EL PARQUE DE BOMBEROS

Demostración de los bomberos en la calle Marqués del Vadillo en 1952 (Archivo Histórico Provincial. Colección Rafael Romera)

_____

La creación de un cuerpo de bomberos en la Ciudad es relativamente moderna. Tuvo que producirse un incendio de enormes proporciones, con personas fallecidas, para que el Ayuntamiento de la época presidido por el médico Eloy Sanz Villa abordara decididamente un problema que venía de antiguo. Bajo su mandato (1923-1929) se puso la primera piedra del Parque, entendido como el servicio público que conocemos hoy.

Escribió al cabo de los años un costumbrista de la época que entonces los bomberos no tenían dedicación única, pues si bien realizaban turnos de guardia para atender las posibles emergencias la actividad laboral la desarrollaban en trabajos municipales que nada tenían que ver con el servicio de extinción de incendios. Construyeron la fuente de la Dehesa, los estanques, el palomar y atendían, en resumen, cuantos trabajos les eran encomendados, por lo que lo normal es que llegaran tarde a las llamadas que recibían cuando había algún incendio.

Los locales que el Ayuntamiento dedicó al primer parque de bomberos como tal fueron en la planta baja de la Casa del Común, junto al Arco del Cuerno, en la Plaza Mayor. En este inmueble del Arco del Cuerno estuvo funcionando durante bastantes hasta que las instalaciones se quedaron pequeñas y obsoletas.

Fue al final de los años cuarenta cuando el Ayuntamiento, del que acababa de ser nombrado alcalde el ingeniero de Obras Públicas Mariano Íñiguez García, comenzó a trabajar en un proyecto que si bien se había experimentado un notable avance se encontraba todavía lejos de una solución definitiva. De modo, que en muy poco tiempo se construyó un edificio de nueva planta en el solar que había ocupado el antiguo convento de las Concepciones, junto a la plaza de toros, en las traseras del solar en que se encuentra ubicado el Centro Comercial del Espolón, lo que llevó consigo la reestructuración integral del servicio. De este modo, se abandonaba la vieja y emblemática sede de la Plaza Mayor.

Pero la modernización del parque de bomberos no se quedaba en la construcción del nuevo inmueble, ni mucho menos en la profesionalización del Cuerpo, que recibía a diario clases específicas de adiestramiento y puesta a punto. Había que rentabilizar políticamente el esfuerzo económico que había hecho el Ayuntamiento. Por eso, una vez que la plantilla contaba ya con el rodaje suficiente y, en definitiva, estaba a punto, a última hora de la mañana de un caluroso día de finales de junio del año 1952 los bomberos salieron a la calle y realizaron maniobras en el centro de la ciudad, un simulacro. El lugar elegido fue la calle Marqués del Vadillo y uno de los edificios más altos entonces, el que en aquel momento era la tienda de tejidos del Sobrino de Samuel Redondo y hoy una cafetería, casi ya en la Plaza del Chupete o de Mariano Granados.

El caso es que la ciudad se echó a la calle, como si de un día de fiesta se tratara, y la rutina de una exhibición de los bomberos se convirtió en un verdadero acontecimiento al que asistió el alcalde, Eusebio Fernández de Velasco.

Pues bien, el parque de bomberos estuvo funcionando en las Concepciones hasta que la reforma estructural de la zona aconsejó su traslado, al comienzo de los años setenta, a la actual ubicación en los Prados Bellacos, detrás de la Comandancia y Cuartel de la Guardia Civil, en la zona conocida como Senda Muerta. La construcción del edificio costó cuatro millones de pesetas (algo más de veinticuatro mil euros). Una miseria en comparación con las cifras que se manejan hoy.