LA CAFETERÍA ALAMEDA

Cafetería ALAMEDA

La Cafetería Alameda fue en su primera etaspa uno de los establecimientos emblema de la ciudad (Archivo Histórico Provincial)

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La Cafetería Alameda lleva bastantes años cerrada aunque en los últimos tiempos la haya abierto el Ayuntamiento para actos puntuales de la Feria del Libro. Hace unas semanas el equipo de gobierno municipal ha anunciado su inminente reconversión en espacio cultural.

El oficialmente denominado parque de la Alameda de Cervantes, al que los sorianos seguimos llamando la Dehesa, se ha visto materialmente invadido por las sucesivas actuaciones abordadas a partir de la segunda mitad del pasado siglo XX que lo han modificado sustancialmente. Una de ellas fue la Cafetería Alameda. Fue la corporación que presidía el alcalde Eusebio Fernández de Velasco la que decidió construir en la segunda mitad de los cincuenta “un bar en la Alameda de Cervantes facilitando consumiciones en invierno y en verano”, según se recogió textualmente en el acta del pleno celebrado el 9 de agosto de 1957. Aquel día se aprobaba el proyecto redactado y presentado por los arquitectos zaragozanos Manuel y José Romero Aguirre junto con el pliego de condiciones y el presupuesto de la obra -muy próximo a las novecientas mil pesetas-, del establecimiento que terminó tomando el nombre de Cafetería Alameda, denominación esta por la que se conoció desde el primer momento, y ha pervivido a la instalación que surgió en el mismo lugar que había venido ocupando el que pasó a la historia de la ciudad como Kiosco de la Alameda de Cervantes (nada que ver con el de enfrente, el popularmente llamado del “orejas”).

Pues bien, la construcción de la Cafetería Alameda se acometió con una rapidez impensable hoy, cuando aún no se habían cumplido dos años del acuerdo corporativo a que acaba de hacerse referencia. De tal manera que el sábado 6 de junio de 1959, ya con Alberto Heras en la alcaldía, tenía lugar la inauguración y apertura del establecimiento, una instalación moderna además de largamente demandada por la sociedad soriana que venía a romper con el modelo de los locales de toda la vida y ponía a la ciudad en el mapa de este tipo de recintos de ocio. La prensa de la época no escatimó elogios: “Un modernísimo bar, con elegante instalación y señorial montaje del que Soria puede enorgullecerse”, se escribió. Y aún más: “La inauguración tuvo las notas características de acontecimiento por el numerosísimo público que asistió a la misma. La instalación, hecha con un sentido de excepcional modernidad, lo completo de sus servicios, el punto de su instalación (sic) en la Alameda de Cervantes y el emplazamiento de la misma, [pues] puede estar en servicio en todo tiempo, hacen de esta cafetería o bar Alameda, uno de los establecimientos que puede competir con los mejores de su clase en toda España”. De ahí que el nuevo local tuviera una excelente acogida y desde el primer momento se convirtiera en el espacio de moda y más frecuentado de la ciudad, consideración que mantuvo sobre todo durante su primera etapa de funcionamiento pues no en balde supo conectar a la perfección con los gustos y las preferencias de un amplio sector de público que entendía la diversión y el ocio de manera diferente ofreciéndole una alternativa que dejó huella en la sociedad soriana de la época y sigue recordándose después de casi sesenta años.