Reunión del claustro de profesores del entonces denominado Instituto Nacional de Enseñanza Media en una imagen de los primeros años cincuenta del siglo pasado (Archivo Joaquín Alcalde)
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No hace muchos días se inauguró en el claustro exterior, el que mira a la Plaza del Vergel, una exposición con la que bajo el título “Aprendiendo hoy con los materiales de ayer”, el Instituto Antonio Machado quiere cerrar las conmemoraciones del 175º aniversario que ha venido celebrando la institución académica a lo largo del curso 2016/2017.
Nada que objetar en principio –al contrario- a la iniciativa, que ha venido a mostrar al interés del actual equipo directivo del histórico centro, aunque ciertamente, al menos desde el particular punto de vista de quien escribe estas líneas, no venga a mostrar ni de largo el importante servicio que ha venido prestando el Instituto a secas –así lo conocen o conocemos los sorianos que vamos acumulando juventud como le gustaba decir a un veterano periodista local hace años desparecido- durante su siglo y tres cuartos de existencia.
No, no es mi propósito hace una crítica –y mucho menos negativa, faltaría más- de la exposición, que, bien al contrario, merece el mayor de los respetos y nuestro aplauso aunque solo sea por el trabajo que han tenido que desarrollar quienes la han hecho posible. Nuestra reflexión, la hacemos por elevación y la situamos justamente en el planteamiento general que según nuestro criterio debió considerarse como una de las primera ideas a desarrollar. Y si se tuvo no se transmitió o al menos no llegó con la suficiente nitidez a la opinión pública soriana que ha sido el convidado de piedra, en el mejor de los casos, de esta serie continuada de fastos que en la práctica –salvo que uno esté equivocado- apenas han repercutido por más de la referencia puntual que hayan podido hacer de ellos los medios, que es cuestión bien distinta.
Uno no quiere entrar tampoco en las posibilidades y medios con que ha contado o de que ha dispuesto la comisión encargada de llevar adelante las sucesivas iniciativas, pero el hecho cierto es que, se quiera o no, la conmemoración de los primeros 175 años de la institución docente más importante de la provincia ha pasado desapercibida o cuando menos ajena a los actores principales, que han sido los sorianos en general y las sucesivas generaciones que pasaron por las aulas, de los que se tiene la impresión de que se ha prescindido de manera tácita. ¿Tanto costaba haber hecho un llamamiento, no tanto individualizado, que hubiera sido un exceso y hasta si se quiere una torpeza a la que no ha lugar, pero sí a través de la infinidad de los canales de comunicación que se utilizan a diario con la menor excusa? Pues, ciertamente, de haber sido así puede señalarse, sin posibilidad de error, que no habrían faltado las más diversas aportaciones de manera que la efeméride hubiera alcanzado la dimensión que merecía, de la que la que se le ha privado a la sociedad soriana por razones que no llegan a entenderse y que acaso merecieran explicación.
Esta es, lejos de reflejar una impresión personal, la opinión a mayor abundamiento de un conjunto de ciudadanos que ha asistido a protagonismos –a veces innecesarios- como por ejemplo, y por citar el más reciente, el de la mañana de las vísperas navideñas de 2016 en la que el actual director del centro –al que por cierto no conozco, ni siquiera su nombre y apellidos- consintió que el Presidente de la Diputación le colocara en la solapa de su chaqueta la medalla de oro de la provincia cuando lo más lógico parece ser que la debiera haber recibido en un soporte a modo de metopa o algo semejante, que para eso están los que saben de protocolo.. En fin, si en la Diputación Provincial no se le ocurrió a nadie se tiene la impresión de que debió ser el propio receptor el que advirtiera de lo que, sin duda, procedía hacer con la condecoración que para la institución –no para él- del hoy Instituto Antonio Machado se le iba a entregar en nombre de la sociedad soriana, que, en el marco general de las celebraciones, mereció, por más que se le haya negado, algunas gotas del protagonismo que le correspondía, pues ella y no otra, ha sido el eje fundamental que ha aportado una importante contribución a la dilatada y bien acreditada ejecutoria del histórico centro..
Dice esto alguien quien aprobó las pruebas de ingreso en el entonces Instituto Nacional de Enseñanza Media el 1 de junio de 1950, estudió en él el Bachillerato y al cabo de los años procura seguir a diario la actualidad soriana, como ha intentado hacerlo siempre.