EL BANCO DE ESPAÑA, SU ENTORNO Y OTROS BANCOS (I)

La plaza de San Esteban y el Banco de España en una imagen de los primeros años cuarenta (Archivo Histórico Provincial)

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El 31 de diciembre del año 2002 cerró sus oficinas y cesó en la actividad la sucursal del Banco de España en Soria, del mismo modo que en otras nueve capitales de provincia. Concluía de este modo un ciclo que el banco estatal había iniciado en Soria a finales del siglo diecinueve -en 1887- cuando se estableció en un edificio de alquiler situado en la plaza de los Condes de Gómara número tres, frente al palacio que le daba nombre. Con el cierre de sus oficinas, el banco estatal, que fue la primera entidad bancaria que se estableció aquí, cerraba una larga etapa de su historia y de la ciudad. Desde entonces se está mareando la perdiz acerca de qué hacer con el inmueble, uno de los más emblemáticos de la arquitectura civil soriana. El Centro Nacional de Fotografía, que es en el que se lleva ya algunos años trabajando, parece ser una realidad, aunque será una realidad cuando esté en funcionamiento porque de proyectos fallidos en Soria y los soriano sabemos bastante.

El Banco de España fue durante muchos años el estandarte de las entidades financieras en Soria. Instalado, en su última etapa, para El Noticiero en “el mejor edificio de Soria”, en la entonces Plaza de la República, luego de San Esteban y ahora de las Mujeres, en la que abrió sus dependencias al público el lunes 24 de febrero de 1936, iba a ser el germen de lo más parecido a un incipiente centro financiero. Porque en efecto, junto a la Diputación Provincial y al viejo y destartalado caserón de la Jefatura de Obras Públicas, derribado para levantar en el solar que ocupaba la sede central de la Caja Rural a raíz de que fuera desalojado a finales de los años sesenta del siglo pasado que fue cuando se produjo el traslado al Alto de la Dehesa, se construyó la Delegación de Hacienda, que a su vez abandonaba en 1950 las obsoletas dependencias que ocupaba en el Palacio de los Condes de Gómara. Y en un radio de acción muy próximo se encontraban el resto de las entidades financieras y de ahorro abiertas en la capital. De ahí que acaso no sea un exceso pensar en lo de centro financiero, dentro de su modestia, naturalmente.

Entonces el entorno presentaba un aspecto muy diferente al de hoy. La plaza que se encuentra delante de la fachada principal, es decir, la de San Esteban, ahora de las Mujeres, tenía poco que ver en su configuración con la que conocemos, por cierto con una historia reciente puede que todavía fresca en la memoria de quienes la recuerdan y sobre todo de los que encabezaron la encendida protesta popular que se desató a propósito del empeño del ayuntamiento del Partido Popular que presidía Virgilio Velasco de construir en ella un aparcamiento subterráneo -que terminó saliendo adelante en otra ubicación muy próxima, pero diferente-, a costa de cargarse los árboles, que al final pudieron salvarse al no quedarle más remedio al ayuntamiento que desistir del proyecto, por más que varios de los opositores no pudieron evitar el trance de tener que sentarse en el banquillo. Como también cambió su imagen la plaza del Olivo, donde en tiempos se montaban las ruedas de caballitos en las fiestas, y el Domingo de Calderas los equipos del Frente de Juventudes solían jugar partidos de baloncesto. Por supuesto la calle San Juan de Rabanera, que sufrió un ensanche importante, para lo que fue preciso derribar parte del corralón del vetusto edificio de Obras Públicas y del inmueble municipal contiguo en el que los barrenderos guardaban sus útiles de trabajo, o sea la del esquinazo posterior del edificio del Banco de España, por el que accedían los camiones blindados en aquellos tiempos, y custodiados por la Guardia Civil, transportando las remesas de dinero. Y naturalmente la calle Caballeros, en su confluencia con la de la Alberca y la plaza de Ramón y Cajal. De manera que quedó una vía con anchura suficiente para las necesidades del tráfico y un mejor movimiento dentro de la ciudad.