PARADA DE SEMENTALES

Junto a las instalaciones de la Central Lechera, al comienzo de las eras de Santa Bárbara, estuvo ubicada la Parada de Sementales (archivo Joaquín Alcalde)

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Las paradas de sementales son un servicio que tradicionalmente viene poniendo el Estado a disposición de los ganaderos a fin de que puedan mejorar la especie de su cabaña caballar. Una prestación que lejos de ser exclusiva de los núcleos rurales en otros tiempos también era de aplicación a la propia capital. Porque, como será sin duda bien recordado por muchos, la Parada de Sementales estuvo instalándose desde antiguo asimismo en la ciudad. El arranque de la actividad de este servicio público se daba a conocer cada año a través del Boletín Oficial de la Provincia mediante la inserción de una circular de la Delegación de la Cría Caballar de Burgos y Soria así como en los periódicos locales que facilitaban información puntual y precisa de las prestaciones que ofrecía el Ministerio del Ejército entre el 19 de marzo (San José) y el 29 de junio (San Pedro) y las particularidades inherentes. Es más, en el transcurso del año la opinión pública conocía de primera mano los pasos que daban la Corporación Municipal y la Hermandad Local de Labradores y Ganaderos con el fin de que llegado el momento comenzara a desarrollarse la labor. Por eso no resultaba extraño que todavía en el mes de diciembre el Jefe del Depósito de Sementales se dirigiera al Ayuntamiento indicándole que en el caso de estar interesado en seguir contando “como cada año” (en referencia al siguiente) con Parada en la capital deberá indicarle el local en que se ubicará, o que en el momento de la apertura de aquélla el veterinario municipal emitiera informe, que conoció el Pleno de la Corporación en el pleno del 22 de diciembre de 1947, para que se solicitara con urgencia “el cambio del caballo que existe de silla, que no reúne condiciones para esta provincia, por otro caballo de raza bretón, por necesitar animales de tiro”.

De todos modos, el recinto fue casi siempre el obstáculo a salvar porque al carecer el municipio de locales no quedó más remedio que acudir puntualmente a otros organismos, instituciones y corporaciones como ocurrió en más de una ocasión cuando ya en los años sesenta del pasado siglo XX la Parada de Caballos Sementales del Estado estuvo durante un tiempo instalada en la calle de Las Pedrizas, junto a las instalaciones de la Central Lechera de los primeros momentos, y fueron la Diputación Provincial y la Cámara Oficial Sindical Agraria las que allanaron el camino gracias a su aportación económica. Así se explica, por tanto, que este servicio, tan arraigado entre los ganaderos sorianos, tuviera un largo y errático peregrinaje por la ciudad. Pues, en efecto, en el transcurso de los años pasó sucesivamente por el Cuartel de Santa Clara; por las cuadras de la antigua y típica Casa de la Tierra cuando no por uno de los locales del conocido ganadero Crescencio García (“el Crescencio”, coloquialmente para los sorianos de la época) en la carretera (avenida ahora) de Valladolid, entre la fábrica de lejías El Blanquito y los cocherones de Obras Públicas, e incluso por el largamente olvidado y sin uso alguno lavadero de lanas, en el paseo de San Prudencio. Sin embargo, quizá el lugar que más se recuerde de los ocupados por la Parada de Sementales sea el del que fue convento de Las Concepciones, o para ser más precisos, donde tuvo el Jacob el herradero, una instalación por otra parte estrechamente vinculada a las fiestas de San Juan pues durante años estuvo funcionado también como local de, al menos, dos cuadrillas del entorno: una la de La Blanca, la otra puede que fuera la de Santa Bárbara. De todos modos, en aquellos tiempos también hubo en la capital una parada de sementales particular cuyo propietario era el conocido empresario taurino Manuel García Muñoz, “Manolo el zapatero”, en una finca de su propiedad en las traseras del Mirón, junto a la muralla.