar con ella. En el pleno ordinario celebrado por el ayuntamiento el 15 de enero de 1947, el alcalde, Mariano Íñiguez García, indicaba a la corporación “que por razones de estética convendría desapareciera la casa del santero y jardinero que existe en la Alameda de Cervantes”, al tiempo que se acordaba solicitar oficialmente dicha petición al abad Gómez Santa Cruz, como Arcipreste de la Colegiata, se recogió en el acta de la sesión.

El derribo, en cualquier caso, no se produjo con la aparente inmediatez que se pretendía pero sí se procuró atenuar en la medida de lo posible el impacto que producía lo que no dejaba de ser un estorbo. Fue en el verano de 1949, en pleno mes de agosto, cuando se embellecía parte de los alrededores con la confección de una auténtica obra de arte como sin duda fue el escudo de la ciudad hecho a base de plantas y flores en uno de los jardines que setenta y tantos años después podemos seguir contemplando aunque quizá no ofrezca la belleza de entonces ni llame la atención como ocurrió antaño.

Pero la demolición de la tan traída y llevada casa tardaría todavía nueve años en hacerse efectiva. En 1958, coincidiendo con la colocación de la verja de hierro en el cierre de piedra hasta la ermita de la Soledad, llegaba por fin el derribo y se recuperaba un espacio que durante décadas había condicionado uno de los espacios más transitados del tan céntrico como querido y frecuentado parque.

LA CARRETERA DE CIRCUNVALACIÓN

Punto kilométrico 224 de la carretera N-111, en la curva antes de llegar a la estación del Cañuelo. La foto está tomada en enero de 2023 (Joaquín Alcalde)

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Hablar en Soria capital de carretera de circunvalación cuando nos aproximamos a pasos agigantados a cumplir el primer cuarto del siglo puede que resulte, en el mejor de los casos, una osadía e incluso que pueda ser motivo de confusión, sobre todo para las jóvenes generaciones. Todo lo contrario que sucede con los más viejos, que de inmediato les lleva a situarse en la calle/avenida -de las dos formas está rotulada- Eduardo Saavedra, una de las contadas vías rápidas con que cuenta la ciudad.

La calle o avenida de Eduardo Saavedra es una de las que el Gobierno Central quiere transferir al municipio para que jurídicamente pueda convertirse en una calle más del núcleo urbano. Pues, si, Eduardo Saavedra sigue siendo, a efectos legales, ni más ni menos que la carretera nacional N-111, de Medinaceli a Pamplona y San Sebastián, en la terminología del antiguo Ministerio de Obras Públicas. Y lo es al menos desde los años cuarenta del pasado siglo XX cuando se sacó del centro de la ciudad el tráfico de paso que venía de Madrid con dirección a Logroño y Pamplona. Fue entonces cuando a la calle/avenida Eduardo Saavedra comenzó a llamársele carretera de circunvalación, por otra parte, denominación ampulosa situados en la época, pues de la otra gran arteria pudiera decirse de la ciudad, la entonces carretera N-122, de Zaragoza a Portugal por Zamora en la nomenclatura oficial, la que hoy conocemos como avenida de Valladolid, ni se tenían noticias.

El desvío del tráfico rodado, que entonces era más bien escaso, por la moderna carretera de circunvalación, qué duda cabe que descongestionó el centro al no tener ya que discurrir necesariamente el tráfico por la actual calle Almazán, avenida de Mariano Vicén, Alfonso VIII y las calles Campos, Ferial y Tejera antes de salir a la carretera de Logroño por la calle Santo Tomé, si es que no cruzar el Collado y los Condes de Gómara para salir de la ciudad.

Pues bien, por lo que se recuerda, está escrito y hay constancia documental, la desafectación en favor del municipio del tramo de la antigua carretera nacional N-111 que, como se ha señalado, discurría por el centro de Soria tardó lo suyo en llegar, hasta el punto de que, por citar uno de los casos que vivió y conoce uno, bien entrados los años setenta todavía se estuvo dando la paradoja de que por ejemplo para que la carretera de ciclista del 5 de octubre, es decir el Premio San Saturio, pudiera celebrarse en el circuito de la Alameda se estuvo haciendo imprescindible el informe favorable y consiguientemente la autorización de la Jefatura de Obras Públicas, luego de Carreteras, porque, por curioso que pueda parecer a la luz de la actualidad,  se ocupaba durante poco más de una hora el tramo de no más de viene metros de longitud, como mucho, delante de las puertas de la Dehesa, que jurídicamente seguía siendo a efectos legales carretera nacional.

 

LAS BARBERÍAS DE ANTAÑO

La barbería de Pepe Vera, en el Collado, en una imagen tomada en los primeros años sesenta (Crónica del Siglo XX. Carmelo Pérez Fernández de Velasco)

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Hoy, en su mayoría, son unisex. Se está hablando de las peluquerías y de uno de los oficios, el de peluquero, que antaño estaba claramente diferenciado. Y no sólo entre quienes ejercían la profesión sino también entre los propios usuarios. Porque es bien sabido que había peluqueras y peluqueros: las primeras para cuidar exclusivamente la estética de las mujeres, los otros, la de los hombres.

En Soria proliferaban más las peluquerías de caballeros (sic); las de mujeres podían contarse con los dedos de la mano y puede que sobraran. Desde luego, nada comparable con la realidad actual porque, entre otros motivos, eran las menos las que tenían local abierto al público al estar generalizada la costumbre de prestar su servicio a domicilio, a requerimiento de las clientas. En cualquier caso, la denominación de peluqueras quizá hasta tuviera un cierto punto de pretencioso porque en realidad se trataba de peinadoras, sin  más, denominación genérica por la que se conocía a las profesionales que iban de piso en piso peinando a las mujeres que se lo podían permitir.

En el caso de los hombres había diferencias sustanciales por más que no faltara quienes por las razones que fuera prescindían de acudir al establecimiento a cambio de ser atendidos sin necesidad de tener que salir de casa si es que no por el propio interés del barbero –nombre común para referirse a estos serviciales artesanos-, sobre todo, si ejercía el pluriempleo, como solía ocurrir con algún que otro conocido funcionario público que al tener clientela fija mantenía la costumbre de trabajar únicamente a domicilio, hábito este que todavía en la década de los setenta se seguía practicando.

Hablar en Soria de peluquerías de caballeros, un término puede que asimismo demasiado refinado situados en la realidad actual, es referirse a un conjunto de establecimientos irrepetibles por su tipismo que articulaban una tupida red, conocida comúnmente como de barberías, y barbero, por tanto, al que desempeñaba el oficio pues no era lo frecuente llamarle peluquero, al menos en determinadas capas sociales –las más bajas- de la sociedad soriana. Se trataba de unos locales singulares ubicados en su mayoría, y salvo excepciones, en las calles céntricas de la ciudad que se anunciaban mediante el reclamo colocado bien visible en la parte superior de la puerta del establecimiento que no consistía sino en una varilla metálica de la que colgaba una pequeña bacía con la forma de una vasija baja y de borde ancho, a semejanza de la usada por el barbero para remojar la barba, aunque dorada.

Pero, en fin, cuando hace ya tiempo que desapareció la práctica totalidad de estos establecimientos no entraña una dificultad especial reconstruir el listado de aquellas dependencias inolvidables, especialmente concurridas las tardes de los sábados, a la conclusión de la jornada laboral, cuando había largos turnos de espera –no se pedía la vez de viva voz- que se organizaban mediante la utilización de aquellas pequeñas chapas metálicas numeradas y convenientemente colgadas, cada una en su escarpia, en una pequeña tabla rectangular nada más acceder al interior del local. De este modo no cabía la posibilidad de que se produjeran malentendidos a costa de la preferencia de uno u otro ni de que los más avispados alteraran intencionadamente el turno. Una de las últimas barberías de las de siempre en cerrar –un verdadero santuario en este tipo de establecimientos- fue la de Máximo Sanz, en la plaza de Mariano Granados, regentada en la etapa final por su hijo Marcos, a la que en los últimos tiempos solían acudir con periodicidad regular personajes suficientemente conocidos de la sociedad capitalina como podía ser el caso de algún cualificado miembro del clero diocesano o del mundo de la cultura y de las letras sorianas. Otro de los locales de referencia de la Soria de antaño fue el de los hermanos Cascante (Antonio y Santiago), en la plaza de Herradores, que visitaba con relativa asiduidad, siempre a primera hora de la mañana, el mismísimo Ministro de Justicia y con posterioridad presidente de las Cortes Españolas, Antonio Iturmendi, los años que estuvo frecuentando la ciudad por motivos familiares suficientemente conocidos. Del mismo que el de Miguel Gómez, en la llamada entonces Plaza de la República (la de San Esteban  y ahora De las mujeres), un “establecimiento montado con arreglo a las prescripciones de Higiene y Sanidad”, según el anuncio promocional; la peluquería de Eugenio, junto a la mítica librería Jodra, y muy cerca la de Pepe Vera, también en el Collado, frente al Casino, que, a pesar de haber cerrado hace ya décadas, en alguna ocasión no demasiado lejana hubo posibilidad de asomarse al interior y advertir que todavía se encontraba montada. La de Ballesteros, primero en el Collado y con posterioridad en la Claustrilla; la de Adrián, muy cerca; La Higiénica, en la calle Aguirre, y las de Florián y de Dámaso y Pérez, ambas en la calle Campo, son algunas otras de las más conocidas, junto con la de la Barriada y la misma del Casino que, por su localización, tenían clientela específica. Funcionaban, evidentemente, más. Anécdotas no faltan.

 

LA RADIO EN LA CALLE

La actual Plaza de los Jurados congregó a los sorianos a la entrega del afamado premio radiofónico de Radio Madrid (Archivo Histórico Provincial)

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En estos tiempos que corren, no vamos a decir que a diario pero sí con relativa frecuencia, es habitual que las emisoras de radio locales y, en ocasiones y en menor medida, algunas televisiones, ocupen espacios del centro de la ciudad desde los que ofrecen programas en directo en fechas puntuales o efemérides concretas. Por los improvisados estudios suelen pasar casi siempre los mismos, o sea los prebostes de la política, que normalmente tienen poco que decir, porque lo están contando a diario, aunque también, como si formara parte de la escenificación, suele colarse algún que otro vivalavirgen que recuerda a los charlatanes que iban de feria en feria.

Estas prácticas de la radio en la calle, que ahora vemos como lo más corriente, eran impensables antaño y más en una ciudad, como la nuestra, en que la familiar, querida e inolvidable Radio Soria, la Estación Escuela número 2 del Frente de Juventudes (la actual Radio Nacional de España) que emitía desde La Torre de los Ríos, en la planta ático del Palacio de los Condes de Gómara, estaba todavía por llegar o se encontraba dando los primeros pasos tratando de buscar acomodo entre los sorianos. De ahí que no tuviera nada de extraño que, por ejemplo, a las dos de la tarde del miércoles 12 de febrero de 1958 se congregara ante el Hotel Comercio “un gran público que llenaba la avenida de Navarra y se apiñaba en los balcones y miradores” de los edificios próximos para asistir a la entrega al soriano Julián Donado López del premio “Villa Suspense” del programa radiofónico “¡Manos arriba!” de Radio Madrid, patrocinado por “una importante firma industrial” (no se citó en el texto de la información pero se trataba del Anís de la Asturiana) a cargo de su presentador, “el popular y famoso locutor de la Sociedad Española de Radiodifusión, José Luis Pecker”, según la breve crónica del acto ofrecida por el periódico Campo Soriano, desde uno de los balcones del aludido establecimiento hotelero, por otra parte, santo y seña de la hostelería soriana de la época.

Se trataba de una novedad con categoría de acontecimiento que rompía con la monotonía del día a día de la sociedad soriana. La presencia masiva de público a hora tan intempestiva qué duda cabe que estuvo alimentada por un comentario realizado en antena por el conocido radiofonista que se interpretó aquí como insatisfacción de que el premio se quedara en Soria y no fuera a parar a otra ciudad más importante donde la repercusión hubiera sido mucho mayor, lo que aconsejó a las autoridades que la Policía Armada –los grises- debía estar presente en previsión de lo que pudiera ocurrir, pues la noticia corrió por la ciudad como la pólvora. El grado de enfado de los sorianos fue de tal calado que las primeras palabras de la intervención del acreditado locutor fueron para explicar el verdadero sentido de las manifestaciones hechas en directo, “en las que nunca quiso molestar a Soria”, declaró solemnemente, con lo que el asunto se dio por zanjado. Buena prueba de ello es que “por la tarde [Pecker] visitó la ciudad, haciendo grandes elogios de sus monumentos y su carácter afable de ciudad típicamente castellana”, según el rotativo local, que se deshizo en alabanzas, y realizó una primera valoración de su presencia en Soria, a la que “José Luis ha quedado vinculado”, y dedicó “frases elogiosas, empezando por el carácter de sus habitantes, celosos de su tradición. –como debe ser- y para la monumentalidad de la misma”. Y añadió Campo en su información de urgencia: “Soria sabe corresponder a estas amables deferencias, quedando muy honrada de la visita que ayer (por el 12 de febrero de 1958) hicieron a nuestra ciudad los dos señores, don José Luis Pecker, don Antonio Serrano, y cuantos les acompañaron en su desplazamiento de Madrid a Soria”.

En cualquier caso, la presencia en Soria de un líder de la radio como era José Luis Pecker, el periódico oficialista –la única cabecera de la provincia que podía encontrarse en los kioscos- no sólo no la agotaba con las aportaciones a que se han hecho referencia sino que en el número siguiente le daba continuidad con la publicación en la contraportada, ocupando la práctica mitad de ella, de una entrevista firmada por J. [Joaquín] Alcalde Rodríguez, que no era otro sino el autor de este recuerdo retrospectivo sesenta y cinco años después, en la que el afamado presentador volvía a deshacerse en elogios de su estancia en esta tierra y especialmente de los sorianos, junto a otras vivencias de índole estrictamente profesional.

EL TÚNEL DE EDUARDO SAAVEDRA

Túnel de Eduardo Saavedra (Joaquín Alcalde)

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Por lo que se nos está contando últimamente a los sorianos, la desaparición del túnel de Eduardo Saavedra es cuestión de no mucho tiempo, aunque estando la política por medio, mejor dicho, los políticos, cabe esperar lo inimaginable, y más en época preelectoral..

Pero, en fin, ahora sí parece que suena con más fuerza y todos los indicios apuntan a que con la asunción por el municipio de las travesías de las carreteras nacionales y se conviertan, al fin, en calles con todas sus consecuencias, esta polémica infraestructura, que nunca debió construirse porque lejos de suponer una solución se ha convertido en un verdadero problema, deje de formar parte del decorado de la ciudad.

El 13 de junio de 1999 fue domingo y se celebró, con el seguimiento habitual, el festejo de La Compra del Toro. Pero además en aquella jornada festiva hubo Elecciones Municipales y como consecuencia un vuelco a la composición del Ayuntamiento de la ciudad, cuyo primer escaño lo iba a ocupar la socialista Eloísa Álvarez Oteo. Fue la legislatura del tripartito PSOE-ASI-IU que ponía fin a la dilatada hegemonía del Partido Popular.

Una de las primeras cuestiones heredadas, y no menor, a la que se enfrentó el inédito equipo de gobierno municipal fue la de la construcción del túnel de Eduardo Saavedra –la no tan antigua carretera de circunvalación- entre la gasolinera del San Andrés y la trasera del viejo campo de fútbol salvando el acceso al paraje de Los Royales mediante la construcción de un paso superior. Una encrucijada, por lo demás, conflictiva para la circulación en el amplio entorno que urbanísticamente comenzaba a desarrollarse al otro lado de la carretera, como ha venido a avalar el paso del tiempo.

Las obras, sin posibilidad de marcha atrás, arrancaron a finales del mes de julio del año 2000, es decir, en pleno verano, no sin la protesta de los vecinos de la zona que comenzaron a mostrar su comprensible malestar nada más conocer el propósito del Ayuntamiento (no del tripartito sino del anterior del Partido Popular) pues consideraban que la construcción de la obra entrañaba demasiados riesgos y les aislaba del resto de la ciudad. Pero se hicieron oídos sordos y el proyecto –faltaría más- siguió adelante hasta el punto de que cuando no se había cumplido un año desde el inicio de su ejecución el paso subterráneo de la calle Eduardo Saavedra quedaba inaugurado y abierto a la circulación el martes 5 de junio de 2001. Aquella tarde los vecinos de la zona volvieron a manifestar una vez más sus quejas por considerar el proyecto “peligroso e innecesario”, con pancarta incluida en la que pudo leerse el siguiente texto: “Chapuzas NO. Infraestructuras”. De poco sirvieron las protestas y muestras de desacuerdo del momento que con mayor o menor grado de intensidad, y algún que otro sobresalto en forma de accidente de tráfico o inundaciones, no han cesado desde entonces.

Una obra, en fin, prescindible que supuso una inversión de 200 millones de pesetas y lo que es más grave, no vino a solucionar el problema que ya entonces tenía planteada el entorno, hoy notablemente agravado por el desarrollo de la ciudad al otro lado de Eduardo Saavedra.

LAS TRAVESÍAS DE LA CIUDAD

La calle Eduardo Saavedra en los primeros años sesenta.

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La transferencia al municipio de las travesías de las carreteras nacionales para convertirlas en calles y que sean gestionadas por este, vuelve al primer plano de la política casera, pues no hace mucho se ha tenido conocimiento de que la Dirección General de Carreteras del [por abreviar] Ministerio de Transportes ha puesto, por fin, en marcha el proceso para abordar la primera de las tres fases de que consta el proyecto.

Esto de la conversión en calles de las antiguas travesías de las carreteras nacionales no es una cuestión de ahora. Pues si bien de hecho ya vienen siendo calles desde hace años, o al menos así se las considera, aunque oficialmente, y después de muchos años, sigan manteniendo la consideración de vías interurbanas, el hecho cierto es que la titularidad de las mismas sigue correspondiendo al Estado.

Bien es verdad que ya en julio de 2007, nada más llegar a la alcaldía el socialista Carlos Martínez Mínguez, el primer edil le trasladó al entonces Delegado del Gobierno en la Comunidad de Castilla y León, Miguel Alejo, en su primera visita institucional a la ciudad, la voluntad del consistorio de asumir la travesía de las carreteras nacionales y comenzar la negociación para que fuera efectiva cuanto antes y en las mejores condiciones.

Y ahí quedó la cosa porque aunque de vez en cuando volvía a saltar este asunto a la palestra el hecho cierto es que no fue hasta finales de 2018, en las vísperas navideñas, cuando el alcalde anunció con la ampulosidad y el estilo a que tiene acostumbrada a la población el acuerdo con el entonces Ministerio de Fomento para llevar adelante el proyecto. Y todavía antes de que finalizara el año se permitió la osadía de lanzar a los cuatro vientos que el lunes 26 de diciembre comenzaban los trabajos de arreglo de las travesías en la calle Eduardo Saavedra, a la altura de la antigua fábrica Revilla, donde se proyecta ahora la Nueva U-25, con la retirada de tocones para nivelar la acera, que en realidad venía a responder a una puntual queja vecinal cuando las elecciones municipales, las de la actual legislatura, estaban llamando ya a la puerta de los sorianos. Aquella testimonial intervención en Eduardo Saavedra, foto del alcalde incluida –postureo en estado puro, dígase así de claro- se vio complementada con otra de idéntico calado en la avenida de Valladolid. Pues, en efecto, el asunto no volvió a trascender hasta cuatro años y medio después, cuando a finales de mayo de 2022 se volvió a la carga acerca de lo que se denominó un ”proyecto modélico”, que según se ha dicho tiene continuación ahora.

En todo caso, lo de la asunción por el municipio de las travesías, lejos de situarlo en el ya lejano verano de 2007, hay que retroceder en el tiempo y poner el foco en la inauguración de la Variante Norte, hecho que sucedió el 30 de mayo de 1990, pues aquel día el Ministro de Obras Públicas del gobierno de Felipe González, el riojano Javier Sáenz de Cosculluela, suscribió un compromiso con el ayuntamiento de Soria para acometer una decena de proyectos, entre ellos la tan traída y llevada gestión de las travesías, en el que, por cierto, figuraba también la pasarela de Las Casas, que ha vuelto a desempolvarse en los últimos tiempos.

CIEN AÑOS DE LA CASA DEL GUARDA DE VALONSADERO

La actual Casa del Guarda de Valonsadero (Joaquín Alcalde)

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La construcción de la Casa del Guarda de Valonsadero cumple cien años. Pues, en efecto, en sesión del 29 de enero de 1923, el ayuntamiento de Soria conocía un informe de la Comisión de Montes y autorizaba a Ricardo Maíz la construcción de una casa en el monte Valonsadero “con la condición de que terminado el contrato de caza quede el edificio en beneficio de la finca sin que pueda ser enajenado a otra persona”. Así lo recogió el periódico Noticiero de Soria en su edición del día 1 de febrero.

Cierto que no abunda, al contrario, es más bien escasa la información que existe al respecto, de manera que lo más fiable resulta acudir al recuerdo de alguien que tuvo el buen cuidado de contarlo a sus familiares más cercanos, alguno de los cuales se tomó la molestia y tuvo el capricho de publicarlo por escrito al cabo de los años para que quedara constancia.

En efecto, en el libro Vivencias en el Monte Valonsadero, J. Diego Hernández Aguilar, observa que “en las década de los años 20 el guarda era Anacleto Recio y vino a Valonsadero un vasco que arrendó la caza del monte por doce años. Hizo una casa en ”La Solanilla”, que actualmente llamamos “Casa del Guarda”. El tejado se hundió y se tuvo que construir de nuevo. Su nombre [el del arrendatario de la caza] era don Ricardo Maíz y Velarde, conocido como “El Bilbaíno” [que] contrató a cuatro guardas para que se encargaran de recoger los conejos y vigilar que no hubiera cazadores furtivos”,

Ricardo Maíz y Velarde era un gran aficionado a la caza, hijo de un emigrante bilbaíno a Méjico, donde hizo fortuna, se casó y nacieron sus tres hijos mayores. De regreso a Bilbao amplió sus negocios dedicándose a la construcción, la metalurgia y el sector financiero al tiempo que compartió la gestión de su actividad profesional con su afición a la caza, que acostumbraba a practicar en los montes de Soria, tiene escrito el estudioso Alberto Arribas.

En todo caso, la primera casa del guarda de Valonsadero no fue esta que nos ocupa sino la Casa de la Ciudad, todavía en pie pero en estado de ruina desde hace años. Según la Guía de Valonsadero editada por el Ayuntamiento de Soria, aunque no se conoce la fecha, siquiera aproximada de su construcción, se cree que pudo haberse levantado en la primera mitad del siglo XVIII como domicilio de la persona que se encargaba de cuidar el monte y proteger a los ganaderos de la zona.

¿Pero dónde está la Casa de la Ciudad? Mejor dicho, lo que queda. Dejando atrás la Vega del Cubillo y situados en el Puente del Canto se asciende por un antiguo camino carretero. Allí se extiende una amplia pradera situada en el alto desde la que se contempla una espléndida panorámica.

Hoy la que llamamos Casa del Guarda no tiene absolutamente nada que ver con el destino que tuvo en su día y si el edificio contiguo construido no hace muchos años, cuando se reformó el que funciona ahora como bar-restaurante.

 

EL CULEBRÓN DEL EDIFICIO DEL BANCO DE ESPAÑA (y III)

El edificio del Banco de España en el verano de 2019 (Joaquín Alcalde)

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Pero, ni por esas, pues por lo que fuera el proyecto estaba encallado hasta que el 27 de noviembre de 2021, se suelta el pelo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso Autonómico del PSOE de Castilla y León que se celebra en Burgos y anuncia, en el marco de la descentralización que pretende llevar a cabo su gobierno, la creación en Soria del primer Centro Nacional de Fotografía de España que estará ubicado en el antiguo edificio del Banco de España.

A la semana siguiente –ya en diciembre- el Ministerio de Cultura y Deporte oficializa el anuncio hecho por el primer ministro con el compromiso de que en los Presupuestos Generales del Estado de 2022 aparece incluida una partida por importe de casi cuatro millones y medio de euros, además de una subvención nominativa (sic) de 100.000 euros que tiene por destinatario el ayuntamiento de Soria para el proyecto de creación del Centro.

Ya en febrero del año 2022 tiene lugar en la casa consistorial una reunión para avanzar en el proyecto del Centro Nacional de Fotografía, que tendrá su sede en el antiguo edificio del Banco de España, se tiene el buen cuidado de subrayar. A la cita acuden el secretario General de Cultura y Deporte, Víctor Francos; el alcalde de Soria, Carlos Martínez; el subdelegado del Gobierno en Soria, Miguel Latorre; el Director General de Bellas Artes, Isaac Sastre; la asesora del SGCD, Carmen Morais, y representantes de la Plataforma Centro de Fotografía e Imagen. Los asistentes aportan conocimientos y experiencias para configurar un «centro nacional con una visión poliédrica de la fotografía», señala el secretario General de Cultura y Deporte. Es decir, estas nuevas instalaciones convertirán el antiguo Banco de España en organismo que servirá no solo como archivo fotográfico sino como «un centro cultural museístico que incluirá elementos de patrimonio, un nodo digital de sistematización y exposiciones», puntualiza Francos. El objetivo era y es dar voz a los profesionales para definir el perfil arquitectónico del centro, incluyendo «modificaciones, adaptadas a las necesidades, del actual espacio», abunda el secretario General.

A finales del verano de 2022, en septiembre, el secretario general de Cultura y Deporte, del Ministerio de Cultura, Víctor Francos, anuncia en Soria que la ciudad albergará un Congreso de Centros Nacionales de Fotografía, dentro de la subvención nominativa de 100.000 euros que, según hemos visto, el Ministerio de Cultura y Deporte ha concedido al Ayuntamiento de Soria tanto en la anualidad de 2022 como en la de 2023. El primer objetivo de este Congreso es «generar un ambiente cultural» previo y en torno al Centro Nacional de Fotografía, que abrirá sus puertas más adelante, en 2024 o 2025.

Y, en fin, en los últimos días del mes de noviembre de 2022 se difunde la noticia de que la presentación del futuro Centro Nacional de Fotografía, en el antiguo Banco de España en Soria, acercará su trabajo a la ciudad con ocho actividades distintas durante el fin de semana del 2 y 3 de diciembre, con exposiciones, talleres, fotomatón, paseos fotográficos, proyecciones y presentaciones.

Lo hasta aquí contado, está escrito antes del show montado por el alcalde Carlos Martínez el 2 de diciembre de 2022, que tuvo continuación los días siguientes, con la asistencia de un ingente número de invitados procedentes del mundo de la fotografía, de amplios sectores de la sociedad soriana y de la cultura en general en tanto que curiosamente el edificio en su interior ofrecía una imagen más en consonancia con las consecuencias derivadas de un conflicto bélico que de un recinto cultural, por lo que, en definitiva, se antoja que el novelón lejos de concluir transmite la sensación del comienzo de otra nueva etapa que con la realidad del Centro Nacional de Fotografía después de veinte años mareando la perdiz, sin que todavía se haya producido oficialmente la creación.

EL CULEBRÓN DEL EDIFICIO DEL BANCO DE ESPAÑA (II)

El Banco de España y su entorno en una imagen de los años sesenta (Archivo Histórico Provincial)

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Ante lo irreversible, y de manera paralela, la Dirección General de Patrimonio del Ministerio de Hacienda solicitaba del ayuntamiento de Soria en mayo de 2016 que la licencia de doble uso del edificio otorgada en inicialmente para uso administrativo y cultural se transformara en una de uso exclusivamente administrativo. Comenzaba, de este modo, un nuevo capítulo con réplicas y contrarréplicas porque según los representantes de la Administración del Estado en la provincia el ayuntamiento estaba demorando la concesión de la licencia en tanto que desde el consistorio esgrimía el socorrido argumento técnico de que el expediente seguía el procedimiento establecido por la ley sin renunciar, eso sí, a la consabida reivindicación del uso cultural del inmueble.

Por fin, en los primeros días del mes de febrero de 2018 el ayuntamiento otorgaba la tan esperada licencia municipal que posibilitaba retomar las obras de acondicionamiento del edificio del Banco de España, en el que parecía no tener vuelta atrás la ubicación de la Subdelegación del Gobierno, con lo que la idea que se venía manejando desde 2011 para que fuera sede del Centro Nacional de Fotografía y del Catastro quedaban definitivamente aparcadas.

Pero erre que erre, el ayuntamiento continuaba a lo suyo. En estas que el 1 de junio de 2018 el gobierno de la Nación pasa a manos socialistas al ganar Pedro Sánchez la moción de censura contra Mariano Rajoy (PP). De modo que el escenario, a partir de ahora, va a ser diferente. Tan diferente que a las pocas semanas –ya en septiembre-, con nuevo gobierno, el alcalde Carlos Martínez revela la reunión que acababa de  mantener con representantes del Ministerio de Cultura para analizar los posibles usos que permitan recuperar el propósito inicial con el que en 2011 se adjudicó la obra de rehabilitación del edificio del Banco de España, descartando desde el primer momento el último destino manejado, en el que a mayor abundamiento se venía trabajando para que, como se ha dicho, lo ocupara la Subdelegación del Gobierno.

Lo cierto es que entre pitos y flautas –permítase la expresión coloquial- nos hemos plantado como el que no quiere la cosa en el mes de noviembre de 2018. Habían transcurrido ya dieciséis años desde la supresión efectiva de la sucursal del Banco de España y el edificio, tras vueltas y más revueltas, ahí andaba: muerto de risa. Y lo que es más importante, sin saber qué hace con él.

El asunto `parecía encontrarse en estado de latencia cuando un buen día de noviembre de 2018 el Ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, visita Berlanga de Duero, de donde es originaria la Delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones, que le acompañó en la visita, y además de hablar de la apertura de la nueva prisión, junto al barrio de Las Casas –asunto recurrente en aquel momento-, sorprende con el anuncio de la construcción de una nueva Comisaría de Policía, de la que todo hay que decirlo se venía hablando desde hacía tiempo y se tenía la impresión de encontrarse en punto muerto. La intervención del alto representante ministerial descartaba de plano el traslado de las dependencias policiales al edificio de la Subdelegación del Gobierno una vez acomodada esta en el edificio del Banco de España, según la conocida y reiterada pretensión del Gobierno del Partido Popular.

Y apenas un par de meses después, a mediados de enero de 2019, era el Ministro de Cultura del gobierno socialista, José Guirao, el que  asiste a la inauguración de los Cines Mercado y confirma el uso cultural  del Banco de España, a cuyo fin se trabaja –dijo- en la idea de convertirlo en un Centro de Cultura y Territorio sobre la despoblación, “que intentará buscar soluciones, proyectar y promover debates en torno a este problema tan grave que hay en España”, señaló textualmente.

De modo, que sin quererlo, llegan las elecciones municipales de finales de mayo de 2019, en cuya campaña electoral el candidato del Partido Socialista a la alcaldía de la ciudad, Carlos Martínez, sigue abogando por que el edificio de la banca estatal tenga uso cultural basado en una oferta dinámica con actividades de “primer nivel”, que roten: conciertos, teatro, exposiciones y danza, entre otras. El modelo a seguir, dijo entonces el candidato a revalidar el mandato al frente de la alcaldía, es el de la Casa Encendida, un punto de encuentro social y creativo en la capital de España, cuyas actividades las genera Acción Cultural Española a través del Gobierno de España. El objetivo es, en fin, que el inmueble una vez remodelado entre a formar parte del mismo circuito que posibilite el desarrollo de una programación anual de manera estable.

Silencio de nuevo hasta que año y medio después vuelve a saltar el asunto a la palestra. Era uno los últimos días del mes de octubre de 2020 cuando el alcalde dice que el Ministerio de Cultura está conforme con que el edificio del Banco de España se convierta en un espacio cultural replicando el modelo de la aludida Casa Encendida de Madrid (un espacio abierto y dinámico, para todos los públicos, donde conviven algunas de las expresiones artísticas más vanguardistas con actividades educativas, de reflexión y de debate, que giran en torno a sus cuatro áreas de actuación: Cultura, Solidaridad, Medio Ambiente y Educación). Es decir, un inmueble destinado a actividades culturales como exposiciones o representaciones y otros enfocados a la creación cultural de iniciativas que luego puedan trasladarse a ciudades intermedias y pequeñas.

EL CULEBRÓN DEL EDIFICIO DEL BANCO DE ESPAÑA (I)

La plaza de San Esteban antes de su remodelación en los primeros años cuarenta (Archivo Histórico Provincial)

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Lo del edificio del Banco de España es lo más parecido al cuento de nunca acabar si es que no una tomadora de pelo por más que ahora parezca que va en serio, sin posibilidad de vuelta atrás. Veremos a ver si esta vez es la definitiva porque de incumplimientos y de cambios de criterio sabemos aquí para dar y tomar.

El Banco de España cesó en su actividad el 31 de diciembre de 2002. En marzo de 2007, cinco años después, se habilitó la primera planta del edificio para, parecerá curioso, acoger una exposición temporal de fotografía. Y durante tres años se mostraron alrededor de una veintena de exposiciones de primer nivel que convirtieron este espacio en un referente cultural para la ciudad. O al menos eso es lo que se dijo.

Siempre a vueltas con la fotografía y el paisaje, en noviembre de 2010, la Ministra de Cultura del gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero anunció solemnemente en su visita oficial a Soria que el Banco de España albergaría el Centro Nacional de Fotografía, integrado en la Red de Museos, y compartiría instalaciones con las oficinas del Catastro, después de que un par de meses antes la Subsecretaria del Departamento avisara de que el inmueble albergaría el Museo de la Historia de la Fotografía y Paisaje.

En este sentido parecía ir el futuro del edificio porque en marzo del  año siguiente -2011- se presentaba el proyecto del Centro Nacional de Fotografía, que se instalaría en el Banco de España. Se dijo entonces que las obras de adecuación del edificio costarían cuatro millones de euros y durarían dos años, al tiempo que se anticipaba que al Centro de Fotografía se accedería por la entrada principal y que se abriría otra para las dependencias administrativas.

No fue, sin embargo, hasta finales de febrero de 2012 cuando se iniciaron las obras, que un año después –enero de 2013- se paralizarían para resolver –se dijo- una incidencia técnica en la confianza de reanudarlas en el mes de septiembre siguiente, algo que ciertamente no llegó a ocurrir pues hubo elecciones generales y, lo que es peor, cambio no solo de gobierno, que hubiera sido lo de menos, sino también del partido que lo sustentaba.

Gobernaba ya el Partido Popular cuando un buen día del mes de octubre de 2014, en plenas fiestas de San Saturio, para ser precisos, sale a la palestra la Subdelegada del Gobierno, María José Heredia, y oficializa la sospecha generalizada de que el edificio del Banco de España no acogería el Centro Nacional de Fotografía, como se había dicho y publicitado, y a mayor abundamiento soltó sin pensárselo dos veces que ella ya lo sabía desde un par de años antes cuando tras tomar posesión puso los asuntos pendientes al día. El anuncio de la representante del Gobierno de la Nación en la Provincia vendría acompañado del vallado perimetral del inmueble, pues no conviene olvidar que las obras seguían paralizadas.

Se está, por tanto, ante una nueva fase que arranca en mazo de 2015 con la declaración del Delegado del Gobierno en Castilla y León, Ramiro Ruiz Medrano –del PP- , cuando en una visita a Soria se permite proclamar para sorpresa de todo el que quiere oírle que el Banco de España no tiene un uso definido, subrayando con rotundidad que el Centro de Fotografía “nunca se tuvo en cuenta de forma real”.

Y en pleno verano de aquel 2015 aparece en escena el alcalde de Soria, el socialista Carlos Martínez, y a modo de reto no tiene el menor empacho en desvelar que el edificio tendrá un uso administrativo pues, según él, las previsiones del Gobierno de la Nación pasan por ubicar en él unidades de la Subdelegación del Gobierno, que apenas un mes después, a mediados de septiembre, confirmará la propia Subdelegada anticipando que el edificio del Banco de España lo ocupará la Subdelegación y el actual edificio de esta en la calle Alfonso VIII, la Comisaría de Policía. Y hasta  se permite contraatacar al primer edil municipal conminándole a que las instalaciones del antiguo CUS (Colegio Universitario) tengan un uso cultural. En el cruce de declaraciones Carlos Martínez, alcalde de la ciudad y Secretario General de los socialistas sorianos, le replica para zanjar el asunto, al menos de momento, que el PSOE paralizará el proyecto si gana las Elecciones Generales previstas para el mes de diciembre de ese mismo año.

En todo caso, el resumen de todo esto es que había quedado atrás ese rosario acerca de los diferentes usos que se habían manejado para el edificio en los trece años que se llevaba ya con esta historia: subsede del Museo del Prado, sede del Instituto Cervantes, sede de la Fundación Antonio Machado, programa del Prado Itinerante, Museo de la Historia de la Fotografía y del Paisaje, subsede del Centro Nacional de Artes Visuales, Centro Nacional de Fotografía, Centro de la Dieta Mediterránea y Museo de Arte Contemporáneo. Y puede que alguna más, que se haya pasado por alto.

Lo curioso de todo este asunto es que las obras para adecuación del inmueble a las necesidades del que se dijo iba a ser sede del Centro Nacional de Fotografía y del Catastro seguían paralizadas desde enero de 2013. Lo confirmó oficialmente el Ministerio de Hacienda tres años después –en 2016- coincidiendo, o no, con la decisión de la empresa concesionaria de las obras de remodelación del edificio de retirar el último vestigio –la grúa- de las obras que se abandonaban a medio hacer. Y para que el asunto se complicara todavía más, surgió una dificultad añadida: la empresa constructora había rescindido el compromiso que tenía con la Administración por un error -se argumentó- en el proyecto inicial, lo que en la práctica abocaba a iniciar un nuevo procedimiento de licitación y su siempre complicada secuencia.